Gerardo G. Sánchez Ruiz
Disminuido el Covid19, después de casi un año de calma en la ciudad los capitalinos empezaron a salir de sus refugios y la tormenta empezaba; hoy después de dos años y medio de semi encierro todos ante la urgencia de salir, trabajar en presencial —quienes realizaron trabajo en línea—, pasear y encontrarse con familiares y amigos vino la tormenta total.
Sobre todo durante el primer año de la irrupción del maléfico virus mismo que generó hasta el momento según datos oficiales 330,043, y extraoficiales el doble, calles y avenidas mostraron una gran tranquilidad, al reducirse la circulación de automóviles, camiones, motocicletas, etcétera; y por supuesto, los peatones. En el semi encierro los días se mostraban tranquilos e invitaban a salir, se salía, pero sólo para respirar, caminar, hacer compras o algún trámite y seguir soportando el confinamiento. El semi encierro permitió reducir contaminantes dadas las bajas en consumo de combustibles —que registraron disminución en precios— residuos gaseosos de aquellos, contingencias ambientales, ruido, y por supuesto, las aglomeraciones, había calma.
Pero vino la tormenta, las actividades se incrementaron, quienes trabajaron en línea como el caso de las escuelas de todo nivel, oficinas públicas y aún privadas retornaron a sus trabajos de manera presencial, hubo que llevar a los niños a las escuelas, los jóvenes se desplazaron a sus aulas, y todos los trabajadores retomaron las rutinas hacia su oficina, comercio, fabrica o aula, por lo que la circulación de automotores regresó a su nivel y con ello residuos gaseosos, ruido, etcétera.
Así como se ha venido actuando contra gases contaminantes, los gobiernos de las ciudades en el presente tienen la tarea de actuar sobre los niveles de ruido, por los efectos que genera en la población, en particular por el estrés que induce en cada habitante. Habrá que exigir a esos gobiernos que actúen para que las fábricas produzcan automotores silenciosos, por supuesto muchos automóviles están en esa línea,pero trailers, autobuses y motocicletas no.
Ya los urbanistas de principios del siglo XX, llamaban a atender el problema del ruido, en nuestro país en los años setenta del mismo siglo, hicieron sus intentos, el Plano Director de 1976 por ejemplo pretendíapromover más el uso del transporte colectivo. En el presente en el caso de la ciudad de México el problema sigue sin atenderse como es debido. ¿Las autoridades estarán esperando a que el cuerpo humano se adapte a ese ruido, siguiendo una afirmación de Ramón Aguirre Velázquez? Y es que éste como jefe del Departamento del Distrito Federal de 1982 a 1988, al cuestionársele respecto a los problemas de contaminación atmosférica que agobiaban a la ciudad en esos años señaló esa posibilidad.
Y es necesario aminorar la actual tormenta de contaminantes, para disfrutar ambientes menos agresivos; la salud de los citadinos es importante, un habitante con buenos niveles de salud es más amigable, menos agresivo, y si se quiere, más productivo.