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Una mirada analógica 

Silvia Esther Decanini Terán 

Basta con la experiencia de vivir, para sentir con asombro que para descubrir este mundo diverso, solo es necesario que cada quien logre vislumbrar la luz sobre las trayectorias vitales y profesionales ligadas a los intereses siempre presentes de la gente. 

Alfonso Ramírez Ponce no es gente común, no es sólo arquitecto, ha sido creador y maestro, músico, poeta, hermano y sobre todo amigo. Para cada persona que ha tenido la suerte de conocerlo, en los momentos de fugacidad de la vida sentimos que estamos presentes y reservados en la importancia de su obra, pues tal personaje ha estado siempre cerca de nosotros y nos ha enseñado parte de lo que sabemos. 

Hay algo que recuerdo cuando estuve trabajando con el maestro Gran Jefe Pluma Blanca, como le decíamos entonces y aún ahora, le gustaba dibujar una rosa con un tallo largo en el margen de las tarjetas, hojas y paginas de diversos cuadernos, la razón de esto es una de las cosas que nunca le pregunte ¿por qué..? 

Quizá, la rosa, flor de contraste que por su hermosura cabal se diría alcanza la mayor permanencia, ya que por su presencia en el pensamiento, se lleva con ella la propia perfección no obstante su pronto marchitamiento. Así nos llevamos en la mente a la rosa, en sus momentos de máxima belleza, donde se siente que le están reservadas su duración y trascendencia, al igual que a todos los humanos, y como su vida y su arquitectura, que tiene un tiempo breve de vigencia. 

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¿Ensoñación?

M. Alejandro Gaytán Cervantes

El automóvil de John no arrancó; debe llegar muy temprano a Dublín y aún será necesario caminar un tramo largo para llegar a la estación de autobuses.

Está muy oscuro; por el frío, en las calles de Arklow no hay ni un alma y los edificios parecen espectros… Cada paso que da, se le dificulta. El gélido ambiente y la humedad hacen resbaladizas las calles.

Hoy, en esta soledad del camino, vuelve intensamente a su memoria lo sucedido hace unos meses; al transitar por las afueras de la ciudad; fue atropellado por un camión y de milagro se salvó.

En ese momento la vio. Se le apareció en una forma etérea que le produjo una impresión total. Conversaron; la besó, y se le quedó grabada de tal forma que descubrió: Es a ella a quién siempre ha deseado; sin embargo, no la ha vuelto a ver, ni siquiera conoce su nombre o domicilio.

Al caminar de prisa y dar vuelta en una esquina, de la casa del borde sale algo pequeñito con quién tropieza, resbala, cae, se golpea la nuca; se le oscurece la vista. Al abrir los ojos ve un duende irlandés, porqué es verde y parece humano. Este lo ve tirado en el suelo, lo mira con sus ojitos luminosos y alegres; parece preguntarle:

– ¿Tú quién eres?

Al levantarse John, lo alza con gran facilidad; no pesa nada, Siente como el duende, con un gesto le comunica una fuente de felicidad.

Súbitamente se abre la puerta del garaje de la casa. No hay ningún automóvil, sólo ve luces de intensos colores que brillan en una forma penetrante.  Es extraño, pero aunque los resplandores abarcan con enorme fuerza toda la escala de tonos, ninguno de los rayos de luz que hay adentro, sale a la calle. Por eso, aunque el interior de la cochera brilla poderosamente, el frente de la casa es igual de oscuro al de las demás viviendas.

Al entreabrirse el portón de la sala, asoma un rostro, que, aunque apenas se distingue entre los miles de brillos de colores, parece ser el de ella; la mujer que tanto ha anhelado volver a ver. Se acerca y la reconoce, en efecto, es su añoranza. Ella, sonriente le abre la puerta de la estancia.

El interior del salón es increíble, las dimensiones de las cosas tienen otra escala. La estancia está invadida por una selva de enormes dimensiones; es, más tupida a las que ha visitado en Chiapas o en el Amazonas; se configura por enormes montañas, ríos y abismos que se pierden en la lejanía, a kilómetros y kilómetros de distancia.

Ella está vestida con una túnica blanca, vaporosa; la iluminación del sitio, le produce una apariencia fantasmal, su figura es lánguida, espiritual. Le da la mano, la cual John besa con gentileza y produce una ligera presión sobre sus dedos; sonriente la acepta, acerca su mejilla, donde él deposita suavemente sus labios.

Hoy, revive esos momentos de placer cuando con su voz dulce, le dice:

-Aunque no lo creas, te he estado esperando desde hace tiempo. No sabes cuánto he anhelado este momento. Hoy estas aquí conmigo, igual, de la misma forma a como lo había deseado.

Sus palabras, le producen sensaciones ni siquiera imaginadas; por eso enmudece y lo único que alcanza a producir es una tímida sonrisa; su voz no puede decir palabra.

Ella recuesta su cabeza en el hombro de John, quién la abraza con una mano, pues en la otra trae al duende.

Suben a la cima de la montaña más alta. Desde su cúspide se distinguen lejanos caseríos llenos de colores, las casas con muros blancos; la ropa de la gente es alegre, multicolor, los parajes tienen múltiples verdes, los matices de las flores alegran la vista con distintos capullos y flores abiertas como ramilletes.

La estrecha y besa, siente sus labios en los suyos. Acurrucada en su brazo le expresa sus sentimientos sin decir palabras, todos ellos parecen de amor. Estas sensaciones originan la imperiosa necesidad de excavar en lo más profundo de sus recuerdos, aquellos que desde su niñez le han producido instantes felices.

Se abrazan y besan con un sentimiento eterno, La mano derecha de John recorre su cabeza, cuello, espalda, su cuerpo.

Lo invita a tenderse en un pequeño prado, bajo un árbol de gran follaje. Se acuesta. Cierra los ojos para percibirla más dulcemente, suelta al duende, con el fin de abrazarla plenamente.

En ese instante percibe un intenso viento helado que se cuela por su cuello, recorre la espalda, desbarata sus sentidos. Ella está cerca de él, pero no se parece a como era hace unos instantes; ahora es un cuerpo helado, frío, demasiado delgado, sin la chispa de hace un rato.

Razona, ¿quién es ella? ¿Qué lleva en la mano?

Su organismo tiembla, sus dientes, incontrolables, castañean, hasta que, por fin, quedan inmóviles, como todo su cuerpo.

Quiere abrir los ojos y se topa con una oscuridad total.

John está solo, en este piso resbaloso, rumbo a la estación de autobuses, en una calle de Arklow, donde su respiración, ha finalizado.

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La Revolución Rusa, los constructivistas y el Vkhutemas.[1]

Primera parte

Gerardo G. Sánchez Ruiz

[1] Este trabajo fue publicado en: Herrera Gutierrez de Velasco, Luis Carlos, 1919. A un siglo en el arte, la historia y el diseño, México: Universidad Autónoma Metropolitana-A, 2022.

En todos los periodos revolucionarios construir nuevas condiciones para satisfacer aspiraciones de los grupos que logran un nuevo orden social, implica un despliegue de proyectos y acciones que se extienden en todos los ámbitos de la vida; muchos quedan como utopías, otros con alcances limitados y pocos alcanzan la plenitud del éxito. Esto fue una condición que acompañó a los constructivistas, un conjunto de artistas, arquitectos e ingenieros quienes se sumaron al proceso revolucionario que buscó concretar un nuevo estado de cosas en Rusia a partir de 1917. Lastimeramente, como consecuencia de las contradicciones en que se sumió el nuevo sistema ―entre otras situaciones, como consecuencia del autoritarismo gestado por los dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética― el intento de una nueva sociedad se derrumbó a partir de 1989 con la caída del muro de Berlín, no sin dejar experiencias gestadas por aquellos profesionales en los talleres del Vkhutemas, una escuela que se desarrolló al parejo de la Bauhaus y con la cual compartió profesores y similar destino.

La búsqueda de una nueva sociedad y perspectivas para la arquitectura.

En una dinámica donde se combinaron las armas de la crítica y la crítica de las armas,[2] Lev Davidovich Bronstein (1879-1940) ―León Trotsky―, quien dirigía el Soviet de Petrogrado, con obreros y soldados consumó en 1917  la toma del Palacio de Invierno; con lo que al unírsele Vladimir Ilich Ulianov ―Nicolás Lenin― el máximo dirigente del proceso revolucionario y otras figuras de este momento histórico, intentaron una de las utopías más grandes del siglo XX: la edificación de la sociedad comunista. La pretensión era que el conjunto de la sociedad disfrutara por igual los beneficios de lo que se avizoraba como el logro de una gran producción de satisfactores; por lo en esa aventura, se involucraron todos los ámbitos sociales: la economía, la educación, el arte, la arquitectura, el urbanismo, etcétera. La utopía parecía una realidad, las masas populares habían derribado al régimen zarista, y con los profesionales incorporados a la revolución se pretendía poner ciencia y obras al servicio de la nueva sociedad.

[2] La expresión es de Carlos Marx, al señalar: “Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem, y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz, para el hombre, es el hombre mismo” Karl Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1944. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/index.htm.

Como parte de las ideas con las que se pretendió la construcción del nuevo estatus social, cabe resaltar lo imaginado por Lenin y correligionarios, al apostar por la electrificación del país como una condición de transición de un país con atrasos a uno adelantado, o la transformación de lo antiguo en moderno. Lo anterior, planteando la renovación de la sociedad rusa a partir de impulsar la técnica y aventurar logros a través de la planificación económica; de ahí su célebre frase: “El comunismo es el poder soviético más la electrificación del país”, vertida en el VIII Congreso de los Soviets de toda Rusia (1920) (Lenin, 1920: 284).

En ese discurso, bajo la presión que implicaba señalar los caminos para la consecución de un nuevo estatus social y económico que beneficiara a todos y visualizando la necesidad de hacer planes a corto, mediano y largo plazo, Lenin insistió en lo imperioso de generar electricidad para así impulsar una industria, una agricultura y un transporte modernos para conectar a toda la Unión Soviética, señalando ―o deseando― que así se desaparecerían las condiciones de pobreza existentes en el campo y a las que agobiaban a pobladores de ciudades.

Por supuesto, entre esos dirigentes existían las inquietudes respecto al arte, la arquitectura y las ciudades. León Trotsky visualizó los cambios que tenían que hacerse y oponiéndose al capricho del uso de las formas y de materiales en la arquitectura si no cumplían con la resolución de los problemas del hábitat imaginado, señaló:

La nueva arquitectura será formada por dos elementos: un objetivo nuevo y de nueva técnica de utilización de materiales en parte nuevos y en parte viejos. La nueva meta no será la construcción de un templo, de un castillo o de un hotel particular, sino la construcción de una casa del pueblo, de un hotel para numerosos inquilinos, de una casa comunitaria, de una escuela de grandes dimensiones. Los materiales y su empleo serán determinados por la situación económica del país en el momento en que la arquitectura está dispuesta para resolver sus problemas. Tratar de arrancar la construcción arquitectónica al futuro es sólo dar muestras de una arbitrariedad más o menos inteligente e individual. Y un estilo nuevo no puede asociarse a la arbitrariedad individual.[3]

[3] León Trotsky, Literatura y revolución, p. 64, 1924. Disponible en: http://afoiceeomartelo.com.br/posfsa/Autores/Trotsky,%20Leon/Trotsky,%20Leon%20-%20Literatura%20y%20Revolucion.pdf.

Para el caso, este utópico de la revolución mundial no fustigaba a los arquitectos que se unieron a la experiencia de construir el hábitat para la sociedad comunista; al contrario, llamaba a visualizar y a encaramarse en la concepción de edificaciones conforme se iba construyendo la nueva sociedad, en la idea de pasar de las carencias al reino de la abundancia, donde se incluía la producción de edificaciones. En ese sentido, resaltó las nuevas posibilidades de la arquitectura en el nuevo contexto sociopolítico, y refiriéndose a los proyectos que en ese momento generaba uno de los máximos exponentes de los constructivistas ―el grupo teórico y práctico surgido fragor de la revolución―, a saber: Vladimir Yevgraphovich Tatlin (1885-1953), y en especial del proyecto planteado para el monumento a la III Internacional, decía:

Los autores de proyectos gigantescos, como Tatlin, tendrán tiempo para reflexionar, para corregir o revisar radicalmente sus proyectos. Por supuesto, no creemos que vamos a estar durante decenas de años todavía reparando las viejas calles y casas. Como para todo lo demás, en primer lugar, tenemos que arreglar, luego prepararse lentamente, acumular fuerzas antes de que venga un período de desarrollo rápido. Tan pronto como se cubran las necesidades más urgentes de la vida, y tan pronto como se pueda tener un excedente, el Estado soviético, situará en el orden del día el problema de las construcciones gigantes en que encarnará el espíritu de nuestra época. Tatlin tiene razón al separar de su proyecto los estilos nacionales, la escultura alegórica, las piezas de estuco, los adornos y paramentos, y tratar de utilizar correctamente sus materiales. De este modo se han construido desde siempre las máquinas, los puentes y los mercados cubiertos. Pero todavía está por demostrar que Tatlin tenga razón por lo que respecta a sus propias invenciones: el cubo giratorio, la pirámide y el cilindro, todo ello de cristal. Las circunstancias le darán tiempo para reunir argumentos a su favor.[4]

[4] Ibid, p.p. 118-119.

Maqueta del monumento a la III Internacional, Vladimir Tatlin, 1920.

Es necesario rescatar la amplia perspectiva poseída por ese trazador de utopías quien alcanza a visualizar también, las posibilidades de los arreglos territoriales como sustento de la producción, las nuevas relaciones sociales y las cotidianidades. En efecto la planeación urbana o el urbanismo, con la utopía que se construía, tomó un nuevo giro por ser fundamental para el desarrollar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Si ya los alemanes desde el siglo XIX planteaban el control del suelo como condición para un mayor éxito del arreglo de ciudades, con el surgimiento del Estado Soviético se tenía el control de este y de más variables para el manejo del país y ciudades. En esa vía es que Trotsky señalaba:

No hay duda de que en el futuro, y sobre todo en un futuro lejano, tareas monumentales como la planificación nueva de las ciudades-jardín, de las casas-modelo, de las vías férreas, de los puertos, interesarán además de a los arquitectos y a los ingenieros, a amplias masas populares. En lugar del hacinamiento, a la manera de los hormigueros, de barrios y calles, piedra a piedra y de generación en generación, el arquitecto, con el compás en la mano, construirá ciudades-aldeas inspirándose solamente en el mapa. Estos planos serán sometidos a discusión, se formarán grupos populares a favor y en contra, partidos técnico-arquitectónicos con su agitación, sus pasiones, sus mítines y sus votos. La arquitectura palpitará de nuevo en el hálito de los sentimientos y de los humores de las masas, en un plano más elevado, y la humanidad, educada más “plásticamente”, se acostumbrará a considerar el mundo como una arcilla dúctil, apropiada para ser modelada en formas cada vez más bellas. El muro que separa el arte de la industria será derruido. En lugar de ser ornamental, el gran estilo del futuro será plástico. En este punto los futuristas tienen razón. No hay que hablar por ello de la liquidación del arte, de su eliminación por la técnica.[5]

[5] Ibid, p. 120.

Las vanguardias en el arte y los artistas rusos.

Es en ese contexto de edificación de una nueva sociedad, que hicieron presencia arquitectos, ingenieros, urbanistas, y artistas pretendiendo colaborar con la edificación del socialismo desde cada una de sus especialidades, generando escritos sobre teoría de la plástica, la arquitectura y el urbanismo, así como un sinnúmero de proyectos con los que renovando posturas técnicas y estéticas pretendieron cobijar las nuevas aspiraciones, construyendo o renovando viviendas, edificios gubernamentales, hospitales, escuelas, ciudades, espacios públicos; o creando señalizaciones, carteles, documentales, etcétera.

Las ideas de modernización de lo edificado estaban siendo planteadas en esos momentos por la arquitectura y el urbanismo modernos en un ambiente de creatividad de profesionales ligados al diseño y extendida en países como Alemania, Austria, Francia, Inglaterra, Holanda, España y los Estados Unidos, donde afloraban vanguardias en pintura, escultura, arquitectura y urbanismo. Ejemplos de éstas fueron el cubismo, el expresionismo, el Secesionismo en Viena, el Suprematismo y el Stijl de Holanda, el racionalismo, los futuristas, etcétera; no obstante, con la revolución de octubre, en el ambiente cultural ruso se visualizaban mayores posibilidades para sus vanguardias.

La nueva situación social y artístico también como condición revolucionaria, venía aflorando en Rusia desde la segunda década del siglo XX con un numeroso grupo de artistas de entre quienes destacaban los denominados futuristas como David Burliuk (1882-1967), Velimir Vladimirovich Khlebnikov (1885-1922) y Vladimir Maiakovski (1893-1930). De tal modo que, al ocurrir la toma del Palacio de Invierno en 1917 muchos de ellos se sumaron a la atención de las nuevas demandas, formando un entusiasta grupo con el propósito de plantear nuevos derroteros en la creación de objetos.

De éstos se pueden nombrar a: Wassily Kandinsky (1866-1944), Kasimir Malevich (1878-1935), al ya mencionado Vladimir Tatlin (1885-1953), Antoine Pevsner (1886-1962), Lyubov Popova (1889-1924), Konstantin Stefanovic Melnikov (1890-1974), El Lissitzky (1890-1941), Naum Gabo (1890-1977), Alexandr Rodchenko (1891-1956), Aleksei Gan (1893-1942), Varvara Stepanova (1894-1958), Moisei Ginzburg (1892-1946) o Laszlo Moholy-Nagy (1895-1946). Estos profesionales partieron de las posibilidades de construir un nuevo modelo económico y social, donde se vio en el Estado Soviético un ente revolucionario, el cual, en un momento dado, podía tener el control del conjunto de variables económicas, sociales y territoriales.


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El enigmático Andrés Manuel

Ramón Vargas Salguero

Pese a su abrumadora abundancia, los comentarios y meras ocurrencias suscitadas por las acciones discursivas y de facto llevadas a cabo porAMLO, no alcanzan el nivel crítico que seguramente desean conseguir sus autores y quienes,forzadamente los leemos, también. Lejos de que, contodas ellas, sean de grupo o individuales, brindaran ya,una idea suficientemente clara acerca de las intenciones de fondo que llevan al presidente de la República a impulsar una serie de medidas que supuestamente impulsarán al país a la 4ª Transformación, los comentaristas dejan de lado el fundamento sobre el cual descansan esas accionesque critican de manera tan acerba, así como de las que previsiblemente van a venir. Sus comentarios no van más allá de solazarse redactando la visión fácil por superficial o la observación tremendista de corte dicotómico, sencillona y factible de ser aceptada por los ávidos de novedades. 

Las acciones discursivas o de facto llevadas a efecto por AMLO, han dado lugar a la proliferación de meros comentarios muy distantes de contar con un nivel crítico aceptable y por el contrario, hacenostensible el escaso o nulo fundamento de que adolecen sus autores. Ahora bien, al no aportar nada más allá de lo que suele escucharse en las sesudas pláticas de café o en los decires de cantina, a la vezhan obstaculizado que contemos con una versión que intente ir al fondo de esas acciones, a los fundamentos que les dan vida y gracias a los cuales unas y otras cobran el sentido que tienen, para bien o para mal. Su persistencia en no ir más allá de criticar la superficie del suceso que ha atraído tanto su atención y la del público en general, obliga a procurar llenar ese vacío.

Así, contamos con muchos comentarios, pero como hemos dicho, ninguno intenta, siquiera, llegar al fondo de los propósitos que animan las acciones de AMLO. ¿Qué se propone AMLO, más allá de las acciones cotidianas que lleva o ha llevado a cabo? ¿Y de las que están por venir? Si el día de hoy no intentamos y logramos elaborar una hipótesis fehaciente estaremos impedidos para tomar partido a favor o en contra y el día de mañana nos encontrará descobijados. ¿Qué pretende AMLO al acosar y detener a algunos capitalistas corruptos? ¿Qué lo mueve a propugnar que “primero son los pobres”? ¿Cuál es la finalidad que lo impulsó a realizar una Encuesta convocando a la población a pronunciarseacerca de la pertinencia de someter a juicio a algunos de los ex presidentes del país, a aquellos que se les pudieran encontrar pruebas suficientes? ¿Esas políticas sectoriales van a corregir de raíz ellamentable saqueo en que nos encontramos? ¿Cuál es la idea que lo mueve a anunciar su disposición adejar el cargo de presidente si en la siguiente encuesta así lo aprobara el pueblo, porque “el pueblo manda”? ¿Tiene razón al decir que la encuesta fue un éxito? No obstante la importancia de procurar responder a estas preguntas ninguna de ellas, ni muchas otras más del mismo tenor ha encontrado respuesta por parte de los articulistas profesionales.

Entrando en materia, presentamos otra pregunta,central: ¿por qué debemos ser nosotros los que pongamos nuestro mejor esfuerzo en descubrir los fundamentos que estructuran de fondo sus acciones? La posible respuesta es múltiple y empieza por tener en cuenta que el más indicado para proporcionarla es, o debiera ser, el propio AMLO. Pero él no lo ha hechoy no parece que esté dispuesto a hacerlo en breve tiempo. Así pues, ¿por qué su actitud retraída y enigmática al respecto? ¿Por qué se ha contentado con dejar caer algunas frases lacónicas al respecto, tales como “ir por la 4ª Etapa de la historia del país” sin explicar más puntualmente qué acciones son necesarias para inaugurar la 4ª Etapa? A esta pregunta, de entrada, descartamos responder que hasido por descuido, ya que se trata de una persona que lleva lustros de estar pugnando por mejorar las condiciones de vida en nuestro país y que sabe muy bien la importante función que en la lucha política desempeña la claridad de las metas a alcanzar. Pero si la respuesta no es el descuido, entonces tenemos que suponer que no se ha retraído en proporcionar la respuesta por mero descuido, sino por un propósito bien definido, mismo que forma parte de la respuesta. Según nuestra hipótesis, que no puede dejar de serlodado que no contamos con información más puntualpara apoyarnos, hay una respuesta que explica su inhibición. Veamos. 

En primer lugar, no debemos olvidar que estamos indagando acerca de los fundamentos no solamente de una idea, así, en general, en abstracto, sino que estamos considerando que no se trata simplemente de una idea, por más elaborada que ésta pueda ser, sino de una idea que pretende aplicarse, o sea, se trata de un propósito. De un propósito cuya posible aplicación afectará a múltiples personas con relativa o mucha intensidad, y que es esa afectación la que recomienda detenerse y pensar dos veces su mero anuncio. De no ser así, si no hubiera afectación de por medio o si lasque hubiera fueran indoloras no habría razón para no exponerla y menos para llevarla a cabo. De este modo, concluimos que si no se la expone es por las afectaciones que conllevaría su aplicación. De ahí que esté procurando alcanzar varias metas que generen un ambiente propicio para alcanzar el cambio que se tiene en mente, mismo que, a su vez, se postergaría para mucho más tarde. Así se explica el acoso y castigo que se ha aplicado a unas cuantas de las personas que más notoriamente han abusado de los cargos oficiales que han desempeñado para lucrar en perjuicio de la población. En los casos en que se ha detenido judicialmente a algunas de estas personas se ha exigido la reposición de lo usurpado haciéndole ver a la población que se trata de un delito colectivo llevado adelante por un conjunto de personas coludidas en su comisión. Que fundamentalmente, se trata de un delito en el que han varias, si no es que múltiples instancias del poder, han coligado su participación, político. O sea, se trata de un delito incubado por el propio sistema político. De un sistema que es preciso cambiar a fin de poner un hasta aquí a unas de las formas que asume para lucrar y corromper. Y ese sistema se llama capitalismo, sí, pero“capitalismo mexicano”.

¿Y qué importancia tiene que precisemos diciendo que se trata del capitalismo, pero del mexicano, esto es, con características que le son propias? ¿Qué no el capitalismo es un sistema global que funciona y actúa de manera similar en todas las partes donde se asienta? Pues no, su global generalidad no impide que asuma rasgos particulares según las tradiciones de la localidad en que se asienta y, muy importante, según la destreza que ha alcanzado el proceso productivo de valores de uso. Y México no desarrolló su proceso productivo a la manera como lo hicieron otros países, básicamente, los que conforman al llamado Occidente, mismos que se desenvolvieron a través de tres etapas básicas de manera más o menos simultánea que desembocaron en el surgimiento del capitalismo. De un sistema de producción que contó a su favor con los avances en el conocimiento científico, en el descubrimiento de la redondez de la tierra, en su experiencia en la construcción de barcos y en el empleo de metales. Colón no vino acompañado solamente por los seudo marinos en sus carabelas: lo acompañaba todo el avance que algunos países europeos habían alcanzado en el dominio yexplotación del mundo natural. América, Nueva España, iba tan atrasada en ese avance, como atrasada iba España que, mesiánica, abrazaba el catolicismo y a la colonización. La “Ley del desarrollo desigual y combinado de los pueblos”, se comprueba fehacientemente en la particularidad con la que el capitalismo se asentó en nuestro país.

Pero antes de que el capitalismo se asentara en nuestro país, desde la etapa de la Colonia y a lo largo de trescientos años, nos fuimos acostumbrando a que las heredades, los títulos de nobleza, el derecho a contar con esclavos y la posibilidad de ocupar cargos públicos eran situaciones que podían alcanzarse postrándose de hinojos ante el rey y rindiéndole pleitesía. Otro camino para tener éxito en la obtención rápida de canonjías ambicionadas consistía en transitar por el atajo económico representado por lacompra, por la adquisición simple y llana de laprebenda deseada.  No está por demás recordar que nuestra Independencia heredó estas prácticas hasta convertirlas en hábitos sociales normales que, según se creía, aprovechaban las personas osadas a más de inteligentes. Es más, los que sabían beneficiarse bajo estas modalidades merecían el reconocimiento social.

Pasaron los años y en la Etapa Republicana el país se encontró con que podía comerciar con las heredades acumuladas por el clero, los españoles y los criollos. Y el caso se repitió, ahora con la venta de esas heredades a quienes pudieran adquirirlas, siempre bajo el procedimiento del cohecho. Pero ahora éramos una República afanosa intentando a toda costa recuperar el tiempo perdido que en muchos sentidos significó la Colonia. Para estos efectos era indispensable aclimatar en el país los recursos que le habían dado a Occidente los nuevos modos de pensar las relaciones sociales: democracia primero y capitalismo después. O sea, importando otras pandemias…. Pero de estos avatares hablaremos después, cuando nos introduzcamos al laberinto que significa el modo de pensar y de actuar de AMLO, el de dónde viene y a dónde va.

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Caminando entre calles y avenidas de mi Buenos Aires querido.

Gerardo G. Sánchez Ruiz

Continuaremos con el recorrido realizado en octubre 2022 por el Cono Sur, toca esta vez señalar algunas experiencias en esa bella y por demás amable ciudad llamada Buenos Aires la cual es bañada por el Mar de la Plata. Fue una de las primeras urbes en América Latina donde se fueron aplicando los principios del urbanismo a finales del siglo XIX, de ahí que en una primera caminata se puedan observar avenidas anchas, parques y edificaciones con una cierta uniformidad en altura sobre todo en su parte central.

En esa ocasión como los objetivos principales fueron Asunción y Montevideo ¾de las que ya aquí se ha hablado¾, de ésta última hubo que utilizar un ferry para llegar a Puerto Madero. El hospedaje se realizó en un lugar estratégico para efectuar recorridos sobre todo a píe y así registrar ambientes buscados, por lo que el puesto de operaciones quedó en la calle Viamonte en una de las partes más turísticas, cerca del Subte ¾tren subterráneo¾ líneas de autobuses y el Buquebús.

El punto de partida obligado es la Plaza de Mayo, donde se encuentra la Casa Rosada (Ver imagen 1) la sede del Poder Ejecutivo, la cual por cierto a diferencia de Palacio Nacional de México no se encuentra tan blindada. La plaza (Ver imagen 2) aparte de la Casa Rosada es bordeada por el Palacio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, un ecléctico italiano obra del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo cuya construcción se inició en1890 y terminó en1893, y el Museo Histórico Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo construido entre 1725 y 1776; algo distintivo es que en la plaza frente a la casa Rosada luce el monumento ecuestre al Gral. Manuel Belgrano.

Imagen 1. Casa Rosada. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Imagen 2. Plaza de Mayo. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

De esa plaza parten la avenida de Mayo y dos diagonales: la Presidente Roque Sáenz Peña o Diagonal Norte, y la Presidente Julio Argentino Roca o Diagonal Sur. Siguiendo la diagonal Sur se observan los típicos cruces con avenidas con traza en damero y los edificios que se adaptaron a éstos. Siguiendo alguna calle como Piedras se llega al barrio de San Telmo un lugar muy tradicional al cual se le han hecho mejoras al rescatar edificaciones coloniales y del siglo XIX (Ver imagen 3), aunque aún se contemplan algunos lugares con un cierto deterioro.

Imagen 3, Barrio de San Telmo. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

De ahí previo cortecito de carne con su vinito en un restaurante dominado por lugareños, se puede continuar caminando rumbo a la zona de la Plaza del Congreso atravesando la avenida 9 de Julio una de las la avenidas más anchas del mundo con algo así como 140 metros y tres kilómetros de largo, la cual por su amplitud atrae la atención al igual el Obelisco, un monumento que celebra la independencia de Argentina obtenida en 1816, precisamente el 9 de julio (Ver imagen 4).

 Imagen 4. Avenida 9 de Julio y el Obelisco. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Siguiendo la avenida de Mayo donde destacan una serie de comercios cercanos a la Plaza del Congreso, se levanta el Palacio Barolo obra del arquitecto Mario Palanti, un imponente edificio inaugurado en 1923 cuya torre alcanza la altura de 100 metros y el cual en su momento llegó ser el edificio más alto de Buenos Aires.  Este edificio hubo de sortear las restricciones de la época, las cuales no permitían edificios altos de acuerdo a normas de higienístas ¾urbanistas¾ que regulaban alturas para así permitir el libre fluido de aire y sol (Ver Imagen 5).

Imagen 5. Palacio Barolo. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022. 

Siguiendo la avenida de Mayo se llega a un gran espacio formado por las Plazas del Congreso, Mariano Moreno y Lorea, en uno de cuyos lados se encuentra el edificio del Congreso (Ver imagen 6) y a un lado la Biblioteca del Congreso de la Nación haciendo un majestuoso lugar con áreas verdes (Ver imagen 7). Seguro es un punto de paso importante, porque la zona registra bastante tráfico (Ver imagen 8) y es que como en todas las ciudades, el automovil se ha enseñoreado en la urbe de manera que se calcula que en ésta circulan casi 7 millones de automóviles, en tanto la población se acerca a 15 millones de habitantes.

Imagen 6. Edificio del Congreso de la Nación Argentina. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Imagen 7. Plazas del Congreso, Mariano Moreno y Lorea. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Imagen 8. Trafico en la zona del Congreso. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Por supuesto en el recorrido por la ciudad, hubo que utilizar algunos modos de transporte como el Subte y autobuses, en el caso del primero, en las tres lineas por las cuales me conduje fue un servicio impecable (Ver imagen 9), poca gente tal vez porque no haber estado en hora pico; y el caso de los segundos, la travesía fue por autobuses normales los cuales ahora son acompañados por el sistema articulado tambien llamado Metrobús (Ver imagen 10).

Imagen 9. El Subte. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Imagen 10. Estación del Metrobus. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Otro de los paseos obligados es Puerto Madero (Ver imagen 11), donde se levanta un conjunto de arquitectura postmoderna que convive con edificios rescatados del puerto; desde este punto de vista, un espacio reciclado con muy buenos resultados puesto que se han instalado restaurantes, tiendas y oficinas ,con lugares para practicar actividades acuáticas y caminar; por supuesto el conjunto de edificios postmo registra de lo más reciente de la arquitectura argentina donde destacan edificios del arquitecto argentino Cesar Pelli (Ver imagen 12)

Imagen 11. Puerto Madero. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Imagen 12. Al centro el edificio República de Cesar Pelli. Fotografía Gerardo G. Sánchez, 2022.

Una particularidad de los bonaerenses es la amabilidad mostrada al visitante, ésta es la segunda ocasión que piso suelo argentino y desde la primera vez el trato recibido fue de excelencia y en cualquier parte. Creo existe una satanización respecto a los argentinos, tal vez porque algunos emigrados en efecto son algo pesados, pero varias veces fuí abordado preguntándoseme si yo era mexicano, lo cual varias veces dio lugar a una plática y al final recomendaciones para hacer más apacible mi visita. En ese octubre de 2022 Argentina traía una fuerte devaluación frente al dólar, por fortuna su selección de futbol con Lionel Messi a la cabeza ganó el mundial y de algo habrá servido para mitigar la crisis. ¡Salud y vamos argentinos!

 

 

 

 

 

 

 

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Las rupturas en la clase política en el Centro Histórico

Rubén Cantú Chapa  

 Las polémicas de la clase política en la capital del país tienen visos de ruptura e impactan en el entorno y la realidad urbana que desbordan los límites del Distrito Federal. No parecen contemplar la esencia del derecho constitucional y civil, o en su defecto los malinterpretan en detrimento de la ciudad y sus habitantes; las descalificaciones, entre sí, lo demuestran. Son el resultado de las rupturas del proceso y relaciones productivas acumuladas durante varias décadas, agravadas y expresadas en el espacio de la ciudad que asume la función de actor de los vastos problemas sociales también por varias décadas.

     Son dos las controversias en la arena de los conflictos que llaman la atención a los habitantes de la metrópoli en el marco de la mayor inseguridad pública y privada. Una, la dirigida hacia la conquista del poder político que tuvo su ensayo en las elecciones de 2006, así como la preservación del territorio ganado, y la otra, privilegiar los derechos privados sobre el interés público de la ciudad. Los varios meses de intensos debates y acciones de desprestigio entre los partidos políticos, suscitados a raíz de las preferencias electorales como candidato presidencial, al que la opinión pública le llamó “la guerra sucia”, fue dirigido en particular contra el gobierno del Distrito Federal que presidía Andrés Manuel López Obrador. Un gobierno caracterizado por el inicio de unión del binomio sociedad-Estado, no lograda desde la década de los treinta por el general Lázaro Cárdenas y quizá, eventualmente, por algún otro gobernante. Los supuestos arreglos en la cúpula de la clase política, si los hubo, se estrellan con los hechos cotidianos a los que las clases y sectores sociales le dan el beneficio de la duda. Por los hechos hablan los líderes y la sociedad saca sus conclusiones y por ellos se movilizan. Es la modalidad que adopta la lucha de clases inexorable. 

El eje central de las preferencias surgió a raíz de la atención a la pobreza de los habitantes de la tercera edad de la ciudad, acción calificada despectivamente como populista, dicho sin el menor rubor por los que fueron beneficiarios de los rescates bancarios, carreteros, etc., con montos cuantiosos cargados al erario nacional, muchos más que los dedicados a la pobreza por el gobierno del D.F. Los miles de millones de pesos destinados a los banqueros significaban para éstos, el “fomento al desarrollo”, y lo asignado a los damnificados del sistema, le dicen, populistas o mero clientelismo político. El programa social de AMLO no fue contemplado antes por ningún gobernante o regente de la metrópoli de las más grandes del mundo. Si algún intento por atender a este sector de la población lo hubo, no tuvo la dimensión y el apoyo popular del actual programa, quizá sólo superado por el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Mientras tanto, en la superestructura del Estado, por arriba, los conflictos se presentan en la esfera de lo que ha imperado siempre en el sistema, la corrupción, aunada al papel del capital inmobiliario en la configuración y expansión de la metrópoli, ambos sobre la base social y urbana en la que prevalece el desempleo y su salida inmediata, la descomposición social expresada en la delincuencia con violencia.

El Derecho en manos de la derecha política, inclina su balanza hacia las prerrogativas de los particulares del capital inmobiliario, como mecanismo para lograr hegemonía política en los próximos años, descalificando, al contrario, particularmente a los de centro-izquierda. Bajo el inviolable y sagrado principio de la propiedad privada, ese derecho avasalla el carácter público del espacio urbano y neutraliza el derecho a la ciudad, de la mayoría empobrecida por el modelo de desenvolvimiento económico neoliberal. Hace latente una y otra vez, una crisis de gobernabilidad para cualquier tendencia o partido político que esté al frente de la administración urbana; más aún, si no logra la participación social en las decisiones del futuro de la ciudad. La estructura representativa de la ciudad, la Asamblea de Representantes, es limitada y no decide aún la necesidad de darle la hegemonía al interés público sobre el privado. Cuando amenaza la existencia, funcionamiento y regulación de la vida urbana en una extensión de más de 1 500 km2 del Valle de México, debido a una aglomeración desmedida ya imparable, es posible ordenar la ciudad, si la sociedad se organiza. Son los crecimientos económicos para un sector limitado de la sociedad y la explosión demográfica, los que de manera acelerada contribuyeron a una aglomeración urbana concentrando la actividad de la población con grandes problemas de desequilibrio del suelo metropolitano y social.

La aglomeración urbana se revierte al sistema de casi un siglo de existencia. Un estatus que no desea cambios en las formas de acumulación de capital, y que no plantea resolver cuestiones de alcan tos de las grandes concentraciones de población tiende a desaparecer. Si bien ces nacionales. Un sistema que ya no puede atender y resolver los impac fue como una forma de acrecentar riquezas agrupando a los habitantes por ser a quienes iba dirigido el consumo, el empobrecimiento de la población demandante, rompe el equilibrio del sistema y también el área donde se asienta la ciudad metropolitana sin alternativas. La polémica de la clase política necesariamente tendrá un impacto en la población: la de definir su posición política, que de alguna manera significa desarrollo

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Juan O’Gorman. El regreso a la arquitectura

Por José Víctor Arias Montes

El 18 y 19 de agosto de 2005, en conmemoración del centenario del nacimiento del arquitecto Juan O’Gorman, se realizó el VII Seminario Nacional de Teoría de la Arquitectura en la Facultad de Arquitectura de la UNAM con el tema Juan O’Gorman (1905-1982). Entre la arquitectura funcionalista y la arquitectura como arte. En dicho seminario, coordinado por el que esto escribe, se presentaron 19 ponencias repartidas en las temáticas fijadas para cada una de las cuatro mesas: La arquitectura funcionalista vs la arquitectura como arte, La teoría en la práctica arquitectónica, La orientación arquitectónica en las escuelas de arquitectura y La presencia teórica de Juan O’Gorman.

A cada participante se le entregó una memoria impresa con las ponencias presentadas y, desde luego, que el evento fue todo un éxito.

La ponencia presentada por un servidor, titulada “Juan O’Gorman: entre el pasado y el presente o de cómo el principio no siempre es igual al final”,  incluyó un proyecto inédito del arquitecto O’Gorman que marcó momentáneamente su regreso a la arquitectura. Se trata de un proyecto dibujado a lápiz en dos planos al que nombró: “Monumento a la tierra y a la revolución agraria”, fechado en septiembre de 1972.

Dado el interés que siempre me ha causado este proyecto, vuelvo a presentarlo para que los lectores reflexionen sobre ese regreso efímero de O’Gorman a la arquitectura mexicana.

Espero lo disfruten.

Cartel del VII Seminario Nacional de Teoría de la Arquitectura. 18-19 de agosto de 2005. Facultad de Arquitectura de la UNAM.

En 1948, en el Pedregal de San Ángel, Juan O’Gorman, otrora el más radical de los radicales, inicia la construcción de su casa que concluirá en 1952. En ella acaba por sepultar la doctrina funcionalista y a poner en entredicho a la Arquitectura  Internacional. Realiza para ello un proyecto de “arquitectura orgánica” en protesta contra la moda académica aprovechando las formaciones y oquedades de la roca volcánica e integrando la pintura y escultura en mosaicos de colores invirtiendo los conceptos académicos y creando una nueva estética en rechazo abierto a la pobreza plástica del funcionalismo.[1]

[1] Juan O’Gorman, “Un ensayo de arquitectura orgánica” en Arquitectura México, número 112, México, pp. 92-99. Puede verse también, con excelentes fotografías: Juan O’Gorman “Un ensayo sobre la arquitectura orgánica” en Artes de México, núm. 97-98, México, 1967, pp. 90-100. Señala el mismo O’Gorman: “En el año de 1947 compré un terreno… cuyas condiciones eran ideales para hacer una casa en la que la imagina­ción, la fantasía, jugaran una parte im­portante de su arquitectura. Comencé a construir esta casa en el año de 1948 y la terminé en 1952…

Otro de los propósitos en la realiza­ción de esta obra fue el de integrar la arquitectura con las otras artes plásti­cas: la pintura en mosaicos de piedras de colores naturales y la escultura re­cubierta de este mismo mosaico de piedra. A la vez se partió de una plan­ta lo más sencilla posible, que resol­viera su función utilitaria… Este ensayo de arquitectura orgáni­ca se hizo como una protesta contra la moda académica que hoy impera en México y se manifiesta en los edificios del llamado estilo internacional. Esta casa se realizó con el principal propó­sito de ser un grito de protesta en fa­vor del humanismo, dentro del desier­to mecánico y tecnológico de nuestra “maravillosa civilización”. Está claro que con esta casa se realizó una de tantas posibilidades de arquitectura original y creativa al invertirse casi to­talmente los conceptos académicos de la arquitectura de nuestra época, y en esto consistió, a mi juicio, el valor estético que pudo tener…”

Poco después, hacia mediados de la década de los años 50, O’Gorman presenta dos conferencias donde plantea el surgimiento de una nueva arquitectura distinta al funcionalismo que pregonara décadas atrás. En la que imparte en la Sociedad de Arquitectos Mexicanos y que titula “Más allá del funcionalismo: la arquitectura moderna y sus relaciones”, desde el primer párrafo advierte de los cambios por él experimentados; señalando:

Así como la materia existe en condición especial de su constante transformación y en condición general de su inalterabilidad de cantidad, igualmente el arte, como expresión de la vida, para poseer capacidad emotiva, requiere una constante transformación que sólo se lleva a cabo por medio de la invención. Estas invenciones son el incremento que se agrega a toda una trayectoria y que va desenvolviendo su curso de acuerdo con las transformaciones sufridas por la realidad del hombre y su medio.[2]

[2] Juan O’Gorman, “Más allá del funcionalismo: la arquitectura moderna y sus relaciones” en Ida Rodríguez Prampolini (coord.), La palabra de Juan O’Gorman (Selección de textos), México, IIE-UNAM, 1983, p. 184.

Para él, en esta nueva época de su vida profesional, lo nuevo se transformará en lo viejo; lo útil ya no lo será tanto y se trocará en inútil. Lo que antes fue ya no será, el hombre y las circunstancias lo transformarán en lo que el hombre nuevo soñará nuevamente. Así que O´Gorman, con estas palabras como preámbulo, anuncia públicamente el abandono de la arquitectura funcionalista, o ingeniería de edificios, y sugiere que existe algo más allá del funcionalismo. Recordémoslo:

…¿qué cosa hay más allá del funcionalismo? La respuesta sería que hay la necesidad humana de que el albergue, además de que funcione bien, sea obra de arte, es decir, que produzca placer estético. Requiere que por fuera y por dentro procure al hombre la sensación de agrado, de gusto; que al entrar en el edificio o estar frente a él dé satisfacción contemplarlo.[3]

[3] Juan O’Gorman, “Más allá del funcionalismo” en Ida Rodríguez Prampolini, Juan O’Gorman. Arquitecto y pintor, México, UNAM-Dirección General de Publicaciones, 1982, p. 108.

Atrás había quedado la consigna radical de que lo primero eran las necesidades materiales; ahora, las espirituales, se reposicionaban nuevamente en el discurso dialécticamente transformador de O’Gorman. Su casa de la avenida San Jerónimo, sería, pues, la piedra de toque para su nueva incursión en la arquitectura. La nueva consigna, dominada por las ideas de su nuevo maestro Frank Lloyd Wright, se cimentaba en la arquitectura orgánica al preconizar:

Por arquitectura orgánica debemos entender la tendencia de la arquitectura a realizar expresiones de arte dentro del realismo pero fundamentalmente orientada a encontrar en su forma la armonía con el medio físico y con el carácter de la naturaleza y el paisaje de la región en donde se hace. La arquitectura orgánica pone el acento en su relación con la naturaleza y puede entenderse como un realismo naturalista.[4]

[4] Juan O’Gorman, “¿Qué significa socialmente la arquitectura moderna en México?” en La palabra de Juan O’Gorman, Op. Cit., pp. 169-71.

¿No era esto lo que había encontrado en sus visitas a la Casa de la Cascada y en las explicaciones de Wright? No hay duda alguna: su “cambio” de posición no era otra cosa que la transformación de sus ideas a partir de infinitas relaciones y recíprocas influencias de una época en relación a otra: entre su pasado y su presente.

Una vez que O’Gorman hubo abandonado la arquitectura se dedicó profusamente a la pintura, especialmente a la mural, cuyas temáticas recreaban a México en todas sus épocas. Cuando termina el Retablo de la Revolución (1969) en el Castillo de Chapultepec, uno de los últimos que pinta, voltea hacia los problemas agrarios, tan agudizados a finales de los sesenta del siglo  XX, que nace en él el deseo de continuar con los demás retablos de ese periodo de la historia de México. No lo logra, pero en cambio busca, por medio de la arquitectura, rendir homenaje a uno de los principales personajes revolucionarios: Emiliano Zapata. Así que decide desarrollar, en 1972, la idea de un monumento dedicado a la tierra y la cuestión agraria. Proyecto que debiera considerarse como póstumo en su obra arquitectónica marcando su regreso a ésta, aunque éste fuera su último intento por concretarlo. Rescata también lo que había negada cuando joven al estar colaborando con Diego Rivera en el Anahuacalli, es decir, la “arquitectura basada en la arqueología”.[5]

[5] Dice O’Gorman: “No creo que este tipo de arquitectura, que tiene como base la idea de un renacimiento del arte prehispánico, sea hoy factible por sus imposibles adaptaciones a las necesidades del presente…” en Antonio Luna Arroyo, Juan O’Gorman: autobiografía, antología, juicios críticos y documentación exhaustiva sobre su obra, México, Cuadernos populares de la pintura mexicana moderna, 1973, p. 142.

La planta de conjunto de este monumento se desarrolla a partir de una estrella pentagonal, en cuyo centro se levanta, enroscada, una serpiente emplumada a manera de pirámide escalonada, de 10 metros de altura y 10 metros de diámetro, rematada por su cabeza cuyas fauces entreabiertas muestran, aparte de dos grandes colmillos, a Emiliano Zapata en su interior.

Muchas de nuestras culturas prehispánicas, en diferentes tiempos y regiones, representaron en la fusión de la serpiente y el jaguar la asociación del agua con la fertilidad de la tierra, para que así germinara el alimento del hombre y la propia vida. Posteriormente, se ligó a la serpiente con las aves, dando por resultado un concepto religioso que relacionaba al jaguar con la tierra y la fertilidad; y a la serpiente de cascabel y serpiente–pájaro con la lluvia, en el cielo. Al tiempo, esta idealización se transformó en el dios Quetzalcóatl (dios Hombre-Pájaro-Serpiente) recorriendo todo el mundo mesoamericano y convirtiéndose en una de las más exquisitas y míticas figuras religiosas, para después partir, no sin antes advertir: “…que tuviesen por cierto que volvería algún día a consolarlos y gobernarlos…”

Es posible que el significado del monumento con la figura emblemática de Zapata tenga, desde el punto de vista de O’Gorman, el mismo que le dieron a Quetzalcóatl los pueblos prehispánicos.

La cabeza de la serpiente, mitad escamas y mitad plumas, porta las orejeras del dios Ehécatl Quetzalcóatl y está formada por un espacio interior semiesférico forrado con piedras de colores y un domo que ilumina, verticalmente, la escultura de Zapata que se ubica al centro de este espacio. La escultura, de 2 metros de altura, mira de frente a las escaleras como si estuviera dispuesta a bajar por ellas. Éstas, a su vez, están flanquedas por dos alfardas que las delimitan y por una gran lengua bífida que se desliza por los escalones hasta casi la mitad de la altura de la escalinata. Se remata, en su arranque, con dos braceros, uno de los cuales sirve de asta bandera.

La serpiente enroscada, está sostenida, virtualmente, por las alfardas de la escalera y tres accesos enrejados al interior de ella. La estructura es a base de columnas y losas, generando un espacio interior que serviría para distintas actividades. Esos accesos enrejados portan una hoz, símbolo de trabajo y lucha agraria, rematados por un medallón de obsidiana al centro superior de la puerta.

Dice Marx que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado…”[6] y O’Gorman no es la excepción: es producto de las circunstancias de distintas épocas, enriquecidas por su pasado.

[6] Carlos Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, editorial Progreso, Moscú, p. 9.

Este proyecto es como una lejana continuación de su casa en el Pedregal. Es la continuación de un organicismo extremo, efímero, con contenido expresamente político. Lo otro, lo funcional, según sus propias palabras, ha quedado en el pasado al escribir:

Me arrepiento de no haber entendido el significado de la arquitectura orgánica en los años de mi juventud. Posiblemente, si hubiera practicado las enseñanzas de Wright en ves del funcionalismo, habría dejado en mi patria una obra más importante en la arquitectura. Ahora veo que, como arquitecto, no he dejado nada, puesto que la única obra que creo de interés propiamente arquitectónico hecha por mí fue la casa de la Avenida San Jerónimo número 162…[7]

[7] Antonio Luna Arroyo, Op. Cit., p. 156.

Conjuntamente, por si fuera poco, había enraizado en él desde niño un amor profundo por México, por su gente y por sus modos de vida. El carácter duro de su padre y el trato dulce de su madre y abuela, y las circunstancias vividas directamente en el proceso revolucionario de 1910, lo llevaron a decir siempre que “México, para mí, representa el amor, la paz y todo aquello que es magnífico y maravilloso en el mundo”.[8]

[8] Idem, p. 75.


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POR USTED

M. Alejandro Gaytán Cervantes

¡Usted sabe muy bien porqué la sacamos del hospital! 

Ahí sólo la lastimarían más con los tubos, jeringas y todo eso. Además el doctor nos dijo como cuidarla aquí en la casa para ya no gastar más el dinero que no tenemos, con los costos tan altos de la atención. Ese día nos comentó: 

– Para el desenlace, se trata de horas, ¡Tal vez de días! 

– Usted sabe, porqué le oyó decirlo, ya no se puede hacer nada más. Su mal con la edad sólo tiene un camino y para ese, lo único es esperar. 

Pero, se habrá dado cuenta también, pues fue delante de usted cuando hablamos con el especialista, que esto pasó hace más de seis meses y hoy todo sigue igual, su enfermedad no ha disminuido pero tampoco ha tenido alguna mejoría. 

Aquí en el departamento, como no se puede ni levantar de la cama, entre mi hermana y yo la bañamos y cambiamos, la movemos para evitar las llagas, aunque no lo hemos logrado. Le damos de comer en la boca, limpiamos todas sus cosas. 

Todavía ahora, aún así como se encuentra, todo el tiempo escuchamos sus regaños, aunque hoy sólo puedan ser gestos y gemidos, ah pero eso sí, dando ordenes. Aún en las condiciones en que está, trata todo el tiempo de dirigir nuestras vidas. 

Aunque ya estamos acostumbradas, pues siempre ha sido igual, hay momentos en que rogamos al Señor que ya no la tenga aquí entre nosotras, sufriendo y haciendo sufrir a quienes vivimos junto a usted. Mire, huela, sienta como apesta su cómodo, como hieden las cosas arrojadas por su cuerpo y esto, creo, es sólo una muestra de que está expulsando algo de la maldad que siempre trajo adentro. ¡Y usted que quería andar tan perfumada! 

Cuando se iba a pasear con sus amigas, parecía otra, al verla platicar con ellas, era simpática, alegre, dicharachera. Recuerdo mucho el día que así la vi y pensé en un cambio completo de su persona. Por eso cuando les abrí a sus conocidas, sólo quise mostrarles una sonrisa. Al darse usted cuenta, de la oreja me subió y encerró en mi cuarto hasta que volvió como cuatro horas después. Regresó para pegarme y amenazó con correrme de la casa por mi tontería de hablarle a las personas mayores sin su permiso, pero además, sonreírles. 

En ese tiempo tenía cuando mucho ocho años; cree usted justa esa actitud para una niña sólo deseosade compartir la felicidad de su mamá. Y hoy tengo que abrir las ventanas aunque haga frío pues los olores de su cuerpo no se aguantan aquí adentro

Así fue con mi padre y nuestros demás hermanos. Mi papá nunca pudo con usted, lo hacía como quería, le gritaba y él obedecía. Si trataba de ponerse  enérgico, a usted le daba un ataque y se empezaba a convulsionar en el suelo en medio del terror de todos. Nosotros llorando nos abrazábamos, él callaba y entonces usted hacía lo que se le daba la gana. 

No me mire con esos ojos porque todo lo que digo es verdad, usted lo sabe. Nos aprisionó en sus manos, nos deshizo con sus garras; ¿se acuerda como nos arañaba? 

Mis hermanos fueron más listos y huyeron de su lado en cuanto pudieron, sólo nosotras, por ser las mayores, no pudimos con sus reproches, con sus regaños y para obtener una sonrisa, para lograr un gesto de aprobación, hicimos lo imposible. Por eso no nos casamos, por quedar bien con usted. Pero además ni siquiera nos permitió tener novio porque en cuanto se acercaba un muchacho y le pedía permiso para platicar con alguna de nosotras, para conocernos, a usted no le parecía, lo veía feo, chaparro, prieto, flaco, güerejo, gordo, garrocha, desabrido, se burlaba de él y nos hacía sentir mal.

Del mismo modo, siempre nos regañó, nos tuvo espantadas desde nuestra niñez: “Siéntate bien y no te muevas como araña loca”; “No seas igualada, a la gente grande se le habla de usted” “Los hombres no deben ver ni el tobillo de una mujer decente” “Cuando la gente habla usted se calla” “Nada de salir a jugar, porque seguro hay niños y estos son unos demonios aunque todavía se hagan pipí en los calzones” “No camines así, pareces una cualquiera”. Y ni sabíamos a que se refería. Ahora no puedo limpiar bien sus llagas, pues con escuchar mis palabras brinca usted como perinola.

Desde pequeñas a mi hermana y a mí nos amarró, primero a la mesa del comedor, “para que no hagan travesuras” pero después ya sin cuerda, a sus faldas y nos tuvo toda la vida llenas de miedo, nomás buscando un gesto de desaprobación para cualquier cosa que hiciéramos, porque los de aprobación, no existían. Afortunadamente para ellos, después de nosotras tuvo varones, a quienes toleró un poco más y después también fue menos dura con nuestras hermanas chicas. Pero con todo y eso, en cuanto tuvieron uso de razón, todas huyeron, unas con el novio, la otra con una amiga y los muchachos a trabajar en ciudades y países distantes. 

Primero, mi padre se escapó cuando sintió que sus hijos habían crecido. ¿Se acuerda? Esa noche me despertó para explicarme porqué nos dejaba y la forma como nos enviaría dinero; recuerdo mi pregunta inocente: Oiga apá ¿Y si mi amá se enoja?

Nos daba miedo salir de la escuela pues si nos veía platicar con un niño o hablar con alguna compañera, no paraban los regaños. Si las calificaciones eran malas, entonces las cosas eran terribles, aunque la verdad no estoy segura de sí usted sabe escribir; Lo peor era que sospechara de alguna relación con un muchacho; entonces si, nos iba como en feria. Mire nomás cómo está su espalda parece un lago de aguas podridas, con partes secas, otras mojadas, pero todas apestosas y nauseabundas.

Mi hermana lo intentó el mes pasado, ya ve usted como es de desesperada; decidió ponerle el fin a todo esto. Se fue a la tlapalería de acá a la vuelta y compró veneno para ratas. Se lo dio en el desayuno, comida y cena; ¿Y usted? Como si nada, sólo obtuvo una peste mayor en sus cosas; Ni siquiera se quejó más o aumentó sus señas y gruñidos, como lo está haciendo ahorita. 

Ella estaba desmoralizada, ni dormía pensando en usted, en lo que sentiría, en sus sufrimientos; sólo lograba conseguir el sueño con mis caricias, con mis palabras de consuelo, inclusive con mis cosquillas. 

Ya ve usted como es, necesita de muchas cosas para salir adelante, le viene la depre, como dice ella. Se encierra y no habla con nadie, no permite la ayuda ni el consuelo de alguien. Pero todas estas cosas han servido para conocernos más. Recuerdo muchos sus regaños con eso de: “No me vayas a salir con tu domingo siete, por que entonces si, de dolor, le verás los ojitos a los ángeles”. Con eso no dejamos a nadie que nos tocara, eso era lo más pecaminoso y malo.

Pero ahora, en nuestro desconsuelo, en estas largas noches de guardia y desesperación, hemos encontrado y conocido nuestros cuerpos. Aunque ya están marchitos, han gozado con sentir caricias por todos lados. A ella le encanta, a mí me vuelve loca. Creo, esto es lo único bueno en nuestras vidas, caricias, placeres del cuerpo sin remordimientos, sin miedo a sí usted se entera.

Por eso le prometí hacer hoy su tarea, terminar lo iniciado por ella. Es muy fácil, le dije: Con una almohada y un pedazo de plástico usted no podrá respirar y así se acabarán los problemas para todas. Con cuidado nadie lo descubrirá. Mire, el plástico es grueso para evitar sus mordidas y, con eso las posibles huellas en su dentadura. No se preocupe, no le va a doler.

Muy bien, así quietecita vamos a estar todos mejor, trate de respirar para que sus pulmones saquen el oxígeno que aún tienen. Así, así está bien… 

No… No… 

Voy a convencer a mi hermana de que es mejor así como están las cosas, que preferimos esperar el fin natural de todo esto, hasta que Dios diga. 

Porque todo esto lo hacemos, ¡Por Usted! 

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SOBRE “EL ENIGMÁTICO” AMLO

Alfonso Ramírez Ponce

Como ustedes verán, el título de este breve texto lo he tomado de uno de los últimos artículos publicado en nuestro Blog “Arquitectura ante la 4T” por nuestro compañero Ramón Vargas Salguero. Días atrás, platicamos, pues en su texto habla de próximos escritos donde desarrollará el calificativo de “enigmático”.

En nuestra charla, cordial como siempre, me comentó que entre muchos de sus conocidos existe la idea de que AMLO trabaja intensamente y recorre el país todos los fines de semana, no porque ésta sea su función principal, sino porque su intención fundamental es reelegirse, y que esta idea colectiva se basa en su hiperactividad, en esta etapa final de su mandato. Además de que ésta ha sido una actitud recurrente en muchos políticos que lo han antecedido.

Mi replica consistió en comentarle que esto puede deberse a que no se tiene la información directa que, como todos sabemos, AMLO expresa diariamente (de lunes a viernes) en sus conferencias mañaneras, y que esta información no es la misma que transmite la mayoría de los medios masivos de comunicacióncomo la televisión, la radio, la prensa escrita e, incluso, algunas redes sociales. Algunos medios como Infodemia -citada por Fabrizio Mejía- mencionan que tan sólo durante 2022 se publicaron más de mil noticias falsas, es decir, un promedio de 3 diarias, que van desde la “magia negra” que se practica en sesiones nocturnas en Palacio Nacional, hasta la noticia de su propio fallecimiento. Los inventores de dichas noticias acusan, por lo menos, su falta de imaginación, para no decir “falta de inteligencia” -como citaba Cantinflas-, pues se les olvida que AMLO aparece, en promedio, dos horas y media diarias en dichas conferencias. Así que la noticia falsa es efímera, pues dura de una tarde o noche a la mañana siguiente. Además, le comenté a Ramón que en innumerables ocasiones AMLO ha expresado que, al terminar su mandato, se irá a “La Chingada” que, como ustedes saben, es el enigmático nombre de su rancho heredado de sus padres en Palenque, Chiapas.

Abundando, el día de hoy, 1 de febrero de 2023, a pregunta expresa sobre si apoyaría la realización de un tren ligero en Xalapa, Veracruz, contestó, palabras más o menos: “me gustaría ayudar, pero se me está agotando el tiempo y no quiero dejar ninguna obra inconclusa”.

Así que la crítica de los liberales moderados a los que Melchor Ocampo llamó “conservadores más despiertos”, tendrá que esperar sólo unos cuantos meses más, pues se definirán las candidaturas a las elecciones del próximo año.

De modo que, querido Ramón, hay que tener un poco de paciencia…

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Propuesta a la ACADEMIA NACIONAL DE ARQUITECTURA

 Alejandro Gaytán Cervantes

Históricamente, la Academia Nacional de Arquitectura es el organismo que ha representado a los arquitectos mexicanos que, desde sus diferentes campos de acción profesional, han demostrado su experiencia, con algo más; lo que ha permitido enriquecer y dignificar el florecimiento de la arquitectura que se realiza en México.

La Academia debe ser la instancia que promueva y difunda la integración de esta experiencia, con los nacientes derroteros que señala nuestra profesión, para que las nuevas generaciones enfrenten con mayores instrumentos, el mejor desempeño de su labor como arquitectos.

Desafortunadamente, por diversos factores, no se ha logrado la participación de la Academia como ese organismo aglutinador de la experiencia profesional; por lo que, ante las condiciones en que se desenvuelve la arquitectura mexicana, es necesario que la Academia fortalezca esta actividad.

Todos los honorables miembros de la Academia Nacional de Arquitectura deben encauzar sus esfuerzos en buscar la participación directa en la integración de sus talentos para ampliar el conocimiento del medio en las labores de los arquitectos en el presente y el futuro.

Por ello Proponemos:

Reestructurar a la Academia Nacional de Arquitectura, así como sus programas de trabajo, motivando la mayor participación de sus miembros en una Academia que marque las directrices, al enfrentar el futuro, conociendo las experiencias de nuestro pasado.

Como una continuidad de lo realizado hasta hoy, todos sus miembros deberán efectuar algunas acciones que permitan continuar con su participación activa dentro de la propia Academia; para ello será necesario realizar en lapsos cortos lo siguiente:

1.-   Formar un grupo evaluador de las actividades realizadas hasta hoy.

2.-   Convocar a sus miembros a efectuar una evaluación del presente de la Academia y que contenga propuestas para su futuro.

 3.-  Integrar las intervenciones de los convocados y establecer su integración, así como los procedimientos que permitan convocar a una Asamblea de análisis y los procedimientos para que la pongan en marcha en un breve plazo buscando objetivos de largo alcance

Entre nuestra propuesta planteamos lo siguiente:

A.  Formar un Banco de Datos con diferentes capítulos, que permitan contener la mayor información posible sobre las actividades que han elaborado sus miembros, así como los aspectos que son indispensables de conocer y utilizar en el desarrollo de los futuros proyectos que se lleven a cabo, así como contar con una Historia Grafica de lo realizado por sus miembros.

A.1  Dentro del Banco, establecer un archivo documental en el que cada uno de sus miembros entregue un Curriculum de acuerdo con un formato preestablecido, solo sobre las principales actividades que ha efectuado, para así conocer los trascendentes trabajos que se han realizado y hoy se efectúan en nuestro país.

A.2   Integrar fotografías y planos sobre las obras realizadas por los miembros de la Academia, con una pequeña descripción para su publicación, que marque el año de su realización, con lo que se formará un archivo clasificado de las resultantes arquitectónicas.

A.3   Formar un capítulo sobre los trabajos Teóricos, Históricos y de Análisis arquitectónico sobre las tendencias que se han producido en el país y sus posibles futuros derroteros.

A.4   Establecer una sección sobre las diferentes Tecnologías y su aplicación en las obras.

A.5  Formar un grupo de Trabajo, encargado de establecer dentro del Banco de Datos, la organización electrónica de la información obtenida, de acuerdo con el sentido profesional de los arquitectos participantes.

A.6  Encontrar los procedimientos que permitan su publicación, a la que puedan recurrir en forma universal, los interesados en el tema.

B.   Para enriquecer la nueva estructura de la Academia Nacional de Arquitectura, se propone realizar un concurso con el fin de actualizar su logotipo, ya que el existente:

v  no tiene ningún vínculo con nuestra realidad como nación, ni con nuestro tiempo.

v  Está formado por diversos componentes que son erróneos, excesivos, incomprensibles, fuera de toda actualidad, que no tienen nada que ver con la representación de la Arquitectura Mexicana de hoy, de su pasado y su futuro.

Señalemos algunos de sus contenidos a los que nos referimos:

v Su emblema es: Real Academia de Arquitectura San Carlos de la Nueva España, que además presenta una corona y nos señala como un organismo del virreinato; una entidad territorial integrante del Imperio español, que como tal desapareció hace más de doscientos años.

Aparece el lema. Plus Ultra, Usado por España como divisa en referencia al hallazgo y conquista del Nuevo Mundo.

v Como parte del pasado monárquico y colonial, se presenta una imagen de perfil de un rey que puede ser Carlos III; entre otras cosas, que no tienen nada que ver con nuestro país actual y no se considera el futuro.

v Además, lo remata una enorme corona; representación que en este país solo se usa en algunos eventos deportivos.

v Es necesario cambiar este concepto y que la presentación gráfica de la Academia Nacional de Arquitectura tenga una percepción diferente de lo que debe ser su imagen en este mundo que avanza y cambia a pasos agigantados.

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Buscar tres identidades

El Zócalo, plaza de la Cuarta Cultura

Rubén Cantú Chapa

La plaza de la Constitución de la ciudad de México denominada el Zócalo, fue considerada por el semanario francés L´Express como la sexta más bella del mundo, escrito por el periodista Philippe Coste. La noticia la dio a conocer en agosto de 2005.[1] Las cinco plazas que la anteceden son: la Plaza Roja de Moscú, la Tiananmen de Pekín, la Times Square de Nueva York, la Concordia de París y la plaza de San Marcos en Venecia.

[1] Nota periodística de Cecilia Téllez Cortés en la Sección Metropolitana del periódico Excélsior, 18 de agosto de 2005.

Las consideraciones para tal distinción fueron expuestas ampliamente en dicho semanario con una serie de hechos históricos hasta nuestros días. Cabría agregarle en una propuesta de definición objetiva, que la plaza del Zócalo es a la fecha, el resultado del desenvolvimiento de cuatro culturas, debido a la función adquirida de escenario y testigo de los grandes acontecimientos locales y nacionales. Al desenlace de las tres culturas denominadas clásicas, la prehispánica, la colonial y la moderna, podemos agregarle una cultura más, la que surgió del papel de representación de los grandes problemas nacionales de la economía y la política en el propio espacio público del Zócalo durante el último tercio del siglo pasado hasta la fecha, es decir, la que nació de un proceso urbano con expresiones históricas de las luchas sociales urbanas principalmente.

El Templo Mayor fue testimonio insobornable de la defensa de Tenochtitlán y la vida citadina de la época, y de su edificación aún quedan sus cimientos y diversas elevaciones recientemente restauradas que dan una imagen de lo que fue la grandiosa construcción que existió hasta la cúspide de la pirámide. Después la arquitectura colonial dio fe de los sucesos de tres siglos de dependencia de la metrópoli española y posteriormente la contemporánea; aunque esta última arquitectura alrededor del Zócalo se realizó con referencias coloniales.

La belleza del Zócalo es un hecho histórico-social como resultado del ambiente socio urbano-arquitectónico ahí creado, así como del impulso de la sociedad, del desenvolvimiento contradictorio del Estado mexicano y de un proceso urbano en el ámbito de un desarrollo contradictorio y desigual con una alta concentración de la riqueza en un sector minoritario de la población.[2]

[2] El 10% de la población más acaudalada del país concentra una porción del ingreso equivalente al que obtiene 70% de los hogares de México, de acuerdo con un reporte divulgado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) (La Jornada, 30 de septiembre de 2006).

El Zócalo bien puede recibir la denominación de la plaza de las cuatro culturas, porque además de ser el espacio depositario de la historia y a la vez realizador de la misma historia, es el lugar donde se guarda la mayor parte del pasado cultural de la ciudad y la nación, además de protagonizar los problemas más agudos del país y asumir el papel de Centro Histórico crítico porque ahí se ejerce el uso público de la razón, la legitimidad de los movimientos sociales y la crítica al orden establecido.

Ahí, en el Centro Histórico surgió también un ambiente sociourbano, donde la sociedad rescata el espacio de vastas raíces culturales e identidad nacional para manifestar una y otra vez las demandas sociales no satisfechas, ancestralmente prometidas. La mayor belleza del Zócalo la contemplan los sectores y clases sociales cuando acuden a expresar sus inquietudes en un ambiente sociourbano-arquitectónico de patrimonio cultural, bien porque se conmemora los días de la Independencia nacional (15 de septiembre) o la Revolución mexicana (20 de noviembre) o porque se manifiestan el 1º de mayo y demás días de marchas al demandar la solución a los problemas sociales más sentidos, como ha sucedido desde el último tercio del siglo pasado a la fecha.

El carácter del Centro Histórico de la ciudad de México va más allá de ser el espacio depositario de la historia y un lugar donde se guarda la mayor parte del pasado cultural de una ciudad o una nación. Acrecentó su esencia y naturaleza con el surgimiento del medio ambiente sociourbano en el área, que resultó del ingreso de nuestro país en el proceso de globalización y en el que ahora ahí, el Centro Histórico, protagoniza los problemas más agudos del país. Brotó ese entorno ambiente sociourbano, territorio-sociedad, pero también lo crearon la actividad y las movilizaciones social en el sitio. Es, recientemente, el escenario urbano donde la sociedad se ha manifestado una y otra vez desde el advenimiento de esa globalización, para exigir una correspondencia racional y equitativa en su relación con lo local (nación) y con lo global (el planeta).[3] Como la calle donde se expresa de manera cotidiana los resultados de la política neoliberal, el Centro Histórico, también es el punto de inflexión de la globalización y el resultado de casi tres décadas que hubo del cambio del proyecto de nación que emanó de la primera revolución social del siglo XX.

[3] Rubén Cantú Chapa, Globalización y Centro Histórico, ciudad de México, México, Plaza y Val- dés, 2005 (contraportada).

La incorporación del patrimonio cultural del Centro Histórico como escenario a las actividades de la sociedad civil y como espacio actor, es un hecho reciente su protagonismo como resultado de los cambios en el proceso productivo y las actividades económicas predominantemente financieras, así como de prácticas políticas de quienes asumen la responsabilidad del Estado mexicano. Transformado el sitio histórico y declarado patrimonio de la humanidad, tiene un ambiente sociourbano, diferente al que hubo durante casi todo el siglo XX y no presentado antes, más que a principios de ese siglo durante la Revolución mexicana. El Centro Histórico asume luego una nueva función durante el proceso urbano, el protagonismo crítico-político, social y cultural en el ámbito del desarrollo como respuesta local y la contraparte al proceso globalizador.

La constante movilización social en esa área de la ciudad, originada por los problemas de la economía y las prácticas políticas, entra en la cultura de la sociedad como nunca. La sociedad urbana rescata las contradicciones sociales anteriores que trajo el capitalismo industrial y la lucha de clases ahí desarrolladas, cobran nuevas formas con los problemas urbanos de las grandes aglomeraciones humanas. Sin la comprensión de la esencia que adquirió el Centro Histórico en las últimas décadas, difícilmente podrá establecerse un programa de protección del espacio, su preservación, así como la identidad del lugar. El problema luego de la salvaguarda del Centro Histórico de la ciudad de México parte necesariamente de la comprensión de la nueva función urbana asumida ante los problemas de la sociedad.

La caracterización del Centro Histórico es a partir de la nueva función y proceso urbano que adquirió en las últimas décadas y particularmente durante el transcurso de globalización en la que está inmerso nuestro país. Se intenta, por lo tanto, identificar las partes o sectores urbano-arquitectónicos del Centro Histórico que la sociedad civil le asignó y lo que las instancias político-administrativas ordenaron. Asimismo, se trata de describir los valores fijados en el área, en lo histórico, cultural, económico, político y social. Se procura entonces, analizar la transformación del Centro Histórico en las dos últimas décadas, durante el proceso globalizador y explicar los cambios ahí efectuados, como parte fundamental para su mejor restauración y salvaguarda. Se propone, además, describir el medio ambiente sociourbano ahí creado al finalizar el siglo XX por la asimilación de los diversos sectores y clases sociales que ahí permanecen una y otra vez, y los intentos de apropiación cultural, social, políticos y económicos, por los gobernantes elegidos democráticamente y/o asociados con los capitales ubicados en los medios de la información, comunicación y electrónicos, en los últimos años.


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En la ciudad de la Plata y en la casa Curutchet.

Gerardo G. Sánchez Ruiz

En la búsqueda experiencias del Urbanismo en América Latina, había que hacer una visita a la ciudad de la Plata al parecer la primera ciudad planificada bajo los cánones del urbanismo en la región, a la que se puede llegar en autobús en una hora desde Buenos Aires. Su historia parte de cuando Buenos Aires se proclamó Capital Federal de la República Argentina en 1880, decidiéndose trasladar al gobierno provincial a una nueva localización.

Al investirse en 1981 al Dr. Dardo Rocha como gobernador provincial de Buenos Aires, ya se visualizaba la creación de la nueva urbe, señalándo éste al respecto: “Debemos esperar que en un breve tiempo levantemos una ciudad populosa y floreciente que, para las necesidades administrativas y políticas, reemplace en cuanto sea posible a la antigua capital”[1]

[1] La Plata Mágica, 2023, “La Fundación de La Plata”, disponible en http://www.laplatamagica.ar/?page_id=805.

El proyecto fue encargado a un grupo de profesionales dirigido por el Ing. Pedro S. Benoit, la estructucturación partió de un cuadrado con calles en damero, dos avenidas, todo atravesado por diagonales y en sus cruces se colocaron plazas o jardines (Ver Figura 1); en el trazo final aparecieron tres avenidas que que junto a diagonales parten del parque formando una estrella.

Plano original ciudad de la Plata. Tomado de La Plata mágica.[2]

[2] Idem.

La primera piedra se colocó el 19 de noviembre de 1882, visualizandose como una ciudad que al tomar los principios proclamados por el urbanismo, los cuales venían estructurándose desde mediados del siglo XIX particularmente en Europa, fueron apropiados por los profesionales argentinos mostrando una alto grado de percepción y aprendizaje de la disciplina.

Al caminar por calles y avenidas se siente la amplitud pretendida por quienes dieron carácter de disciplina al urbanismo, ¾en ese momento autodenominados higienistas y principalmente alemanes¾, al plantear vías que permitieran el paso del aire y sol libremente, por supuesto la forma de la traza apuntó a permitir un buen funcionamiento a la ciudad en tanto aquellos justificaron teóricamente trazos en damero y diagonales, de igual manera, con la inserción de áreas verdes y el tratamiento a edificaciones muestra las ideas de lograr una mejor “aireación” a la ciudad junto con su embellecimiento.

Y en efecto algo que luce La Plata son áreas verdes en avenidas, jardines y plazas, lo cual era representativo de la manera de idear e intervenir a las urbes en ese siglo XIX, en esa idea se insiste, de proporcionar oxígeno a la ciudad y embellecerla. Lastimeramente los proyectos van siendo arrasados por su realidad, y la Plata como otras ciudades se observa inundada de automóviles que ahora dominan en el paisaje urbano, compitiendo en cuanto a espacios con las áreas verdes (ver figura 2).

Figura 2. La avenida 53 conservando el planteamiento original en su arbolado. Fotografía del autor, 2022.

Buscar edificaciones representativas del lugar implica caminar, como ocurre en otros lugares, no es difícil ubicarlos ya sea por las bondades del internet o porque la gente en este caso los argentinos se afanan por ayudarle a uno a situarse en cualquier lugar. La visita fue en octubre de 2022, después de recorrer desde la estación de autobuses varias calles, un primer punto de visita fue la Universidad Nacional de La Plata con edificios con arquitectura del siglo XIX y XX, amplios jardines, ambiente universitario (Ver figuras 3 y 4) y sin uso de cubrebocas pues las disposiciones del gobierno de la ciudad lo permitían, para mi fue un gran respiro caminar sin aquel.

Figura 3. Universidad Nacional de la Plata. Fotografía del autor, 2022.

Figura 4. Patios y jardines de la Universidad. Fotografía del autor, 2022.

Haciendo mi recorrido en ese campus, un grupo de jóvenes me abordó para saber que hacía yo ahí pues no paso desapercibido como mexicano, por lo que al comentarles mis intereses me dieron santo y seña de edificios importantes que había que visitar, por supuesto por el tiempo no hubo la oportunidad de vistarlos, pero me encaminaron hacia la casa que en esa ciudad proyectó Le Corbusier. ¡Gracias muchachos!

Y en efecto la obra de ese afamado arquitecto se encontraba a pocas calles (Ver figura 5), no obstante ocurrió que ese día no se abría la casa al publico, le dije a quien fungia de encargado en ese momento porque iba a recibir a estudiantes que harían un documental de la casa, que venía de México a tomar fotos e inmediatamente me dijo: “ya lo había advertido, claro que puede pasar y tome sus fotografías”; me comentó algo de historia y de las partes del proyecto y “pásele”… gracias… a recorrerla y fotografíar.

Figura 5. Casa Curutchet, fachada principal. Fotografía del autor, 2022.

El proyecto se hizo para el Dr. Pedro Curutchet quien tenía la necesidad de una casa habitación que contara con un consultorio, de acuerdo con Minervino (2017) una hermana de Curutchet viajó a París en 1948 para reunirse con Le Corbusier y plantearle el encargo, “el arquitecto se entusiasmó con la obra, sobre todo, según le refirió a su cliente, por el desafío de reunir en una vivienda la doble función de estudio profesional y casa familiar”; de manera que en “abril de 1949, le remitió al médico los primeros dibujos de la casa. Siete ilustraciones en tinta, cuatro de ellos plantas, unos cortes y una perspectiva de la terraza-jardín” junto a varias fotografías de la maqueta,[3] como Le Corbusier no podía trasladarse a la Plata la obra fue encomendada al arquitecto argentino Amancio Williams.

[3] Mario R. Minervino, “Casa Curutchet: una obra con demasiada luz (la otra cara de la moneda)” en Obras y Protagonistas, disponible en: http://www.oyp.com.ar/nueva/revistas/250/1.php?con=8.

Por supuesto el resultado fue una casa que rompió con el entorno de siglo XIX, una casa funcional con otra estética y sobre todo llena de luz, es difícil realizar una crítica porque a todas luces la casa debió haber funcionado. Es muy clara la división de casa con el consultorio situación resuelta, con un vestibulo del que parte una rampa que conduce a un pequeño vestibulo donde ésta continua rumbo al consultorio y, con unas escaleras se accede a la zona de habitación.

Los distintos espacios (Ver figuras 6 a 10) muestran la pertenencia funcionalista y estética planteados por Le Corbusier, algo que al concluirse la obra debe haberse disfrutado con mayor gozo, es la terraza cuya vista da a una gran área verde de la Plaza Rivadavia. Los espacios no son muy grandes pero seguramente fueron suficientes para ser habitados y servir para ejercer parte de la profesión de su dueño.

Figura 6. El vestíbulo y el encargado de la casa. Gracias. Fotografía del autor, 2022.

Figura 7. La rampa de acceso a otra rampa y escaleras. Fotografía del autor, 2022.

Figura 8. Interior de la casa. Fotografía del autor, 2022.

Figura 9. La terraza. Fotografía del autor, 2022.

Figura 10. Fachada Posterior. Fotografía del autor, 2022.

De ese paso por la casa Curutchet a sugerencia de los jóvenes que se preparaban para la realización del documental, había que caminar hacia la Catedral de la Inmaculada Concepción (Ver figura 10), una edificación neogótica de amplias dimensiones que tuvo intrincados problemas para su edificación pues se inició en 1885 y concluyó hasta 1999. Había que atravesar calles imaginar a ingenieros y arquitectos para dar solución a esquinas, por supuesto el ambiente simpre con amplias areas verdes (ver figura 11, que es el toque de ciudad de la Plata al menos en su parte fundacional, porque pese a intentarse seguir la traza, la topografía del lugar ha obligado a crear nuevas calles y en otras direcciones.

Figura 11. Plaza San Martín. Fotografía del autor, 2022.

La monumental Catedral en neogótico, se localiza en un borde de la Plaza Moreno (Ver figura 12) tiene al frente y al otro lado al edificio de la municipalidad (Ver figura 13), por supuesto la plaza es bastante amplia con abundantes áreas verdes jardines, donde se dan lugar distintas actividades que la hacen un espacio por demás vivido sus habitantes. Por supuesto como parte de la perspectiva de progreso de sus habitantes, la plaza se ve rodeada por algunas edificaciones de principio del siglo XX y del presente, ni modo: las imágenes modernas de la ciudad.

Figura 12. Catedral de la Inmaculada Concepción y la Plaza Moreno. Fotografía del autor, 2022.

Figura 13. Vista de la municipalidad desde la catedral. Fotografía del autor, 2022.

Una ciudad para un visitante es disfrutar espacios, observar actitudes de habitantes, interactuar, comerse y beberse algo del lugar… lastimeramente los tiempos no alcanzan para recorrer una ciudad como la Plata la cual en el presente agrupa a cerca de 900 000 habitantes, entonces… para la otra. Por supuesto gracias a los platenses por su siempre hospitalidad.


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50 años de autogestión. Aporte a la formación profesional

Por José Víctor Arias Montes

EL AUTOGOBIERNO es una experiencia académica y pedagógica que emergió en abril de 1972 en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura (ENA) de la UNAM. Su surgimiento fue producto de condiciones específicas relacionadas con los aspectos académicos, administrativos y político-ideológicos que vivió la ENA desde principios de la década de 1960 hasta aquel año, en que trató de mejorar las condiciones de su vida académica. Pero no solo su surgimiento se debió a las condiciones internas, también en ella confluyeron las circunstancias externas a la ENA y a la UNAM que se entretejieron con lo que sucedía en esos años y que alentaron a éste y a otros movimientos académicos a delinear con mayor detalle sus propuestas transformadoras; es decir, el espíritu de esa época alimentó a esas corrientes estudiantiles y magisteriales en su búsqueda por construir un mundo académico mejor y de mayor compromiso con los problemas sociales.

Los resultados a los que llegaron los movimientos en la UNAM y en otras instituciones de educación superior en el país, no fueron homogéneos ni se mantuvieron estáticos en el tiempo; por el contrario, todos experimentaron cambios de todo tipo, incluyendo su extinción.

Como experiencia académica, el Autogobierno planteó y experimentó una serie de acciones que seguramente no se pueden copiar o extrapolar al presente, pero hay otras que sin duda continúan vigentes y que han dado frutos positivos en la vida académica de la hoy Facultad de Arquitectura.

Actualmente, y después de 50 años, persisten en algunos de los talleres de la Licenciatura de Arquitectura y en el Programa de Maestría y Doctorado —en los campos de conocimiento de Investigación y Docencia y Análisis, Teoría e Historia—, ideas que mantienen vivo ese espíritu autogestionario y crítico sobre los procesos de enseñanza, aprendizaje e investigación de la arquitectura y el urbanismo. Muchas de esas ideas se han actualizado y adecuado a las circunstancias presentes, otras se han dejado de lado y, otras más, son productos novedosos de sus protagonistas.

En ese amplio marco, esta narración con diversas entregas pretendió exponer, interpretar y fijar, una postura respecto a lo sucedido a lo largo de esos años. Por lo mismo, difícil resultó estructurar la narración a partir de una selección de hechos históricos que, desde el punto de vista de quien los escribió, pueden enriquecer los relatos de la existencia histórica del Autogobierno. En toda esa dimensión interpretativa  concurren otras interpretaciones de esta experiencia autogestionaria, mismas que aportan incuestionables puntos de vista que seguramente enriquecen las actuales prácticas académicas que continúan orientando los cambios en la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

La pregunta es obligada: ¿es necesario, para explicar el presente, estudiar el pasado? Nos parece que el presente no se puede explicar cabalmente si no conocemos por qué estamos así, de dónde provienen nuestros problemas y lo que se hizo o intentó para solucionarlos. De ahí que consideremos fundamental estudiar el pasado para aclararnos el presente y construir un futuro mucho más viable en función de nuestras circunstancias.

¿La situación actual de la Facultad amerita una revisión de su pasado? Cuando menos nos parece que hay que mantener vivo el espíritu crítico —que no destructivo— al revisar el presente y observar su desarrollo en el pasado más cercano. Lo mismo puede decirse del modelo pedagógico adoptado para el plan de estudios actual (2017) que no cumplió con las expectativas planteadas.

Respondiendo a esta última pregunta, diremos que en el momento actual no se retoman, con espíritu crítico y autocrítico, las experiencias pasadas para enfrentar dicha problemática. Por tanto, el Autogobierno es un referente, pero tampoco es el único en la historia de la Facultad.

La experiencia autogestiva, fruto de influencias diversas, es una de las aportaciones de mayor envergadura que dejó el Autogobierno. No debiera reducirse esa experiencia a la adopción de una estructura de autogobierno sino, fundamentalmente, llevarse al plano más elevado de la autogestión pedagógica; aquella que impulsa que los estudiantes sean los que determinen los conocimientos principales que se han de considerar para su formación profesional. Romper esos mitos que censuran y limitan  a los estudiantes para participar en esos procesos es negar en principio la posibilidad de que ellos tomen conciencia de su propio papel en su formación.

El primer congreso del Autogobierno, realizado en diciembre de 1975 para definir el Plan de Estudios de éste, fue una experiencia autogestiva que sobrepasó con mucho la idea tradicional de que los estudiantes no están capacitados para llevar a cabo tales definiciones. Lo que se mostró ahí fue que, en ciertas condiciones, los estudiantes son capaces de eso y más.

Efectivamente, en el presente, las condiciones no son las mismas de aquellos años; especialmente las derivadas de la presencia de una generación que vivió, plenamente o en partes, el Movimiento de 1968 y que supo o escuchó lo que sucedía en otras regiones de un mundo convulsionado estructuralmente. De ahí que sea válido recalcar que la toma de conciencia, como lo planteara José Revueltas, inicia por tomar conciencia de la realidad nacional que contextualizó esos años.

Pues sí, los años sesenta marcaron el principio del fin de muchas cosas, pero también grabaron el inicio de otras nunca antes vistas, como los procesos pauperizantes de millones de mexicanos que hoy se debaten en la extrema pobreza y que simplemente no podrán pagar los servicios de un arquitecto en sus condiciones actuales, ni contar con un espacio habitable que les permita vivir y reproducir su vida dignamente pues sus ingresos no alcanzarían para cubrir esas necesidades básicas, históricamente consideradas como necesidades humanas.

La reivindicación histórica, iniciada a inicios de la década de los años sesenta en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura, respecto al conocimiento de la realidad nacional no fue una ocurrencia o capricho; fue resultado de las limitaciones de los distintos planes de estudio y de la programación de los ejercicios del taller de proyectos respecto a la formación de los arquitectos para insertarse en una realidad social que la ENA no contemplaba en los contenidos académicos. Súmese a estos datos, otros más, por ejemplo: los déficits de equipamientos o de servicios o las necesidades de diseño o rediseño de ciudades, poblados, colonias o barrios, y se tendrá un marco referencial amplio que no debiera ser marginado de los planes de estudio de arquitectura.

Los estudiantes, principales promotores de esta reivindicación insistieron, desde esos momentos, en que esa realidad debía considerarse como marco de su formación y su conocimiento parte de los contenidos académicos para el estudio de esa realidad. Ello conforma entonces el principio básico de la formación en el marco del compromiso social del universitario.

En la actualidad, se mantiene en los programas académicos ciertos apuntamientos para que esa realidad sea considerada en la formación profesional. Sin duda, es una aportación más de esa experiencia autogestionaria.

De ahí se sustenta parte de los principios para que el taller de proyectos se transformara en un taller que integrara los conocimientos necesarios y suficientes para que los ejercicios de proyectos se trabajaran bajo la óptica totalizadora dentro del marco de esa realidad.

El Taller Integral no fue entonces, bajo esa perspectiva, una creación vana sino una aspiración legítima y otra creencia fundamental en la formación profesional acorde a esa lacerante realidad. Incluso, actualmente algunos grupos continúan instrumentando novedosos métodos para continuar con el diseño participativo o colaborativo con sobresalientes éxitos en las soluciones planteadas.

Las experiencias que los grupos y talleres impulsaron en esos años, ofrecen un abanico imprescindible de estudiar para retomar de ellas lo que tengan de actualidad y darle cuerpo a las ideas que constantemente se citan en los planes de estudio, incluyendo el actual Plan 2017.

El Autogobierno, entonces, debe verse como un movimiento que aportó una novedosa manera de trabajo a partir del Taller Integral y el principio de la vinculación popular —instrumentado académicamente como Extensión Universitaria— que debieran valorarse como vigentes y, por lo tanto, necesarios en la declaración de un marco social de los planes de estudio.

Todo ese trabajo de vinculación, realizado exitosamente por el Autogobierno, en colonias y con organizaciones populares se expandió a otros ámbitos, ganando con varios de esos trabajos tres premios internacionales de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA).

El primero, como ya se comentó lo ganó el Taller Siete en 1978, en la reunión de la UIA realizada en México con el tema “Espacios administrativos para comunidades de 10,000 a 50,000 habitantes”; el segundo, el Taller 5, en la reunión celebrada en Varsovia en 1981 con el “Plan alternativo para la rehabilitación urbana en Tepito”; el tercero, el Taller Seis en la UIA en París en 1983, con el proyecto “Vivienda ecológica en autoconstrucción en Chempil, Chiapas. Además, se obtuvieron varios reconocimientos, incluyendo uno otorgado por el Presidente de la República por la participación en la reconstrucción de la ciudad con motivo de los sismos de 1985.

Asimismo, las publicaciones detonaron una de las expresiones más genuinamente universitarias, mismas que se conservaron y ampliaron a lo largo de la experiencia autogobiernista: las revistas arquitectura autogobierno, Tabique, Textos, Documentos son el mejor reflejo de un sinnúmero de aportaciones al ámbito editorial de la Facultad de Arquitectura.

Lo ocurrido al inicio de la década de los 70 y, en especial a lo emprendido en aquellos días de abril de 1972 creó, en una gran cantidad de universitarios, la imagen de un mundo distinto; uno que rayando en la utopía, nos hizo creer que todo cambiaría y que, por fin, vendría uno lleno de felicidad donde todos tendríamos cabida sin importar la nacionalidad ni el color de la piel, donde se abolieran las clases sociales y la ideología perniciosa capitalista y donde la autogestión fungiera como uno de los instrumentos fundamentales de la transformación social.

En el transcurso de ese cúmulo de años a la fecha, vivimos distintos hechos que de variadas maneras nos dejaron una profunda huella: como heridas que al ir cicatrizando y observarlas de reojo, renuevan en nuestra memoria distintas imágenes de las experiencias que las causaron. De entre todas esas buenas y malas imágenes, hay algunas que se nos aparecen cotidianamente a la menor insinuación haciéndonos recordar sus causas. Así, nuestras vidas han transcurrido no sólo viviendo el aquí y el ahora, sino también recordando continuamente el pasado que dejó esa profunda huella de lo que hoy somos. No está por demás ratificar que no hay presente sin pasado que lo explique suficientemente y a partir de éste construir un futuro deseable para no quedarnos en una utopía más, de tantas que seguramente construimos a lo largo de nuestras vidas.

En todo movimiento universitario aparecen contradicciones; en algunas, como las surgidas en el desarrollo del Autogobierno, se mostraron los aspectos más oscuros que lo llevaron a su propio ocaso. La lucha interna por asumir la dirección del movimiento, llegó a los límites a los que la izquierda mexicana arribó hace años y de donde no ha podido salir. Una lucha donde casi nadie queda vivo.

Quizás ahora, después de 50 años, es tiempo de volver a narrar esas historias y aceptar lo que es real: el Autogobierno aportó a la mejora académica de la Facultad de Arquitectura; sus ideas, en general, siguen vigentes; pero tal y como surgió, no volverá a hacerlo. Es más, no habrá otro Autogobierno igual a aquél. Existen, eso sí, otras vivencias que han retomado lo mejor del pasado lejano y reciente, para construir un futuro acorde a las circunstancias actuales.

Por eso mismo, los herederos de esa experiencia autogestionaria continúan, a su manera, avanzando con sus propias creencias y posibilidades en un camino no libre de escollos. Creencias que enfrentan un aislamiento casi permanente y que les impide desarrollarse plenamente.

Concluyendo: dedicamos esta larga narración, con mucho afecto, a tod@s l@s autogobiernistas que ya no están presentes y que sin ell@s esta experiencia autogestionaria no hubiera alcanzado todos los éxitos aquí reseñados:

Jesús Aguirre Cárdenas, Arturo Albores Velasco, Raúl Arana Aguilar, Enrique Ayala Alonso, Jesús Barba Erdman, Octavio Barreda Marín, Héctor Barrena Lozada, José Luis Benlliure Galán, Erich Cardoso Gómez, Carlos Castillo Zavala, Max Cetto Day, Benjamín Ciprián Bolaños, Víctor Coreno Rodríguez, José Correa García, José Alberto Díaz Jiménez, Ricardo Flores Villasana, Jorge García Olvera, Carlos González Lobo, Mario Huerta Parra, Mario Larrondo Shields, Rafael López Rangel, José Luis Marroquín Casillas, Vicente Martín Hernández, Reine Mehl de Weatherbee, Elia Mercado Mendoza, Alfonso Nápoles Salazar, Alejandro Navarro Arenas, Carlos Noyola Vázquez, Rodolfo Pérez Paredes, Germinal Pérez Plaja, José Antonio Ramírez Domínguez, Carlos Ríos Garza, Josefina Saisó Sempere, Álvaro Sánchez González, Beatriz Leonor Sánchez de Tagle Lozano, Enrique Santos Ruiz, Jorge Solórzano García, Elidhe Staines Orozco, Javier Velasco Sánchez… y de otros más: académicos, estudiantes y administrativos, cuyos nombres se escapan a la memoria.

Para finalizar: como diría Federico Engels: “Cuando nos paramos a pensar sobre la naturaleza, o sobre la historia humana, o sobre nuestra propia actividad espiritual, nos encontramos de primera intención con la imagen de una trama infinita de concatenaciones y mutuas influencias, en la que nada permanece en lo que era, ni cómo y dónde era, sino que todo se mueve y cambia, nace y perece…”

Así es, y así fue.

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El atleta

M. Alejandro Gaytán C.

Sentía el correr del tiempo en su última oportunidad, por eso debería de serenarse y volver a empezar, pues sus marcas anteriores estaban muy por debajo de lo necesario para hacer un buen papel.

Desde donde Mario estaba, no se escuchaban los gritos lejanos de su entrenador, quien para darse a entender, hacia distintos ademanes y señas con ambas manos.

-Ea… Mario… te toca.

En cuanto vio que se aproximaba su última participación, sintió un deseo inmenso de huir, de correr, escapar y olvidarse de la prueba; pero el recuerdo de Luisa y de la sugerencia hecha en su última carta, en la que le había prometido estar hoy presente en las tribunas del estadio y él, a cambio, señalar su presencia por medio de una medalla en su prueba; cualquiera, incluso de tercer lugar, le proporcionó el valor suficiente como para dirigirse otra vez hacia el campo. 

Luisa lo había convencido de hacer hoy, en estas competencias atléticas, su máximo esfuerzo. Le hizo comprender que este desafío era una batalla por ella, por él mismo, y por todos los que luchaban, como ellos, simplemente por subsistir.

Junto a Mario pasó un hombre gigantesco con una cara triste y mirada compungida, ya que su mejor lanzamiento había estado muy por debajo de los punteros de la prueba.

Cuando fue su turno, Mario se quedó quieto, agachado, hasta concentrarse totalmente. El tiempo no le importó, duró así hasta que a los presentes se les hizo interminable.

De pronto corrió. Primero lo hizo lentamente… Amacizó el paso, levantó más las piernas en cada zancada; midió la distancia que lo separaba de la línea de marca. Llegó como acostumbraba a hacerlo, con el pie izquierdo. Al momento de saltar, los músculos de sus piernas y abdomen se contrajeron completamente y sintió como la vista se le volvía nebulosa. 

El momento que pasó en el aire le pareció eterno. Movió ambas extremidades varias veces mientras surcaba el espacio; trató de ser consciente sobre la forma en que caería. No debía perder un sólo centímetro; por fin llegó a tierra; lo hizo como lo había entrenado por tanto tiempo.

La ovación fue instantánea; sin precisarlo, todo el mundo presentía que, por mucho, se había roto la marca. 

No se alcanzaban a entender las palabras del entrenador. A lo lejos, sólo se veían sus gestos, sus ademanes; con ellos expresaba: ¡Bien, muy bien, has estado genial!

Los jueces homologaron su marca con el récord establecido en eventos anteriores. Se oyó la voz del locutor por el sonido del estadio: 

-El competidor Mario Arango, ha impuesto un nuevo récord en estos eventos; además, se acerca a la plusmarca mundial: El registro establecido fue de……

No se logró escuchar la extensión que había tenido su salto largo, por el ruido ensordecedor del público. Luisa, en las tribunas, como era natural no gritaba; sólo se le veía aplaudir y llorar.

Mario tomó la toalla, se limpió el sudor. Tuvo necesidad de levantar los brazos para agradecer la ovación del estadio en pleno, lo hizo, pero sentía con mayor fuerza unas ganas inmensas por escapar de todo lo que acontecía a su alrededor.

Dos guapas y jóvenes mujeres se acercaron corriendo a donde se encontraba: 

– ¿Nos das tu autógrafo?

Tomó el lápiz y la pluma que le ofrecían y estampó unos garabatos, acompañados por una firma incomprensible.

Cuando Mario se retiraba le dijeron a gritos:

-Gracias Mario, muchas gracias… ¿Vas a competir en otra prueba? O te podemos invitar a conocer la ciudad y a cenar…

Al mismo tiempo, un reportero con el micrófono en mano, corrió a entrevistarlo, trató de alcanzarlo y al no conseguirlo con voces fuertes le pidió unas palabras.

Mario continuó su camino sin atender las frases dirigidas a él. 

Las muchachas se alejaron, cohibidas, desconcertadas; el periodista le gritó:

-Está bien que tu victoria fue excelente, pero ¿no se te hace muy pronto para que se te haya subido? Payaso… presumido.

Mario no volteó, siguió su camino rumbo a las tribunas. Iba a buscar a Luisa. Por su sordera no le afectaba la algarabía en las tribunas, lo único que sentía era, como Luisa, su felicidad. 

Su victoria sólo era un paso más, en su enorme batalla, con todos los mal llamados sordomudos, en su necesidad de sobrevivir en un mundo hostil e indiferente.

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Sobre el lenguaje 6. Habitadores o usuarios

“Yo soy el espacio donde esto”

(je suis I’espaceou je suis)

Noël Arnaud

Alfonso Ramírez Ponce

Recientemente, cayó en mis manos un texto sobre el tema de este artículo. No encontré a su autor que expresaba algunas ideas que nosotros hemos trabajado desde hace muchos años. La principal se refiere a la definición de la relación entre los seres humanos y la arquitectura, es decir, los espacios que habitamos. El filósofo alemán Heidegger escribió: “la única posibilidad que tiene el hombre para ser y estar en el mundo, es habitándolo”. En este orden de ideas, definimos a la arquitectura como la ciencia y el arte de pensar, proyectar y construir los espacios que habitamos. Por lo tanto, nuestra relación con los espacios arquitectónicos se define por la acción de habitar. Contradictoriamente, en la enorme mayoría de las escuelas de arquitectura -por no decir en todas-, tanto profesores como alumnos emplean la expresión “los usuarios de la arquitectura o la arquitectura y sus usuarios”, como en texto que cité en un principio.

Que es inevitable recordar el concepto de “valor de uso” en los textos marxistas. En ellos coma se menciona que todos los objetos tienen diversas propiedades que los hacen diferentes y, en consecuencia, tienen” distintas modalidades de uso”. Por tanto coma la pregunta es inmediata: ¿cuál es la modalidad de uso de los espacios arquitectónicos o de la arquitectura? La modalidad de uso es la habitabilidad. Entonces, la esencia de la arquitectura es dicha habitabilidad. Los objetos arquitectónicos tienen que ser habitables o son simples edificaciones.

Para muchos, el término “habitador” puede parecerles un neologismo, pero he aquí que no lo es, mis lo he encontrado, ni más ni menos, en don Miguel de Cervantes Saavedra que, hace poco más de cuatro siglos, escribió: “Don Quijote de la Mancha de quién hay opinión por todos los habitadores del distrito del campo de Montiel que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos”. Además, el sufijo -tor o -dor etimológicamente significa el que realiza la acción, y la relación entre la arquitectura y sus habitadores va mucho mas allá de la idea del uso que coma para Ortega y Gasset coma es irracional porque las cosas las usamos por costumbre coma en cambio la relación de los seres humanos con los espacios que los envuelven es mucho más profunda y permanente.

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Ciudad y ciudadanos

Jesús Tamayo Sánchez

Desde su nacimiento, hace más de 6 mil años, las ciudades se expanden al ritmo del crecimiento natural de su población. A lo largo de los siglos, este crecimiento fue interrumpido por las pandemias o por las guerras entre tribus o comunidades.

Lento pero seguro, el crecimiento urbano se dio a lo largo del tiempo. Hoy sabemos que ya en años tan recientes como 1810 la antigua Londres, ya desatada por la Revolución Industrial, habría de alcanzar el millón de habitantes. Pronto, en el viejo continente seguirían su ejemplo otras ciudades que devinieron también en millonarias.

La vida urbana observada en las primeras ciudades industriales estaba lejos de ser la ideal; el smog industrial londinense se hizo famoso a lo largo del globo. no sólo el smog sino la insalubridad trajo consigo innumerables epidemias.

La vida urbana se tornó indeseable, El tránsito vehicular, el ruido de las industrias, la insalubridad y lapérdida de la movilidad personal, la pobreza y la delincuencia urbanas (no es casual que las novelas policíacas y de terror hayan nacido en la isla británica). En suma, la modernidad, pronto se caracterizó por sus debilidades.

Frente a esta realidad intolerable, habría nacido finalmente, a mediados del siglo XIX, una disciplina llamada urbanismo cuyo objeto de estudio era precisamente la ciudad, su historia, sus características y, por supuesto, sus debilidades; por tanto, su sugería rumbos a seguir; en materia de su crecimiento, nacieron así los primeros planificadores urbanos quienes ya en años recientes sugerían e indicaban cómo y dónde debería crecer y distribuirse el espacio urbano.

Poco éxito real debieron haber tenido estos primeros planificadores urbanos, porque ya para mediados del siglo 20, la primera organización internacional nacida de la posguerra, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, se declaró altamente preocupada por el estado de las ciudades del globo, es decir, del hábitat humano, y en 1976, En una primera conferencia al efecto, en Vancouver, Canadá, creó y llamó HABITAT así a su brazo ejecutor u oficina orientada al análisis y reconfiguración de los asentamientos humanos del globo. 20 años después, en 1996, Hábitat tuvo una segunda conferencia internacional en Estambul, Turquía, donde se ratificaron sus objetivos originales. En una reciente tercera conferencia en Quito, Ecuador, en 2016, tomó la iniciativa de comprometer a los estados miembros a corregir en lo posible la situación urbana. A tal fin emitió un documento conocido como la Nueva Agenda Urbana, la cual establece, entre otros muchos compromisos, que la planeación tendrá que establecerse a partir o con la participación o contribución directa de los pobladores urbanos. 

En suma, esta revolucionaria iniciativa de Hábitat 2016 incorporó al proceso de la planeación urbana a los habitantes de los centros urbanos. Hoy, la orientación y el crecimiento de la ciudad debe ser decidido no solo por programadores expertos en materia urbana sino también, y prioritariamente, por la población misma que la habita.

Adiós, planeadores académicos, Bienvenidos,ciudadanos interesados por su ciudad

La ciudad de los ciudadanos ha llegado y está aquí. ¡Gracias HÁBITAT!!

Periferia de Xochimilco, 2021. Fotografía Gerardo G. Sánchez Ruiz.

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50 años de autogestión. La gran fractura

Por José Víctor Arias Montes

Noviembre, como se observó en la entrega anterior, es un mes que guarda en su memoria distintos hechos que expresan variadas emociones por lo que cada uno de ellos simboliza para nuestras historias personal y colectiva.

Por un lado, en este mes y año de 2022, la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cumplirá 241 años de cuando se inició su proceso fundacional con el nombre de Real Academia de las Tres Nobles Artes de Pintura, Escultura y Arquitectura con el título de San Carlos de Nueva España.

Muchos años después, tras 5 años de fundado, el Autogobierno de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura (ENA) lograba que el Consejo Universitario de la UNAM aprobara en noviembre de 1976 sus planes de estudio de licenciatura y posgrado.

Y, en noviembre de 1981, el Consejo Universitario otorgó el grado de Facultad a la ENA y con ello el Autogobierno inauguraba sus estudios de Maestría y Doctorado en arquitectura y urbanismo en su División de Estudios de Posgrado(DEP). Todo un éxito, sin lugar a dudas para este movimiento autogestivo en la UNAM.

Pero decíamos también que en la memoria de los hechos históricos, se guardan otros acontecimientos que no traen tan buenos recuerdos como otros. Nos referimos a lo que sucedió en noviembre de 1981 y que llevó a una gran fractura en el Autogobierno y que, a la postre, lo enfilaría a un callejón sin retorno. Narremos entonces, sucintamente, lo que sucedió en esa inicial década y recordemos su desenlace.

Nuevamente, como en la elección anterior de la Coordinación General del Autogobierno, se conformaron dos grandes bloques: uno, encabezado por el Colegio de Profesores y otro por el Comité de Arquitectura en Lucha. Sin embargo, había en estos bloques un nuevo ingrediente: las organizaciones políticas que participaban en la UNAM y que estaban presentes tejiendo alianzas con las dos principales cabezas de este proceso autogestivo.

Después de que se aprobara la convocatoria en Asamblea de Delegados,  iniciaron las campañas respectivas para dar paso a la elección, misma que se llevó a cabo el 28 de enero de 1981 con 1,446 asistentes en la Asamblea General. Y pues sí, nadie esperaba una sorpresa tan grande en las votaciones, ni los mismos ganadores podían creerlo. El Colegio de Profesores perdió todas las posiciones. Resultado: Ricardo Flores Villasana, Coordinador General; Reine Mehl de Weatherbee, Coordinadora Académica Pedagógica; Héctor Barrena Lozada, Coordinador Académico Administrativo; José Víctor Arias Montes, Coordinador del Órgano Informativo de la Asamblea; Felipe Velasco Castrejón, Coordinador de Temas; y Alejandro Carrillo Cázares, Coordinador de Extensión Universitaria.[1]

[1] “Acta de Asamblea Plenaria”, ENA-Autogobierno, UNAM, 28 de enero de 1981, 14 pp.

La Asamblea Plenaria inició a las 13:30 hs y terminaba a las 21:15 con abrazos y felicitaciones, para después pedir, como se había hecho costumbre: ¡Dame una A…! ¡AAA!Dame una U… ¡UUU!… Mientras alguien en el escenario, a manera de advertencia, comentaba: “A ver si es cierto”.

Nadie, decíamos, esperaba que los resultados fueran tan sorprendentes y, más aun, cuando en el registro de las diversas instancias las cosas no se veían tan claras. Pero lo que si era cierto es que el trabajo político desarrollado por la alianza de los ta­lleres 4, 6, 7 y 12 había funcionado a la maravilla y que la orientación del Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) había sido la correcta, cuando menos en esta coyuntura, ni duda cabía.

Ahora, faltaba lo más difícil: echar andar este pequeño aparato administrativo, ampliado con dos coordinaciones más, y garantizar la “unidad en la diversidad”. Pero era obvio, por las actitudes mostradas en la entrega de la Coordinación, que las relaciones no iban a ser del todo tersas y amistosas. Ese desprecio sutil por la nueva Coordinación, encubierto bajo variadas expresiones, dejaba entrever que al menor descuido se podría resbalar, y hasta caer en un terreno que no mostraba condiciones aceptables para caminar.

Así empezó el enfrentamiento. El 11 de marzo de 1981 se rea­lizó la primera Asamblea de Delegados, presidida por la nueva Coordinación. En ella se proponía pasar a todos los talleres a recoger propuestas para formular un programa de trabajo unitario. Se asistió a todos ellos, a excepción del Taller 5 que no fijó nunca fecha; y en todos, se trató de compilar los varios puntos de vista que se presentaron, bien fuera en sus asambleas generales o bien en sus consejos coordinadores. Se estructuraron los primeros puntos que se consideraron básicos y se presentaron a la Asamblea plenaria a su discusión. Se proponía un reparto equitativo de los recursos a los talleres —profesores, horas, espacio físico, alumnos—, pues especialmente los talleres 5, 7, 11 y 13 tenían una gran ventaja respecto al 1, 3, 4, 6 y 12; además, la DEP y el Centro de Investigaciones debían también aclarar lo de sus recursos y hacerlos transparentes.

En realidad, una gran ingenuidad política había mostrado la Coordinación al tocar estos puntos, pues las respuestas no se hicieron esperar y éstas empezaron a poner en el centro a la Coordinación, acusándola de ejercer presión política para afectar a los talleres que no habían votado por ella. Pero en el fondo, lo que se ocultaba es que se había tocado quizá el punto más vulnerable de los talleres, en especial el de las horas-profesor-alumno. El haber planteado un equilibrio académico-político para todos los talleres parecía una propuesta justa y democrática, pero a otros no les pareció así y empezó la confrontación po­lítica.

Toma de posesión de la coordinación del Autogobierno encabezada por Ricardo Flores Villasana, Gaceta unam, 5 de marzo de 1981, p. 17. Archivo: JVAM

A la toma de posesión, la Coordinación electa invitó al director de la ENA, Arq. Jesús Aguirre Cárdenas, a que atestiguara y diera posesión a la misma. A dicha toma, a la que supuestamente debió de asistir la Coordinación anterior en su conjunto, sólo asistió el Coordinador General saliente. ¿Por qué? Quizá este hecho no hubiera tenido importancia, pero la actitud de ni siquiera entregar el local correspondiente a cada coordinación, y de ni siquiera entregar archivos, instrumentos de trabajo o asuntos pendientes, dejaba un mal sabor de boca de quienes después reclamaron respeto a sus posiciones.

Haber utilizado la invitación al director de la Escuela, calificándola como un hecho “contrario a la tradición del Autogobierno”, para acusar a la Coordinación de “acercamiento” con las autoridades era, en el fondo, el inicio de un revanchismo sin límites. La toma de posesión, que había aparecido en la Gaceta UNAM, no solamente fue duramente criticada sino que casi se pedía, por la delegación del Taller 5 en la Asamblea de Delegados, que la Coordinación emitiera en la propia Gaceta una aclaración deslindando y pidiendo una especie de perdón público por el hecho. Extrañaba la posición, no solamente por el contenido provocador, sino porque ellos mismos tenían relaciones mucho más “cercanas” con la Dirección y con otras autoridades de la propia UNAM. Esta discusión-acusación apenas se llevaba a cabo en la segunda sesión de la Asamblea de Delegados presidida por la nueva Coordinación, en el mismo mes de marzo.

Vinieron posteriormente otra serie de enfrentamientos dentro de la Asamblea de Delegados: primero, la exigencia de la realización de un Congreso académico, que deslindará lo político; segundo, aprovechando que el Coordinador General había realizado un viaje al extranjero y que se había tomado un tiempo largo para ello, se cuestionaba al conjunto de la Coordinación el que se quisiera presidir la Asamblea de Delegados “tratando de manipular y sorprender a la comunidad”; tercero, el Centro de Investigaciones era el foco de la discusión, pues nadie, excepto ellos, sabían lo que ahí se hacía, cómo, con quién y para quién se realizaban las investigaciones que supuestamente debieran estar realizando como profesores de carrera.

La discusión se agudizó y la Asamblea de Delegados tomó un acuerdo que lesionaría intereses y abriría el camino al rompimiento: en su sesión del 24 de junio de 1981, se comunicó a los miembros del Centro, por conducto de la Coordinación General, que “las actividades del denominado «Centro de Investigaciones Arquitectónicas» quedan suspendidas y el espacio que ocupaba cerrado y pasan bajo responsabilidad de la Coordinación Académico Pedagógica, en tanto un congreso del Autogobierno defina el carácter general y la especificidad de la investigación en el mismo, será el conducto mediante el cual sus actividades de investigación, y otras que marque el Estatuto del Personal Académico en virtud de que su nombramiento de tiempo completo o medio tiempo se encuentra adscrito a la licenciatura del Autogobierno. Así mismo, de conformidad con lo anterior deberá redistribuir su tiempo para asignarlo a la docencia en los talleres, en tanto la propia Escuela a través de sus órganos de decisión redefina y sanciona las actividades de investigación”.[2]

[2] Oficio del Arq. Héctor Barrena Lozada, Coordinador de la Comisión Académico-Administrativa, ENA-Autogobierno, 1° de julio de 1981.

El Centro de Investigaciones Arquitectónicas del Autogobierno (CIA-A) inició sus labores en agosto 1979, a partir de la absorción de los investigadores a la División de Estudios de Posgrado que quedó, a partir de esa fecha, con el nombre de División de Estudios de Posgrado e Investigación. Sin embargo, la Asamblea de Delegados del Autogobierno no compartió del todo esa decisión instrumentando otra que, si bien consideraba la adscripción de los investigadores al Posgrado, relanzaba la idea de crear su propio Centro de Investigaciones en el marco de los llamados “Acuerdos de la Comisión Tripartita” de 1973, que reconocían al Centro de Investigaciones Arquitectónicas como una unidad de la Escuela Nacional de Arquitectura (ENA).[3] La decisión de la Asamblea de Delegados había sido más que certera, pues por un lado se enriqueció la planta de profesores del Posgrado del Autogobierno y, por otro, se creaba la base para el nuevo Centro de Investigaciones del Autogobierno.

[3] “Acuerdos del Comité de Trabajo de la subcomisión Tripartita”, ENA-UNAM, p. 18. También puede verse: “Acuerdos de la Comisión Tripartita. Bases para resolver el conflicto de la Escuela Nacional de Arquitectura” en Gaceta-UNAM, número extraordinario, 13 de noviembre de 1973, p. 7.

A partir de los resolutivos del segundo y tercer congresos del Autogobierno (1978 y 1980), sobre la investigación y la amplitud de las funciones de la Comisión Académico Pedagógica, se promovió que los profesores que recientemente habían obtenido una plaza de tiempo completo o medio tiempo, también se incorporaran al CIA-A, y que desde ahí se produjeran los materiales didácticos necesarios para el Plan de Estudios del Autogobierno y con ello se enriqueciera el acervo de apoyo a la estructura académica.

Un hecho era cierto: el Colegio de Profesores no aceptó nunca su derrota en las elecciones de enero de 1981 y era evidente que buscaría, por cualquier motivo, desacreditar a la Coordinación electa y lograr nuevos reacomodos; era indudable que su poder había sido trastocado de pies a cabeza y, eso, dolía mucho; y era incuestionable, también, que no caminaban solos o cuando menos no tan solos: el PSUM los acompañaba en su “propósito (que) busca la recuperación y actualización de los objetivos iniciales del AUTOGOBIERNO…”;[4] en fin, el Colegio aprovechó cualquier motivo y poco a poco la situación se agravaba.

[4] En esa apertura del PSUM, a buscar una salida dialogada, señaló unos meses después, que “el PSUM considera que la unidad entre las fuerzas de la izquierda dentro del autogobierno, solo es posible a través del diálogo bajo el propósito de buscar nuevas formas democráticas que permiten el desarrollo de múltiples proyectos académicos que deben orientarse bajo un solo pacto político democrático dentro del autogobierno”. Ver: La hoja PSUM, Rama universitaria UNAM del PSUM, año 1, número 2, diciembre de 1981.

Las Asambleas de Delegados se hicieron tediosas, largas, improductivas y con posiciones antagónicas, totalmente antagónicas. En unos cuantos meses la lucha por el poder tomaba un camino sin retorno: escisión.

No bastaron las Asambleas de Delegados, los encuentros, las pláticas privadas y abiertas, los acercamientos, las intermediaciones, ni los llamados a la cordura; la situación estaba totalmente polarizada. Nueve años de convivencia pacífica se convertían, en tan sólo cinco meses, en la guerra más irracional y retardataria, de esas que la izquierda mexicana sabe hacer y que le salen tan bien.

Habría que reconocer que las dos corrientes, que contaban ya con sus aliados, acogieron posiciones tan radicales que las llevaron a adoptar actitudes prepotentes y sectarias, apartadas realmente del interés general y común. Ya no importó quién hacía más daño a quién en la discusión política; importaba más excluir al contrario antes que ceder. La revancha era mutua.

Las vanguardias históricas del Autogobierno ahora se disputaban el poder mientras que las bases guardaban silencio, a excepción de aquellas que tomaban parte en el movimiento, y que eran las menos. Y había, desde luego, un importante número de autogobiernistas de la “vieja guardia” que se mantenían a la expectativa, como si esperaran al triunfador para levantarle la mano. Había ya de todo: desde los que planteaban “echar mano del guante” hasta los que planteaban que el problema estaba por fuera del Autogobierno, que era un problema de organizaciones políticas.

Lo único que a estas alturas era cierto fue que el problema no podía caracterizarse tan simplemente, pues en éste intervenían muchos aspectos relacionados y acumulados a lo largo de la existencia del Autogobierno, y de sus formas del ejercicio de la democracia que impedían, más por razones viscerales y románticas, asumir la autocrítica y buscar una salida al conflicto antes que llegar al rompimiento.

Sin muchas perspectivas de solución el rompimiento finalmente llegó: el 29 de noviembre de 1981 un grupo de profesores y alumnos de los talleres 1, 3, y 13 decidían: “…hemos acordado desvincularnos de la actual Coordinación, por impedir la libre participación de tendencias dentro de la actual Federación de Talleres…”[5] decisión sectaria y prepotente, a todas luces. La respuesta la tendrían unos días después, cuando la Asamblea Plenaria acordaba: “…se respeta el derecho de quienes decidan separarse… se les darán todas las facilidades para reubicarse en otras unidades…”; respuesta también prepotente, casi mecánica ante la “desvinculación”. Se abrió entonces un nuevo capítulo de  guerra de desplegados y notas en los periódicos para ver quién le pegaba a quién.

[5] uno más uno, 29-XI-1981.

Pero la vida siguió. A pesar de no estar acompañados por aquellos que se supuso tenían principios, llegó la fractura y el primer cisma en el Autogobierno. Las fuerzas se redujeron, pero se continuó trabajando con los que se quedaron a resistir el destino manifiesto de la izquierda mexicana: la antropofagia militante. La crisis había asomado e iniciado la declinación de un movimiento que en sus entrañas llevaba las células de su  propia malformación política.

El problema no pararía ahí. Los “desvinculados” ocupaban espació y cargos administrativos en los talleres donde eran hegemónicos, y había que “rescatarlos”. El fantasma de la violencia caminaba provocativo.

Desplegado. uno más uno, 29 de noviembre de 1981, p. 12. Archivo: JVAM

Desplegado. uno más uno, 2 de diciembre de 1981. Archivo: JVAM

Pero además, en la DEP del Autogobierno también las cosas estaban candentes, pues ante la proximidad del cambio de su Coordinación se enfrentaban dos propuestas: realizar un Congreso antes de las elecciones o realizarlo después de las elecciones. La cuestión derivaba de que cuando se realizó la Asamblea para la elección ésta no se pudo concretar por falta de quórum (faltó un voto). El tiempo transcurrió y obviamente la DEP se vio involucrada en la problemática general del Autogobierno. En votaciones se ganó que se realizara primero el Congreso y que después se eligiera a la Coordinación. Sólo que el problema no era sencillo de resolverse, pues varios de los que apoyaban una de las propuestas se habían “desvinculado” del Autogobierno. De cualquier forma, el Congreso se convocó para enero de 1982 y debía concluir en un Programa de Trabajo y elegirse inmediatamente la Coordinación y llevar adelante dicho Programa.

Para esas fechas el ambiente general ya estaba bastante tenso, pues la Coordinación General había realizado algunas pláticas con las autoridades de Rectoría para encontrar una salida al conflicto. Se pedía la restitución del espacio físico ocupado por los “desvinculados”, las plazas académicas y administrativas que ocupaban y no a la aprobación de una “tercera opción académica-administrativa” dentro de la ya Facultad.

El Congreso de la DEP se realizó los días 20, 21 y 22 de enero y como era de esperarse los enfrentamientos también se dieron, obligando a la realización de dos Congresos; uno, auspiciado por los “desvinculados” y, otro, apoyado por la mayoría de la DEP. Cada uno llegó a sus conclusiones y cada uno eligió a su Coordinación.

La situación general había entrado a una etapa donde las provocaciones estaban a la orden del día. Algunas organizaciones políticas se hicieron de lado y otras tomaron partido por alguna de las dos corrientes. El oportunismo mostrado por el PSUM al haber tomado partido por los “desvinculados” lo situaba en una posición derechizada, en relación a los movimientos democráticos universitarios; no fue mera casualidad que en esos momentos tuviera la misma actitud en Economía, Ciencias y la Universidad Autónoma de Guerrero, principalmente. Así es que la situación interna del Autogobierno no escapaba a esta relación, y el Colegio lo sabía. Parecía ser que se buscaba más una actitud liquidacionista en contra de la Coordinación General, que superar las contradicciones. Pero pronto el PSUM, con el STUNAM por delante (cuando menos el Comité Ejecutivo), tuvo que emprender le retirada del Autogobierno al haber recibido un rechazo masivo por su “defensa” de los “desvinculados”, pues “…le preocupa prioritariamente el que no se afecten intereses de sus agremiados en lo individual y de la organización como colectivo…”[6]

[6] uno más uno, l-VI-1982.

La tensión había aumentado considerablemente al hacerse público el deseo de recuperar los espacios que ocupaban los “desvinculados”, agravándose definitivamente el día 29 de enero cuando se pretendía abrir los locales de la Coordinación de la DEP y dar posesión a la Coordinación electa; el acto — terminó con una agresión a botellazos por parte de los “desvinculados” hacia los que legítimamente representaban los intereses de la DEP. Posteriormente y con el mismo nivel de provocación y violencia se tomaron los salones de clases de la DEP, del Taller 13 y del Taller 3. El rompimiento era ya total, sin posibilidades inmediatas de reencuentro.

Correspondencia de uno más uno, 1° de junio de 1982, p2. Archivo: JVAM

La violencia, difícil de detener en ambientes inducidos, estaba siendo provocada por “gente de gobernación” según se supo por informaciones “filtradas” de las organizaciones políticas, por lo que se tuvo la precaución de ya no promover más “encuentros” con los “desvinculados” y buscar mejor, en todo caso, una salida “legal” al conflicto.

La aparición de provocadores, cierta o no, hacía del Autogobierno presa fácil de las llamas; todos sabíamos de los riesgos derivados de una situación de este tipo, pero nadie fue capaz de asumir con dignidad una posición autocrítica; la prepotencia y sectarismo nos habían atrapado.

Obviamente que después de un año de constantes enfrentamientos el desgaste era tan evidente que nadie veía con claridad el futuro cercano. El Autogobierno entró a una fase de relajamiento forzado y no tuvo fuerza, ni política ni moral, de sacar adelante la lucha legal; los “desvinculados”, en igual situación, no tuvieron más salida que “acogerse” a la estructura de talleres de la Dirección.

¿Quién había ganado? No es necesaria la respuesta, todos la supieron en esos momentos: nadie ganó, todos perdimos. Como en las mejores películas, los perdedores quedan siempre inconformes. Cualquier cosa serviría de pretexto para protestar y negarse a reconocer lo que no se había obtenido en las urnas. Una y otra vez, en el transcurso de un año, los enfrentamientos se sucedieron bajo la mirada alegre de las autoridades que descubrieron lo que ellas no pudieron hacer en varios años: minar al movimiento más significativo dentro de la UNAM, a partir de la agudización de las contradicciones internas por los propios autogobiernistas. ¡No había necesidad de meter las manos!

El tiempo transcurrió y se empezó a “olvidar” lo sucedido. Ahora, en apariencia, se había superado la contradicción; estábamos en los “albores” de una nueva etapa. Nadie es indispensable, se decía. Y, en efecto, nadie es indispensable, a menos de que exista quien crea que es indispensable.

Pronto la vida académica volvió a la “normalidad”. Los alumnos y profesores que habían quedado en los Talleres 1 y 3, además de la DEP, se dieron a la tarea de su reorganización y prepararse para el nuevo año académico que se avecinaba, con las inscripciones de primer ingreso por delante y un novedoso y extraordinario programa para lo que quedó del Posgrado del Autogobierno.

Se recuperaban, poco a poco, las Coordinaciones de los talleres 1 y 3 y de la DEP, la Comisión Dictaminadora y los Consejeros Universitarios.

Mientras, la Junta de Gobierno había designado al nuevo director de la Facultad. El viejo sueño del Colegio se veía aplazado una vez más y el Autogobierno, permeado por el fantasma del anarquismo, se negaba a entrar a los verdaderos niveles de la lucha por el poder.

Todo hacía suponer que la situación mejoraría y que se lograría un desarrollo más equilibrado, tanto en lo académico como en lo político. Pero pronto empezaron a surgir nuevas contradicciones que nublaron el panorama. Las organizaciones y grupos hegemónicos no pudieron desembarazarse de la prepotencia y sectarismo acumulados en la experiencia anterior. Ahora sí existía quien se creía indispensable.

Las primeras contradicciones aparecieron dentro del MRP, que dividieron y atomizaron las posiciones en torno al trabajo dentro del Autogobierno y sobre cuestiones de política partidaria. De estas discusiones, si es que alguna vez existieron, emergieron dos corrientes bien definidas, y también contrapuestas. Pronto, la Asamblea de Delegados volvió a ser el centro receptor de las reclamaciones y en ella se planteaba una posible salida: un Congreso.

Las contradicciones empezaron a abarcar a la Coordinación General y pronto ésta también empezó a mostrarse polarizada. El manejo de los nombramientos de profesores, el pago de exámenes profesionales, la inasistencia de los Coordinadores a las Asambleas de Delegados, etc., todo, como pequeñas piedras, se fue acumulando. Lo que parecía toda una buena homogeneidad era, a pesar de la buena voluntad, un cuerpo bastante heterogéneo. Para abril de 1983, por fin, se aprobaba en Consejo Universitario la Comisión Dictaminadora nombrada en Asamblea de Delegados y se aprobaban a nuestros Consejeros Universitarios.

Lo que había aparecido como una lucha interna del MRP pronto empezó a repercutir en el Autogobierno. Nuevamente las posiciones se mostraron excluyentes. El Taller 4 fue el primero en resentir las contradicciones, la lucha interna era desgastante. Además, las condiciones políticas internas de la Facultad empezaban a cambiar y el Autogobierno no lograba construir una propuesta de negociación para afianzarse. Los acuerdos a los que se había llegado, apenas el año anterior con la Dirección y la Rectoría respecto a los “desvinculados” estaban congelados políticamente bajo el supuesto de un sub judice; así los mantendrían un largo tiempo, hasta que se empezó a decir que ya estaban “superados”. El Autogobierno había visto menguada su capacidad de movilización en una lucha de desgaste que duraba casi dos años; en esos momentos, la moral estaba en el suelo y la base mostraba desconfianza y confusión pues, aparte de todos los problemas, la vanguardia se encontraba dividida; no se sabía a dónde ir, ni qué camino tomar.

Todo parecía aislado y sin sentido. Los logros que se alcanzaron parecían no importar a nadie, como el pago a la Coordinación General que se venía reivindicando desde tiempo atrás, pues solamente el Coordinador General y el Coordinador Académico-Administrativo tenían asignado un salario por sus actividades; a partir de julio de 1983 los pagos alcanzaron también a les Coordinaciones Académico-Pedagógica, de Extensión Universitaria, de Temas y al Órgano Informativo.

Nuevamente las fuerzas diversas de la unidad buscaron refugio en las instancias; reorganizarlas era, o se consideraba, la mejor garantía de reforzamiento del Autogobierno. Pero a pesar de todos los buenos intentos, la Coordinación General se veía fuera de sitio, como que no tenía a quién coordinar o tramitarle sus asuntos. Se quería hacer todo y se hacía muy poco. La crisis era general, marcada por la escisión del Colegio de Profesores y por el ahondamiento de las diferencias internas, que auguraban un fututo complicado, se consideró entonces que un nuevo congreso aliviaría esos momentos de infortunio.

La fractura había dejado una herida tan grande, que difícilmente podría cicatrizar en un tiempo razonable. El Colegio de Profesores y el CAL quedaron sangrantes y sus fuerzas menguaron por completo. Ellos mismas sufrieron, al poco tiempo, otras fracturas internas que llevaron al Autogobierno a otra fase donde sus vanguardias se diluían en un ambiente que había cambiado radicalmente.

La izquierda había derrotado a la izquierda y la autogestión quedaba desamparada y aislada de sus principios fundacionales.


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Las memorias del Centro Histórico

Rubén Cantú Chapa

El Centro Histórico, crisol de los movimientos sociales, continúa mostrando la esencia de los diversos acontecimientos de la población. Unos, en lugares de menor dimensión e intereses propios; otros, en escenarios mayores con impactos distintos que reivindican las clases y sectores sociales que representan. 

Ahí se realizan nuevas facetas de hechos insólitos. En los espacios menores reclaman privilegios mal habidoscaracterizados en la época neoliberal, mientras en los de mayor amplitud exigen por la desposesión de que fueron objeto, tantos años de saqueo en sus propiedades comunales o privadas, como el despojo de sueldos y salarios mal pagados, apoyados por leyes y reglamentos a modo de los grandes intereses del capital. 

El esfuerzo del gobierno, perseverante en un cambio que representa históricamente la Cuarta Transformación en la vida de nuestro país, no resulta fácil como lo difícil que fueron las tres anteriores, con la diferencia de que ahora va por la vía pacífica y se insiste en este camino. 

En todas las etapas que ha vivido nuestro país han pasado necesariamente por el papel y memoria del Centro Histórico. 

Ahí impactaron las crisis históricas del liberalismo y los cambios en la función del Estado, así como las actividades de la propia sociedad al pasar delinmovilismo cívico a la cultura de la acción política. Lossitios urbanos patrimoniales depositarios de la historiaadquirieron un nuevo papel ahí donde se guarda lamayor parte del pasado cultural e identidad nacional,al modificar su misión urbana a espacio actor crítico. Elcarácter del Centro Histórico, de protagonizar la problemática social, expresado con las frecuentes manifestaciones de organizaciones civiles y las dificultades de la economía con el incremento delcomercio ambulante, transformó el ambientesociourbano del lugar central de la metrópoli y puso en entredicho las estrategias del Estado al nivel nacional y metropolitano. El protagonismo crítico del Centro Histórico se da en el ambiente sociourbano delpatrimonio histórico de la ciudad como elementosclaves de análisis ambiental urbano.

El Centro Histórico de la ciudad de México tiene lamisión urbana de ser el sitio de la metrópoli queaglutina el mayor número de edificios históricospatrimoniales. 

Es de los primeros espacios creados en la capital del país que ha protagonizado, a la fecha, la cultura urbano-arquitectónica y los poderes políticos administrativos, económicos e ideológicos desde laformación de los Estados precapitalistas y capitalistas.Ha sido la expresión y dimensión material e ideológicadel Estado y de los sectores y clases sociales dominantes, periodo tras periodo, así como el lugar de las grandes contradicciones sociales de cada época.En las últimas décadas, uno de los procesos culturales que ha mostrado el Centro Histórico ha sido el protagonismo crítico, debido a que irrumpe en la vida social, política, económica y cultural como espaciourbano actor de los grandes problemas nacionales ycitadinos de la ciudad de México.

Los testimonios imborrables del Centro Histórico seubican en la lógica de con- tenido de lo urbano-arquitectónico, además de ser el espacio donde estánpresentes los que deciden sobre los mayoresproblemas nacionales. Es el lugar donde el Estado hamostrado su poder en toda su magnitud y continúahaciéndolo sobre la resistencia de la sociedad civil,pues su hegemonía manifiesta un sinnúmero deacciones y prácticas políticas, sociales y económicas.También es el territorio donde el Estado conserva el ámbito para los actos sociales que derivan de las fechas históricas, por motivos tradicionales y folklóricos, como son las fiestas patrias o las costumbres navideñas, que puede realizar bajo su dirección y orientación sin interrupción de ningunaespecie.

Sin embargo, y apenas hace unas décadas, la esenciaque adquirió recientemente el Centro Histórico empezóa rebasar la condición del espacio depositario de lahistoria y el lugar donde se guarda la mayor parte delpasado cultural de la ciudad y la nación, así como elsitio donde residen los diversos poderes fácticos.Superó el carácter de antaño y apareció el surgimientode una identidad sociourbana fundamentada en elprotagonismo crítico del Centro Histórico y en elsurgimiento del medio ambiente sociourbano comoresultado de los cambios en la economía, las prácticaspolíticas y el ingreso del país en el proceso deglobalización y en el que ahora ahí, se expresan losproblemas más agudos del país. Ese entornosociourbano, territorio-sociedad, emergió, no sin lacreatividad que resultó de la actividad y la movilizaciónsocial en el sitio.

La sociedad civil empezó a manifestarse y a mostrarcada vez más su poder desde la década de losochenta, aunque sus inicios fueron a fines de lossesenta (1968), hechos que continúan hasta nuestrosdías. Por momentos determinados y coyunturales,viene a contender con el Estado en su hegemoníasobre el lugar central del país. A la propiedad privada o del Estado, del suelo urbano del Centro Histórico, que muestra funciones económicas, políticas y sociales del pensamiento dominante, se le oponen diversas formas de apropiación pública de las clasessubalternas, bien con la toma de los espacios abiertosa través de los plantones, marchas y mítines, o pormedio del comercio.

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Un paseíto arquitectónico por la ciudad de Asunción.

Gerardo G. Sánchez Ruiz

En 1537 fue fundada Nuestra Señora María de la Asunción en Paraguay a partir  de una avanzada española, encabezada por Juan de Salazar de Espinoza. Paraguay fue parte del Virreinato del Río de la Plata que abarcó junto a éste, Argentina, Bolivia, Uruguay, partes de Brasil y del norte de Chile, teniendo como su capital Buenos Aires; pero al lograrse la independencia en el área, dada la existencia de poderes regionales, vino el desmembramiento del territorio abarcado por aquél, obteniendo así su calidad de país .

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística de Paraguay, Asunción alcanzó una población de 2.807.111 habitantes en 2022, mientras el país llegó a 7’453,695, donde cabe apuntar, “la población urbana (63,3%) es mayor a la rural (36,7%)” y, como en toda Latinoamérica, con una proyección que indican una tendencia en aumento. 

Llegar a Asunción por primera vez se hace incierto dado el desconocimiento del país y las opiniones recibidas de la ciudad, no sólo de viajantes sino de algunas personas del lugar; pero debe ser una actitud: caminar en cualquier ciudad, obliga a conducirse con las precauciones debidas. Y bueno como se ha sostenido en otros escritos, lo primero a realizar, es ir al centro de la ciudad, de manera que en el mismo hotel de hospedaje localizado fuera del centro, alguien que parecía ser el gerente me dijo: “no vaya a ese barrio va usted a ver casas viejas, edificios derruidos y lugares sucios, mejor vaya al shopping que está a quince minutos caminando o a otros shoppings”, y pues me enfilé al centro.

Por fortuna me encontré a don Hugo, un taxista que no alteraba las tarifas —lo comprobé—, quien rápidamente me ilustró sobre el lugar y me dejó en el centro que limitado por el río Paraguay y su bahía, efectivamente muestra un espacio con un cierto deterioro, no sólo en algunos edificios sino debido a la sobreposición de  modernidades arquitectónicas, asumidas en esa búsqueda de progreso. Y a caminar, para encontrar las plazas de la Constitución, de Armas, y del Congreso en cuyos bordes se encuentran el Cabildo de Asunción que arropa al Centro Cultural de la República (Ver Imagen 1), la Universidad Católica y la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

Imagen 1. Edificio del Cabildo, Asunción. Fotografía Gerardo Sánchez, 2022.

En esos días —octubre de 2022—, coincidí con los XII Juegos Suramericanos 2022, por lo cual me encontré con jóvenes deportistas de Colombia, Brasil, Bolivia… quienes también visitaban, lo cual daba a la ciudad un ambiente de fiesta, y vienen las recomendaciones como las de doña Siríaca, una artesana que me dijo: “no deje de tomarse una caña blanca”, y como “al lugar donde fueres tomares lo que recomendaren”, a la hora de la comida para recobrar fuerzas y proseguir el recorrido, pues una caña blanca y así bajar un pedazo de carne con una ensalada a la Paraguay.

Continuando con la caminata apareció la Plaza de los Héroes, que en una esquina luce el Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio de Nuestra Señora de la Asunción (Ver Imagen 2), un sobrio neoclásico de mediados del siglo XIX, cuya guardia en el exterior se cambia frecuentemente. Esa plaza es un cuadrante de la gran área que forman otras plazas con los nombres de La Libertad, La Democracia y Juan Emiliano O´Leary, en cuyos rededores se encuentran edificios públicos, comercios y restaurantes (Ver Imagen 3).

Imagen 2. Panteón Nacional de los Héroes y Oratorio de Nuestra Señora de la Asunción. Fotografía Gerardo Sánchez, 2022.

Imagen 3. Plaza de la Democracia. Fotografía Gerardo Sánchez, 2022.

En los rededores de este centro, se pueden encontrar zonas residenciales muchas aún con arquitectura del XX, con lo que se van cumpliendo esas edades de las ciudades y cuyos edificios determinan las épocas. Por supuesto, se observan esfuerzos por recuperar al centro y rededores, por ejemplo en el momento se rescata la estación del tren (Ver Imagen 4) y otros edificios.

Imagen 4. Estación del Tren. Fotografía Gerardo Sánchez, 2022.

Por supuesto las caminatas arquitectónicas y de percepción social, en lo posible deben incluir lo nuevo, y para el caso una zona que se expande es la del Shopping del Paseo de las Galerías de la firma 6 Arquitectos & Asociados (Ver Imagen 5) que tiende a complejo corporativo, la cual se ha desarrollado sobre una zona residencial de buen nivel y en cuyas fachadas se pueden ver anuncios de “Se Vende”, por supuesto éste es un lugar de gran promoción inmobiliaria (Ver Imagen 6).

Imagen 5. Paseo de las Galerías. Fotografía Gerardo Sánchez, 2022.

Imagen 6. Presión inmobiliaria. Fotografía Gerardo Sánchez, 2022.

Como todas las ciudades, Asunción muestra los estragos de la postmodernidad por el número de vehículos que circulan, y donde se observa un transporte público algo deteriorado y contaminante, gran tarea tiene aquí gobierno y esa simpre la ciudadanía, que por cierto trata bien a visitantes. Y se suman los esfuerzos por una mejor ciudad, el año pasado la Secretaría Técnica de Planificación del Desarrollo Económico y Social presentó un Atlas del Área Metropolitana donde se pretende la “Asunción Ciudad Verde de las Américas”, y en verdad que lo tiene, se observan bríos por rescatar áreas verdes en los bordes de la Costanera, el paseo localizado junto al río Paraguay y por el que caminan y corren asuncenos. Seguro lo lograrán.  ¡Asuncenos, salud!  

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50 años de autogestión. Planes de estudio, una novedad pedagógica

Por José Víctor Arias Montes

Hacia mediados de 1975 el distanciamiento entre las dos principales corrientes autogobiernistas —Colegio de Profesores y Comité de Arquitectura en Lucha (CAL)– se manifestó abiertamente, motivando que esas divergencias se hicieran mucho más patentes entre los talleres autogobiernistas y la Asamblea de Delegados. Aun así, el trabajo académico continuó desarrollándose en todos los espacios académicos, sólo que ahora empezaba a generarse un alejamiento entre ellos que impedía, en general, conocer el trabajo realizado en su  interior. Esta situación motivó, entre otros aspectos, el que se desarrollara una forma particu­lar de “feudalismo” en los talleres y que el aparato burocrá­tico se separara de la academia, provocando diferencias en el campo político y organizativo que orillaron a la Coordinación General a tratar de poner un “hasta aquí”.

Por ello mismo, el Coordinador General asumió la responsabilidad de pasar a todos los talleres a exigir que se reglamentara el Autogobierno en una fecha límite o él renunciaba irrevocablemente al puesto. La agitación no se hizo esperar. Los talleres dis­cutían y llegaban a soluciones semejantes: “lo que hace falta no es reglamentar, hace falta un nuevo plan de estudios que normatice a todos los talleres y como consecuencia de éste vendrá la reglamentación”. Consensualmente los talleres estuvieron de acuerdo en luchar por un nuevo plan de estudios, mostrándose diferencias los aspectos de la reglamentación.

Inmediatamente se hicieron propuestas para organizar las discusiones del nuevo plan. Se programaron confrontaciones entre los talleres y se formó una Comisión Organizadora. Esta Comisión, en la que estaban representados todos los talleres, planteó la necesidad de conocer con exactitud las caracterís­ticas principales del alumnado y diseñar, en consecuencia, un plan de estudios acorde no sólo con la realidad del país, si­no con la realidad humana con que se contaba. Para tal efecto, se realizó un censo en el Autogobierno que permitió conocer esas características que se consideraron indispensables para el diseño del plan: edades, sexos, composición familiar, ingresos familiares, empleo, horas dedicadas al estudio y al trabajo, distancias y formas de transportación a la escuela, etcétera.

Por primera vez en la Universidad un movimiento que se ha­bía iniciado exigiendo cumplimiento a unas sencillas reivindicaciones planteaba, ahora, la necesidad y obligación de concretarlas en sus aspectos más amplios y trascendentales para una institución de educación superior: un plan de estudios acorde a las circunstancias de una escuela en crisis. Profesores, estudiantes y trabajadores, orientados por las mejores ideas, se prepararon para este gran e importante compromiso que no tenía antecedentes parecidos ni en la ENA ni en la Universidad. ¿Quién iba a pensar que en casi cuatro años un movimiento con es­tas característicasllegara a tanto?

El camino no había resultado fácil. Se tuvieron que enfrentar diversos aspectos, todos ellos complejos; se tuvo que abrir un campo de lucha específica para lo ideológico, otro para el político, otro pare el legal y otro, importantísimo por sus características que resumía todos estos campos: el  académico.

Ya no había vuelta atrás, el Autogobierno estaba presente por diversos motivos. Y mientras los motivos pervivieran, ahí estaría. La autogestión sería el camino.

El futuro inmediato llegó, lo mismo que la convocatoria. Profesores, estudiantes y trabajadores, bien fuera en lo individual o en equipo o por taller integral, se prepararon para este inusual y trascendente compromiso: los días 3, 4 y 5 de diciembre de 1975, se realizaría el Primer Congreso del Autogobierno para la elaboración de un Nuevo Plan de Estudios.

La convocatoria despertó un amplio interés en la colectividad, no sólo porque nunca se había participado en algo así sino porque muchos querían aunque fuera contar sus propias experiencias y que se consideraran en este ejercicio pedagógico. Había tantas historias, prácticas, ideas y propuestas concretas, que la Comisión Coordinadora del Nuevo Plan de Estudios tuvo que desarrollar un reglamento y programa de trabajo específicos para que nadie quedara fuera. Se inició con una amplia difusión del evento, para que se conociera con exactitud todos los aspectos que se tenían que cubrir y las fechas para cada paso. Nada se olvidó, nada se dejó a la libre interpretación, todo quedó amarrado para que nada fallara. Cada persona, grupo y taller integral se organizó como mejor pudo para que su ponencia la conocieran los más que se pudiera. La Coordinación General se encargó de hacer un tiraje en mimeógrafo o en fotocopia igual para cada una de ellas y garantizar que todas las ideas circularan libremente. No hubo censuras, ni limitaciones, salvo lo estrictamente aprobado para que la organización y su desarrollo se llevaran en orden en los lugares y tiempos establecidos.

Como en todo evento importante, y este era uno de ellos, la sesión inaugural se realizó en una asamblea plenaria presidida por el Coordinador General y la Comisión Coordinadora, aprobándose la propuesta de trabajo presentada y nombrándose a los responsables para cada una de las tres mesas de trabajo en las que se desarrollaría el Congreso. Las otras cuestiones, como la del reglamento general, se acordaron que se abordaran en un segundo congreso para realizarse a finales de 1976.

Por primera vez en la ENA, y quizá en la misma Universidad, por propia voluntad la comunidad discutía y construía su propio plan de estudios, producto de la experiencia profesional y académica de los profesores, del entusiasmo participativo de los alumnos y de la práctica solidaria de los trabajadores. ¿Qué más se podía pedir de una comunidad así?

La convocatoria, aprobada por la Asamblea de Delegados, indicaba que el Congreso se desarrollaría en tres fases iniciales los días 3, 4 y 5 de diciembre: primera, Proposiciones concretas al Plan de Estudios a la luz de los factores externos que lo determinan; segunda, Proposiciones concretas al Plan de Estudios a la luz de los factores internos y externos que lo determinan; y tercera, Síntesis de las proposiciones y concreción del objeto del Congreso. La presentación de las ponencias se haría en tres mesas en los espacios de los talleres 5 y 8, 1 y 3 y 2 y 4, con horario de 9 de la mañana a 10 de la noche, con su respectivo receso. El 6 de diciembre se redactarían las conclusiones para, finalmente, el lunes 8 de diciembre, presentarse todo a la consideración de la Asamblea Plenaria Resolutiva.[1]

[1] “Boletín informativo #2 de la Comisión Coordinadora del Nuevo Plan de Estudios, ENA-Autogobierno, diciembre 2 de 1975, 6 pp.

Las ponencias presentadas fueron amplias y variadas, abor­dando problemas desde el campo político general hasta problemas particulares. Las proposiciones coincidían en puntos comu­nes: el plan de estudios vigente obstaculiza la formación profesional integral; la investigación no existe; la licenciatura y el posgrado no tienen relación alguna; los mecanismos para capacitar a los docentes no funcionan…; en fin, problemas específicos unos y generales otros que engendraron, en sólo tres días, un espíritu verdaderamente revolucionario en todos los participantes. Las discusiones de las mesas fueron no sólo aleccionadoras sino profundamente democráticas y propositivas: todos aprendieron que la autogestión era el camino correcto y que éste llevaría a mejores campos para cultivar infinidad de frutos.

Boletín informativo #2”, ENA-Autogobierno, diciembre 1975. Archivo: JVAM

Los acuerdos finales fueron claros y precisos, plasmando lo mejor de las prácticas cotidianas de los grupos académicos y de los talleres integrales. La sesión de la Asamblea, larga pero altamente propositiva, aprobó lo que cada mesa había presentado a las conclusiones. Para su redacción, se nombró una Comisión Redactora que, en su primer documento, señaló la concepción general del Plan:

La estructura general del NUEVO PLAN DE ESTUDIOS es dinámica, abierta, flexible y establece un punto de partida que permitirá al Autogobierno profundizar en el proceso de DEMOCRATIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA y en la consecución de sus objetivos: AUTOGESTIÓN, CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD NACIONAL, TOTALIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO, CRITICA Y AUTOCRITICA, ENSEÑANZA DIALOGAL, VINCULACIÓN AL PUEBLO, PRAXIS…

Para la mejor estructuración del Plan, se organizaron cua­tro apartados generales:

ORIENTACIÓN Y CONTENIDO DE LA ENSEÑANZA

El proceso creativo de la arquitectura es totalizante e integrador.

Por ello, la enseñanza de la arquitectura se organiza en tres áreas básicas de conocimiento integrado: TEORÍA, DISEÑO Y TECNOLOGÍA, cada una con su correspondiente ciclo teórico-práctico y sus fases de investigación y experimentación.

La ORIENTACIÓN de la enseñanza en el AUTOGOBIERNO es académica-política y vincula­da con la realidad social. Por ello, la temática del trabajo académico-profesional que en la escuela se genera es prove­niente y tendiente a una vinculación que parta de nuestra actividad organizada con el pueblo explotado ocon el Estado (siempre y cuando el trabajo de éste sea en beneficio de una comunidad popular en concreto).

duración y organización de la carrera

La duración de la carrera en la Licencia­tura será de cuatro años, agrupados en torno a tres niveles de 2, 4 y 2 ciclos cada uno.

—El primer nivel será introductorio y de instrumentación básica; —El segundo nivel será propiamente de desarrollo;

—El tercer nivel será de reafirmación y profundización del conocimiento.

En cada nivel y área de conocimiento se definirá el conocimiento básico que el aprendizaje requiere…

Existirá así una enseñanza básica y una enseñanza complementaria…

Los métodos de enseñanza-aprendizaje serán gradualmente autogestivos según lo vayan permitiendo la realidad del profesor y la realidad del alumnado… Estos métodos partirán de los más rigurosos y científicos enfoques de la pedagogía contemporánea…

La continuidad de los estudios para la preparación del estudiante, se asegura mediante la reestructuración e implementación de la División de Estudios Superiores y su integración al Plan de estudios de la licenciatura.

El servicio social estará integrado en los desarrollos académico-profesionales durante toda la carrera.

El examen profesional y la tesis desaparecen tal como los hemos conocido. El acreditamiento de la carrera se hará con los trabajos integrales académico-profesionales en el tercer nivel de la misma.

ORGANIZACIÓN, RACIONALIZACIÓN Y DEMOCRATIZACIÓN DE INSTANCIAS

La unidad organizativa básica para la producción académica-profesional del Autogobierno es el Taller Integral, el cual tendrá las características siguientes;

—Estructura democrática…

—Programa integral de acuerdo al nuevo plan…

—Los talleres continúan integrados en una federación, pero de ahora en adelante serán homogéneos en criterios generales académicos, políticos y administrativos.

—El Taller de Autogobierno, de acuerdo al presente plan se convierte en una unidad productora de recursos.

—Se crearán Talleres Populares de Arquitectura y Extensión Universitaria…

—Cada taller conserva la flexibilidad de operación y la libertad de experimentación…

Para poder desarrollar el nuevo plan de estudios se requiere la creación e implementación de las siguientes instancias…

COMISIÓN COORDINADORA DE TEMAS REALES Y VINCULACIÓN POPULAR. Esta deberá planear, coordinar y controlar los procesos académicos en relación a los temas y a la vinculación exterior…

CENTRO DE INVESTIGACIONES Y EXPERIMENTACIÓN CIENTÍFICA. El cual deberá planear, coordinar y controlar los programas de investigación que en las diferentes áreas y niveles se están llevando a ca­bo en los talleres.

ÓRGANO DE INFORMACIÓN DE LA ASAMBLEA. Que permita a todos los miembros de la comunidad estar enterados de las experiencias e iniciativas que en la escue­la se están desarrollando…

CENTRO DE FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN DE PROFESORES. Integrado a la División de Estudios Superiores.

ACADEMIAS DE PROFESORES POR ÁREAS. a fin de intercambiar experiencias, planear los procesos y definir los contenidos de la enseñanza…

TRANSICIÓN Y ADAPTACIÓN AL NUEVO MODELO

Es necesario un periodo de ajuste para alumnos, profesores y trabajadores, en el cual se contemple:

—Revisión y capacitación del personal docente…

—Convalidación de créditos para los alumnos…

—Creación de material didáctico…

—Explicaciones amplias… acerca de los niveles, ciclos…

—Las evaluaciones para efectos administrativos serán por niveles y no se pasará al siguiente si no se ha acreditado el previo…

—Siendo estimada la duración total de la carrera en cuatro años. Que por la mecánica de evaluación libremente administrada por el aprendiz posibilita el que se efectúen los estudios en menos o más tiempo según la persona lo desee…

—En este proceso de transición se requie­re fomentar tanto en profesores como en alumnos el manejo del nuevo concepto de APOYO ACADÉMICO en substitución del de “clase” o del de “materia”…[2]

[2] Nuevo Plan de Estudios. Autogobierno, Comisión Redactora de los acuerdos para la reestructuración del plan de estu­dios del Autogobierno, ENA-UNAM, s/f, mimeógrafo, 4 pp.

Con este Plan, con una opción curricular por áreas de conocimiento —Teoría, Diseño, Tecnología y Extensión Universitaria—, a cursarse en 4 años, había terminado una etapa importante del Autogobier­no y se abría otra donde se enriquecían las experiencias obtenidas en cuatro años, con las influencias históricas e ideológicas que en forma natural y democrática se fueron gestando.

Sin duda, el aspecto novedoso, y realmente progresista, de darle al Plan ese criterio abierto, no limitativo, y de replantear los objetivos propuestos desde 1972, le dio a los talleres la posibilidad de la libre experimentación, de la com­petencia académica y de la confrontación política. Pero había algo que quizá no había llegado a profundizarse y a definirse con tanta claridad como algunos otros conceptos, o al menos, había faltado una discusión más amplia y profunda sobre una de las esencias mismas del Autogobierno: la autogestión.

Si bien los talleres habían experimentado, unos por necesidad y otros por programa, diversas formas autogestivas, éstas no habían sido lo suficientemente analizadas para realmente contar con un criterio que se generalizara y sirviera de ejemplo o guía a todos; por el contrario, los talleres continuaron sus formas autogestivas de trabajo, unos con más ímpetu y experiencia, y otros con timidez y limitaciones. Aun así, en la redacción final del Plan de Estudios del Autogobierno, el Colegio de Profesores logró plasmar las ideas de José Revueltas sobre la autogestión. Dice el Plan:

Es posible integrar en este Plan de Estudios, dadas sus características, los más avanzados enfoques pedagógicos o los más rigurosos y científicos métodos de enseñanza. Hemos optado, en este punto, por la alternativa académica que ofrece el sistema de enseñanza-aprendizaje gradual­mente autogestivo… que permite la responsabilidad de la enseñanza tanto a estudiantes como a profesores por igual y abre posibilidades de democratizar los sistemas de enseñanza con una participación compartida. En este sentido, entendemos la educación como un fenómeno de conteni­do ético ubicado en la perspectiva histó­rica, que fomenta y propicia la participación racional del individuo en la elaboración de sus propias perspectivas, que despierta un riguroso espíritu creativo, crítico e imaginativo para poder, entonces, dar lugar a una educación global, de totalización y praxis, que se convierta en educación autogestiva, esto es, como una educación que se gestione y se modifique a sí misma en forma permanente.

La autogestión académica es el automanejo y el autogobierno de la vida académica por parte de las instancias de organización abiertas de estudiantes, profesores y trabajadores, con consecuencias ad­ministrativas y democráticas, que permite y garantiza una permanente elevación de la calidad de la enseñanza y de los prin­cipios en que se sustenta la Universidad; es también el ejercicio de la conciencia política colectiva y organizada a través del análisis y del debate democrático. La autogestión como proceso del conocimiento y de la conciencia política compartida es la forma más racional de acceder al cono­cimiento democrático por medio de la ele­vación de la libertad de cátedra a la confrontación del pensamiento; la autogestión significa conocer entre todos, deci­dir entre todos, impugnar, controvertir, transformar, e impedir que algo permanez­ca inmutable. La autogestión es la forma viva, y crítica del pensamiento militante y activo, es la conciencia de lo que significa estudiar, conocer y actuar den­tro de una perspectiva de cambio de las estructuras sociales. La autogestión pre­supone una enseñanza técnica integral, subordinada a los valores humanos del cono­cimiento, en contra de la mera destreza y de la habilitación utilitaria de la técnica actual…[3]

[3] Plan de Estudios, Escuela Nacional de Arquitectura-Autogobierno, México, UNAM, 1976, pp. 12-13.

Como decíamos, son estas tesis planteadas por José Revueltas las que lograron mayor penetra­ción en el Autogobierno, unas por vía del Colegio de Profesores y otras producto de la vivencia cotidiana con otros movimientos y organizaciones. Pero si se lee con mayor autocrítica lo escrito por Revueltas, se verá en ello la advertencia de las diferencias entre la autogestión y el autogobierno y que los talleres no pudieron superar; mas por el contrario, en muchos casos agudizaron las contradicciones. Repasémoslas con cuidado:

1. La autogestión académica es… una to­ma de conciencia.

2. Conciencia de lo que es el estudiar y el conocer…

7. Para el concepto de autogestión el conocer es transformar. No se trata tan só­lo de adquirir una concepción determinada del mundo, sino de que tal concepción, al mismo tiempo, actúe como desplazamiento revolucionario de lo caduco, lo ya no vi­gente, lo obsoleto que se resiste a desaparecer. La autogestión se plantea, así, como un conocimiento militante…

9. La autogestión presupone una ense­ñanza técnica integral, subordinada a los valores humanos del conocimiento, en opo­sición a la destreza y eficacia que cons­tituyen el fin último y único del aprendizaje y adiestramiento técnicos.[4]

(…) La autogestión, en efecto, no se propone un manejo ni dirección de la enseñanza… Establecer la autogestión en este plano, sería confundirla con el autogobierno educativo y, algo peor aún, al ni­vel de aula, lo que haría de la educación superior un conjunto de grupos federados e independientes, unidos entre sí apenas por el hecho de pertenecer a una misma institución o funcionar dentro de un mis­mo edificio. La autogestión podrá promover reformas a la metodología y a los planes de estudio, pero éste es un problema por separado, más bien de tipo técnico, que no implica, no lleva en sí mismo ningún planteamiento de desenajenación, de emancipación esenciales.[5]

1. La autogestión académica es el automanejo y autodirección de la educación superior… por el colegio de maestros y estudiantes desde el nivel de aula hasta los de escuela…

3. La autogestión académica es la puesta en actividad de una conciencia colectiva organizada que actúa como conjunto y a través de sus órganos correspondientes…

4. Para la autogestión académica, el aprender, el conocer es impugnar, controvertir, transformar. Nada es definitivo, nada permanece, todo es cuestionable para la autogestión, dentro del campo de la educación superior y fuera del mismo. La —autogestión es la forma viva y activa del conocimiento militante y crítico…[6]

[4] José Revueltas, “¿Qué es la autogestión educativa?” en México 68: Juventud y revolución, México, ERA, 1984, pp. 107-109.

[5] Ibid, “Consideraciones sobre la autogestión académica”, p. 123.

[6] Ibid, “La autogestión: forma superior de la libertad y la democracia”, pp. 309-310.

Es evidente que hablar de autogestión, cuando menos en los términos anteriores, conlleva al análisis de cómo se entendió y practicó (y se practica), plasmada como objetivo dentro del Autogobierno. Descubriremos que la autogestión es algo más que manejarse o conducirse por sí mismo. Entender, para el análisis, que la autogestión es la praxis de una conciencia colectiva organizada, nos lle­vará a reflexionar seriamente sobre los últimos años del Autogobierno. ¿En realidad hubo conciencia? ¿Fue colectiva? ¿Estuvo organizada?

A partir de la conclusión de este gran evento los talleres emprendieron nuevamente su camino; ahora, aparte de la experiencia acumulada, se tenía la posibilidad de organizar un plan particular para dar salida a la experiencia de cada quien.

El Colegio de Profesores, con una mayor experiencia académica, había lo­grado penetrar en forma más dominante en el documento final, y a pesar de eso las demás corrientes también vieron como sus propuestas e inquietudes quedaban integradas. En apariencia se presentaba un plan “ecléctico”, pero en el fondo era un plan unitario.

La Comisión de Redacción y la Coordinación General aceleraron los trabajos para presentarlos al Consejo Técnico (paritario) de la ENA, y dar los primeros pasos para la legitimación del Plan de estudios. Unos meses más tarde, el 17 de agosto de 1976, la Comisión del Trabajo Académico del Consejo Universitario aprobaba el Plan.

Además, desde tiempo atrás, en los inicios de 1975,los profesores que se encontraban en la maestría impulsaron la “reestructuración del Departamento de Estudios Superiores del Autogobierno” y después de haber realizado un exhaustivo trabajo se presentó la propuesta a la Comisión de Planes de Estudio y Programas del Consejo de Estudios Superiores, misma que la aprobó el 27 de julio de 1976. Finalmente, para el 16 de noviembre de ese mismo año, el Consejo Universitario aprobaba conjuntamente el Plan de licenciatura y el Plan de posgrado del Autogobierno; el ciclo se había cerrado perfectamente, ahora, el Autogobierno tenía todas las expectativas pa­ra no sólo ser una Unidad Académica, sino para llegar a ser una Escuela.

Los Planes de estudio se convirtieron, entonces, en el instrumento por el cual los Talleres y el Posgrado debían consolidar el proyecto académico. Ahora tocaba a ellos desarrollarlo y profundizarlo, a partir de sus particulares concepciones. Así pues, los planes de estudio representaban el resultado de una experiencia académica-política con un largo historial que se encontraba permeado por una serie de ideas académicas, políticas e ideológicas que eran producto de la historia; esa histo­ria en la que los individuos adquieren el status de sujetos, y no el de simples objetos; de esos sujetos que, unidos por objetivos comunes, son capaces de transformar el mundo. Para eso precisamente se hicieron, para transformar la formación de los arquitectos en sus dos vertientes: la arquitectónica y la urbanística. Uno, centrado en la arquitectura y su contexto urbano y, otro, para formar investigadores y docentes en la arquitectura y el urbanismo.

En poco tiempo, el Autogobierno transitó, a pesar de sus contradicciones, de un periodo reivindicativo y programático a uno de pleno desarrollo y de amplia producción académica. Con esta perspectiva, la estructura de talleres federa­dos adquirió una nueva dimensión al través de la interpretación y puesta en práctica de un plan abierto y flexible, posibilitando realmente la “unidad en la diversidad” pero también, y no se escapaba a ello, la diversidad podría llevar a la dispersión y a la polarización.

En la vorágine de ese proceso diverso y unitario, no bastaron los órganos intermedios como la Asamblea de Delegados pues las contradicciones empezaron a aflorar una tras otra y el feudalismo de la estructura de talleres atajaba la confrontación política y académica que tanta falta hacía en esos momentos. Es decir, no había mejor manera de superar las contradicciones que afrontarlas directamente, cuando menos ese era un buen camino.

Pero claro, la palabra hablada fue el factor fundamental para que las ideas transitaran de un lugar a otro; pero la escrita, la imprescindible palabra escrita, refrescó y motivó la reflexión y la discusión apasionada de las distintas posiciones. El volante, el folleto, el cartel, la pinta, los dibujos y todo aquello que logró que las ideas perduraran, se hizo presente en todos los rincones. El papel revolución y el bond, el mimeógrafo y la fotocopiadora; el bolígrafo, el lápiz y los plumones; el restirador, la escuadra y la regla te; la vinílica y la brocha y desde luego la máquina de escribir, fueron los objetos que los sujetos convirtieron en los instrumentos más bellos jamás conocidos, para modelar esa acariciada aspiración de transformarlo todo incluyendo las contradicciones entre el CAL y el Colegio de Profesores que eran las que más pesaban

Así que noviembre de 1976 nos trae gratos recuerdos de cómo la autogestión pedagógica posibilita la superación académica en múltiples niveles y perspectivas para la adquisición y producción del conocimiento en esta nuestra profesión: la arquitectura.

Ahora, en noviembre de 2022, la autogestión sigue presentándose como una alternativa viable y concreta para definir un nuevo plan de estudios cuyos trabajos han iniciado planteándose la revisión del Plan 2017, que es el que actualmente se cursa en la Facultad de Arquitectura de la UNAM en sus 16 talleres de arquitectura.


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Te recuerdo

M. Alejandro Gaytán Cervantes

No sé si algún día vas a leer estas líneas, pero las escribí porque te recuerdo todo el tiempo. Aquí, en mis noches solitarias en estas tierras lejanas donde he continuado mis estudios, cuando abro un libro sobre un tema de importancia para lo que estamos tratando en alguna materia; de pronto te me apareces y ya no me dejas seguir.
Resuena tu sonrisa, añoro la forma como de niños jugábamos con el yoyo, el balero o los patines. En todo eras una campeona. Evoco tus palabras cuando nos llamaban a comer y antes que nadie me buscabas para continuar nuestros juegos


Cierro los ojos y te veo haciendo mil figuras.


¿Recuerdas?

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Caminando entre calles y arquitectura de Montevideo

Gerardo G. Sánchez Ruiz

Montevideo localizado en el Cono Sur de América, es bañado por las aguas del Atlántico, de manera que a lo largo de la ciudad llegan los vientos de la costa, y en estos días, sobre todo en la Rambla, una larga avenida a lo largo de la costa, uno siente la fría brisa generada en el lugar, situación que no impide que habitantes utilicen esa vía para caminar, correr o simplemente relajarse mirando el panorama o lanzando anzuelos para pescar algo, eso sí, con su termo en un brazo y su mate en la otra.

Montevideo fue fundado en 1720 cuando Bruno de Zabala, Gobernador y Capitán General del Río de la Plata, fue facultado “para poblar los puntos de Montevideo y Maldonado”, acordándose ayudas para quien quisiera asentarse en esos lugares; siendo Jorge Burgués “el primero que resolvió en 1723” instalarse “en Montevideo un campo desierto”; y  con el fin de evitar la ocupación por otros conquistadores y dadas las embestidas de malhechores, se levantó una fortificación a la que se le dio el nombre de San José.

El fuerte de San José tuvo una vida efímera, pues a los ocho años fue demolido, no obstante, dejó marcada las posibilidades de ensanche de la ciudad desde ese lugar, para después de medio siglo de fundado, su núcleo principal comprendiera “siete calles laterales y trece transversales, sirviéndole de límite por el Este la línea de fortificación, y por el Norte, Oeste y Sud las riberas del Río de la Plata” a resultas de la muralla que las circundaba.

Para situar a la Ciudadela, en 1742 se realizaron trabajos por cerca de cuarenta años construyéndose fosos, una contraescarpa y otras obras para defender a la ciudad, “sus baluartes eran soberbios. El muro tenía siete varas de espesor, once de alto y cuarenta de largo en cada costado. Los fosos sobre 20 de anchura y 15 de profundidad”. Sin embargo, en la vía de posibilitar una mayor expansión de la urbe, la Ciudadela fue demolida en 1833, con lo cual se posibilitó la articulación con calles que ya se habían formado, dándose paso finalmente a la creación de la Plaza Independencia delineada en 1837.[1]

[1] Isidoro De-María, Montevideo antiguo, T 1 y 2, Montevideo, Imprenta El Siglo Ilustrado 1888, pp. 7-17.

Arribar a una ciudad de cualquier dimensión en la idea de conocerla, lo primero a visitar es el centro de la ciudad o el lugar de su fundación, que para el caso, es la Ciudad Vieja donde se encuentra la Plaza Independencia, misma donde en la parte central domina la vista un monumento y mausoleo a José Gervasio Artigas el héroe nacional, el cual es rodeado por edificaciones como el Teatro Solís —en una contra esquina de la plaza— proyecto de Carlo Zucchi y otros, el Palacio Estévez de Manoel de Castel ambos edificios en estilo  neoclásico, el emblemático Palacio Salvo un Déco de Mario Palanti, empezados a construir en 1842, 1873 y 2022, a los cuales se les han agregado otros más recientes; de manera que la plaza muestra arquitecturas de aquellos años, del siglo XX y del presente (Ver imagen 1).

Imagen 1, Plaza de la independencia. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

En uno de sus límites al Este se encuentra la Puerta de la Ciudadela un monumento de la época colonial (Ver imagen 2), que conecta con la calle Sarandi la calle de artesanos pintores y bohemios entre los que se puede platicar con el maestro Luis Gómez un viejo militante de izquierda, quien ofrece sus pinturas a paseantes; toda la zona tiene sus tiendas y restaurantes en edificios sobre todo Deco. De hecho, en la Ciudad Vieja dominan los Décos sobre algunos eclécticos y edificios de distintas épocas como el Edificio Centenario en 25 de Mayo e Ituzaingólos (1929) (Ver imagen 3) de los arquitectos De los Campos, Puente y Tournier, y varios de manufactura reciente.

Imagen 2. La Puerta de la Ciudadela. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Imagen 3. Edificio Centenario. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

La ciudad Vieja es un centro que aloja actividades comerciales y de oficina sobre todo de lunes a viernes, quedando semi desierto en sábado y domingo, pero como muchos centros de ciudad, es seguro encontrar un lugar para descansar y beberse para el caso un vino uruguayo, que al respecto lo recomendable es comer donde comen los lugareños. Lamentablemente, el centro se observa algo maltratado por la falta de mantenimiento y una que otra pinta en sus edificios, pero es un lugar que finalmente se puede disfrutar por su arquitectura.

Hay varias calles que llevan al Oeste como la avenida 18 de Julio, donde dominan las actividades comerciales y algunas financieras dominando edificaciones en Déco, algunas mostrando una identidad propia como el  Edificio Lapido (1929) de Juan Aubriot y Ricardo Valabrega (Ver imagen 4); y el Palacio Municipal, ocupado actualmente en una parte por el Museo de Historia del Arte, de Mauricio Cravotto (Ver imagen 5) localizados en la 18 de Julio, por supuesto, se distinguen algunos parques donde la gente descansa disfrutando su mate o yerba que se fuma, ahí cada quien con sus preferencias; que casualmente para esas preferencias, en calles aledañas se localizan algunos restaurantes bar tradicionales, donde se puede comer y tomarse un algo placenteramente.

Imagen 4. Edificio Lapido. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Imagen 5. Palacio Municipal, con el Museo de Historia del Arte. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Esa 18 de Julio y alternas conectan con más centros, algunos limitando con la Rambla y alojando vivienda comercios, servicios, que para visitarlos puede uno utilizar un sistema de transporte de autobuses por demás eficiente. Un lugar destacado es el que rodea el parque José Enrique Rodo, uno de los muchos parques que tiene Montevideo, en cuyos límites se puede encontrar el Barrio Jardín que, con edificaciones sobre todo en Deco fue promovido por Eugenio Baroffio (Ver imagen 6). A unas cuadras de este barrio en el Bulevar General Artígas, se encuentra la Facultad de Arquitectura un monumental edificio que empezó a construirse en 1938, con proyecto de Román Fresnedo Siri y Mario Muccinelli (Ver imagen 7).

Imagen 6. Barrio Jardín. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Imagen 7. Facultad de Arquitectura. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Haciendo un gran salto se pueden encontrar edificaciones más recientes como el Montevideo Shopping Center, según esto, el primero en Montevideo inaugurado en 1985  con proyecto del Estudio Gómez con participación de Eladio Dieste (Ver imagen 8) donde actualmente se erigen más edificaciones que hacen del lugar un centro financiero. Y en este breve recorrido por algunas calles de Montevideo y su arquitectura, también se puede encontrar edificios Alta Tecnología como el Complejo Torre de las Telecomunicaciones proyectado por Carlos Ott, cuya construcción se inició en 1997 (Ver imagen 9).

Imagen 8. Montevideo Shopping Center. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Imagen 9. Complejo Torre de las Telecomunicaciones. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.

Lastimeramente conocer una ciudad, requiere de muchos días y no se acaba de conocer porque continuamente se reproduce dada la dinámica social que la transforman. Por cierto, tal vez sea por el nivel de tranquilidad que se vive en Montevideo, pero sus habitantes son en extremo amigables, en Montevideo uno no se pierde, si se pregunta por alguna calle, comercio, rambla, autobús, con un gusto le brindan la ayuda, y en muchas ocasiones se interesan por el país de origen de quien pregunta. ¡Bien por Montevideo y montevideanos, salud, y a disfrutar la Rambla! (Ver imagen  10).

Imagen 10. La Rambla. Fotografía de Gerardo Sánchez, 2022.


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La nordomanía de Rodó

Por Ramón Vargas Salguero

José Enrique Rodó, el preclaro pensador uruguayo, anticipó  rasgos de nuestras sociedades latinoamericanas que, cien años después de haberlos dado a la luz, han adquirido una vigencia incuestionable. Ariel, su conocido libro, vuelve a estar en el tapete de la discusión.

Motivado, probablemente, por la invasión y apropiación de Cuba y Puerto Rico por Estados Unidos, pero sin duda alguna sustentado en el estudio detenido de algunos de los rasgos estructurales de la sociedad latinoamericana y norteamericana, Rodó no dudó en considerar que Ariel y Calibán, los dos conocidos personajes de Shakespeare, estaban representados paradigmáticamente, el primero, por los pueblos latinoamericanos herederos del mundo greco cristiano y por el pragmatismo norteamericano, el segundo. Cuidándose, sin embargo, de no incidir en una inaceptable dicotomía, dejó claramente asentado que si bien Estados Unidos podía ser considerado como la encarnación del utilitarismo, ello no ponía en entredicho el reconocimiento de sus incuestionables aportes en el orden de la producción material. Tan insensato le parecía negar sus defectos como desconocer sus cualidades. El influjo del éxito alcanzado por Estados Unidos, sumado a la propensión de los pueblos latinoamericanos hacia la “nordomanía”, explicaba que no únicamente en la cabeza de muchos dirigentes políticos latinoamericanos, sino incluso, y tal vez más notorio, en las masas, cundía la admiración por los logros y rasgos de dicho país. Y, detrás de la admiración, nacía la aspiración a imitarlo.

En frases cuya prístina claridad no deja lugar a dudas, Rodó hizo ver que “la visión de una América ‘deslatinizada’ por propia voluntad, sin la extorsión de la conquista, y regenerada luego a imagen y semejanza del arquetipo del Norte, flota ya sobre los sueños de muchos sinceros interesados por nuestro porvenir.” Este afán mimético era la manifestación de nuestra “nordomanía”, abdicación servil de lo propio, “imitación impotente de los caprichos y las volubilidades de los encumbrados de la sociedad.”

Explicar de qué manera el éxito de uno encontraba eco en el afán imitativo del otro, dando lugar a la importación e intento de aclimatación en tierras nativas de toda clase de objetos, ideas y obras de arquitectura inclusive, de ninguna manera suscitaba la aquiescencia de Rodó. Todo lo contrario.

Sin oponerse a reconocer las ventajas que pueden conllevar las influencias innovadoras, no podía menos que oponerse al   “propósito de desnaturalizar el carácter de los pueblos —su genio ‘personal’— para imponerles la identificación con un modelo extraño al que ellos sacrifiquen la originalidad irremplazable de su espíritu, (y) a la creencia ingenua de que eso pueda obtenerse alguna vez por procedimientos artificiales e improvisados de imitación.”

Tal vez teniendo presente el eclecticismo de su tiempo y lugar Rodó recomendó a los “principiantes candorosos que se imaginan haberse apoderado del genio del maestro cuando han copiado las formas de su estilo o sus procedimientos de composición <…>que forma parte de los deberes humanos el que cada uno de nosotros cuide y mantenga celosamente la originalidad de su carácter personal, lo que haya en él que lo diferencie y determine…” Y, a falta de una “personalidad” (de una identidad, diríamos nosotros) claramente perfilada en nuestros respectivos pueblos latinos, propone anclarnos en lo que sí tenemos: “una herencia de raza, una gran tradición étnica que mantener, un vínculo sagrado que nos une a inmortales páginas de la historia, confiando a nuestro honor su continuación en lo futuro.”

Sus pioneras y luminosas críticas encuentran una amplia validación al tener en cuenta que la extensión alcanzada actualmente por la globalización y el neoliberalismo, han desplazado viejas concepciones teleológicas acerca del sentido de la existencia. Bajo el impulso de la capacidad productiva del ser humano, el mundo ha sido convertido en una “aldea” como certeramente señaló McLuhan, con todas las ventajas que significa que cada uno pueda llegar a ser partícipe de los sucesos que tienen lugar en las antípodas y confines de su personal mundo. Tal vez Rodó estuviera dispuesto a aceptar que en la riqueza espiritual generada por esta mancomunidad participativa, no deja de traslucirse la alada presencia de Ariel.  Pero también haría notar que ambos factores han entronizado la ganancia y el consumismo como finalidades por antonomasia del ser humano y a la competitividad como vía idónea para alcanzarlos. Razones por las cuales otros pensadores consideran que la “aldea global”  es, más bien, algo bastante más prosaico y desilusionante: un “shopping center global”, en el que bajo la piel de cordero con que lo quieren presentar, aparece Calibán, el Becerro de Oro.

Por supuesto que convertir el mundo en un gran almacén de compra venta de productos, sólo es posible mediante la brutal reducción de las múltiples potencialidades humanas a aquellas que son indispensables para la producción, distribución y consumo de bienes. Y esto choca con la esencia misma del ser humano y con la idea que Rodó preconizaba: que “Cada individuo humano sea, ante todo y sobre toda otra cosa, un ejemplar no mutilado de la humanidad, en el que ninguna noble facultad del espíritu quede obliterada y ningún alto interés de todos pierda su virtud comunicativa.”

Por lo que toca a su genealogía  —porque la búsqueda de identidad tiene toda una historia en México— habrá que recordar que el primer barrunto que de ella encontramos, se remonta a tiempos retirados en el tiempo, pero cercanos en el espíritu y con el cual, ocioso es decirlo, considero que nos identificamos ampliamente en muchos sentidos. Quiero traer a la memoria unos preciosos versos de uno de nuestros grandes poetas, en el cual encontramos la búsqueda de una identificación con la tierra misma, la denuncia de la acción desaprensiva del ser humano sobre ella y una propuesta para solventarla. Me estoy refiriendo, por supuesto, a Nezahualcóyotl el gran Rey Poeta de Texcoco, quien en alguna de sus poesías dijo así:

«¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?

No para siempre en la tierra; sólo un poco aquí.

Aunque sea de jade se quiebra,

aunque sea de oro se rompe,

aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,

No para siempre en la tierra; sólo un poco aquí.

Del interior del cielo vienen

las bellas flores, los bellos cantos.

Los afea nuestro anhelo,

nuestra inventiva los echa a perder . . .

¿He de irme como las flores que  perecieron?

¿Nada quedará de mi fama aquí en la tierra?

¡Al menos  flores, al menos cantos!»

Nezahualcóyotl

Después del Rey Poeta, los criollos ilustrados, con Sigüenza  a la cabeza, volvieron a encarar el problema de la identidad. Lo prosiguieron en tiempos de la Revolución de Independencia y ahondaron en él a todo lo largo del Siglo XIX quienes sabían que constituir un nuevo país exigía, sin taxativa alguna, que la población se reconociera en un pasado, en unas raíces, en un futuro. El siglo anterior fue el de la explosión de esta búsqueda de identidad. La Revolución de 1910, como no podía ser de otro modo, retomó la estafeta secular porque nada hay que aliente tanto la identificación entre los seres humanos como verse partícipes en la consecución de metas comunes.

Heredamos, pues, una bandera. De acuerdo con ella, de acuerdo con la necesidad de coadyuvar a la construcción de una identidad nacional que fungiera como sustento, como fundamento de la «Grandeza mexicana» que cantara Bernardo de Balbuena, la práctica profesional de los arquitectos se veía socialmente conminada a aportar su cuota de respaldo. Imaginando y construyendo los espacios en los que se reconocieran e identificaran nuestros diversos grupos sociales. Y así fue en un principio. Y así aconteció cuando todavía el espíritu de la Revolución Mexicana estaba pujante: las obras de arquitectura concordaron con las modalidades de vida de la población a la cual se las dirigía. Eso fue hasta hace unos cincuenta años.  ¿Y después?

¿Qué hemos hecho del afán de participar en la construcción de una identidad en las obras de arquitectura? Que se nos ha traspapelado detrás de la montaña de cuentas de vidrio y espejos con la que nos hemos inundado. Y que mientras más nos hundimos en el vórtice del consumismo, más perdemos nuestro gusto por los cantos y las flores, tanto en su sentido literal como en el figurado. También nos ha sucedido que toda la espiritualidad e identidad que estaba detrás del gusto por las flores, ha tenido que dejar su lugar  a otros sentimientos, antípodas de aquellos. 

Si esto es así, y así lo creemos, el conjunto de acciones tendientes a consolidarla, extenderla, propiciarla y encomiarla de nueva cuenta, a través de los recursos atingentes deben tomar la forma de una política cultural de amplísimos derroteros y no menos trascendentes repercusiones. ¿Por qué? Porque está en juego la pérdida del sentido de trascendencia de las acciones humanas a que ya hacía referencia Nezahualcóyotl cuando hablaba de dejar al menos, como rastro de nuestro paso por la tierra,  cantos y flores. Y el extravío del sentido de trascendencia de nuestras acciones es el ábrete sésamo al sinsentido que ahoga en buena medida a la sociedad actual. Pero en nuestro caso, y a riesgo de ser tomado como chauvinista irredento, creo que a un pueblo amante de las flores y el canto, bien merece que se le sigan ofreciendo.

Pero, ¿y qué decir del tema en cuestión y, más puntualmente, acerca del significado que para los arquitectos representa, así como de su  genealogía en el caso de México? ¿Qué significa para nosotros, aquí y ahora, el  tema de la identidad en arquitectura?

Escuetamente respondido, representa un estandarte, una bandera, un leit motiv. No sería difícil hacer ver que la identidad entre los habitadores y las obras de arquitectura que se le ofrecen, podría ser vista  como la meta, sin más, de toda posible obra de arquitectura, como el faro orientador de la práctica profesional de los arquitectos, como el referente último o como su inexcusable punto de partida: proporcionar a la sociedad de la que formamos parte, los espacios que ésta necesita para producir y reproducir su vida. La práctica de los arquitectos es, no debiera olvidarse,  una actividad de servicio. Servicio que cumplirá más cabalmente en la medida y proporción en que logre que el ser humano se identifique con los espacios que habita. En esto estriba la identidad: en la conjunción de las modalidades concretas de vida de cada comunidad, con los espacios en que se desenvuelve. Mientras más el habitador los sienta como su alter ego, mientras más se identifique con ellos, mientras más coincidencias e identidad encuentre, mejor habrá cumplido el arquitecto.

No exageran en el más mínimo quienes denuncian como un hecho en extremo negativo el que la identidad, que la identificación que anteriormente existía entre nuestros núcleos urbanos y nosotros mismos, entre los espacios que habitábamos y nuestras modalidades de vida, se ha perdido en una proporción considerable y que a consecuencia de ello, la población pierde recursos, pierde asideros, pierde la seguridad en sí mismo para encauzar su vida por los senderos que mejor empatan con su ser mismo.

Quiero, para terminar, aunque supongo que está ya dicho, reiterar la convergencia que en mí suscita el empeño de Rodó, con las palabras de otro poeta  mexicano, cuando dice:

«A sangre y flor el pueblo mexicano ha vivido.

Vive de sangre y flor su recuerdo y su olvido

(Cuando estas cosas digo mi corazón se ahonda

en su lecho de piedra de agua clara y redonda)»

Carlos Pellicer

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50 años de autogestión. Expresión plástica de una época

Por José Víctor Arias Montes

Hacia 2005, para cuestiones distintas, escribí algunas líneas sobre las diferentes expresiones de aquel movimiento que llevó el nombre de Arquitectura Autogobierno, entre el tiempo transcurrido entre los años 70 y 80 del siglo pasado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En ellas  me referí, principalmente, a las revistas y boletines producidos en esa época; todos de una riqueza gráfica excepcional, incluyendo su contenido, y que se puede consultar en el número 4 de la colección Raíces Digital dedicado a las publicaciones del Autogobierno. Posteriormente, en 2016, en el foro 70 | 80 Acciones que transforman la ciudad, me aboqué precisamente a las expresiones plásticas del Autogobierno. Sirvan, pues, esas aportaciones, para ahora recalcar algunas de esas expresiones a lo largo de 50 años.

Portada del número 4 de la colección Raíces Digital, donde se reproducen las publicaciones elaboradas en el Autogobierno, entre 1976 y 1984. SE puede consultar en: https://fa.unam.mx/editorial/wordpress/wp-content/Files/raices/RD04/4.pdf

Ahora, en la conmemoración de 50 años de autogestión,  tocaremos el tema de la expresión plástica propia del Autogobierno manufacturada con técnicas diversas y  objetivos comunes.

Reiteramos lo dicho: no hay movimiento sin símbolo, ni símbolo sin movimiento. El espíritu libertario del movimiento del 68 creó el suyo, cuyo lema resume la esperanza de quienes en él participaron: libertades democráticas. En aquellos días, el 25 de agosto para ser exactos, durante la celebración del festival popular en la explanada de Rectoría de Ciudad Universitaria se presentaron los trabajos elaborados para el diseño del símbolo del movimiento; y para ser congruentes, se llevó a cabo la selección correspondiente apoyada mayoritariamente por el presentado por la arquitecta María Teresa del Pando, profesora de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura (ENA) de la UNAM. Desde entonces, ese símbolo representó en volantes, pintas y mantas, las libertades democráticas que enarboló, entre otras muchas demandas, el movimiento estudiantil de 1968 y que trascendió esas fronteras para ubicarse como reivindicación permanente en nuestro país.

1968 es el punto de partida de esta exposición, ya que en ese año aparecen expresiones distintas a las de movimientos anteriores y que hoy continúan siendo materia de estudio para los especialistas y porque de múltiples maneras la historia del Autogobierno está íntimamente relacionada con la historia de ese año trascendental para la historia de México.

Un trazo sencillo, delimitado por un círculo descubre una L y una D con fondo de colores contrastantes: rojo y azul.

Logotipo: Libertades Democráticas, 1968. Autor: Arq. María Teresa del Pando

Bueno, sirvan entonces estas líneas para reconocer el trabajo realizado por su autora, a pesar de los años transcurridos.

La historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), está llena de ejemplos de todo tipo de inconformidades que han motivado los más heterogéneos movimientos reivindicativos sobre diversos aspectos. En esa variedad, los más expresivos se ubican al lado de los estudiantes y profesores que, en su afán por conquistar sus demandas, construyen, de la manera más espontánea, una amplia gama de opciones para transmitir sus inconformidades y propuestas de solución: imprimir y repartir un volante, pintar un muro, dibujar y pegar un cartel, escribir y difundir un folleto con múltiples análisis, críticas y propuestas, redactar un desplegado y publicarlo en los medios de comunicación impresos, solicitar la voz en algún noticiero electrónico, organizar un mitin, una asamblea, una marcha o un paro, promover la huelga, diseñar una manta, un banderín o una prenda de vestir, elaborar una pega y colocarla en cualquier lugar visible, editar revistas o libros, participar en conferencias, coloquios, congresos o seminarios, pintar un camión, crear una consigna para ser coreada, cambiar la letra a una canción y entonarla por todas partes, liarse a golpes, y hasta cerrar las instalaciones son, entre algunas más, lo que las comunidades son capaces de expresar para ser atendidas en sus reclamos.

Como también recordarán, la Escuela Nacional de Arquitectura fue de las últimas dependencias universitarias en levantar la huelga. Esto lo hizo en diciembre de 1968, después de haber arrancado a las autoridades el compromiso de organizar el seminario de «Evaluación de la Enseñanza de la Arquitectura», en donde los profesores y alumnos progresistas manifestaron las más innovadoras ideas sobre la enseñanza de la arquitectura. El resumen del seminario fue por demás elocuente, a pesar de su limitada participación, pues en él se podrá ubicar un bloque de ideas precedentes al Autogobierno y que éste haría suyas en 1972 al incorporarlas a sus principios y objetivos.

Desde luego no es el momento de analizar estos acuerdos y sus repercusiones en tiempos posteriores a éste; lo que interesa para el tema es resaltar un segundo símbolo que apareció en esos momentos y que quedó ahí, como resguardado por el tiempo: en enero de 1969 se publicaron los acuerdos de ese seminario en un folleto tamaño carta, y la portada es una espiral en negro con fondo rojo. El diseño es del arquitecto Ricardo Flores Villasana, profesor también de la ENA.

Debieron transcurrir varios años para que la Escuela Nacional de Arquitectura volviera a colocarse en la arena de las reivindicaciones universitarias por democratizar la enseñanza y la estructura universitarias. Fue a inicios de 1972 en que se acumularon en la ENA una cantidad considerable de problemas académicos y administrativos que las autoridades se negaron a solucionar y que, conjugados con otros externos a la ENA y a la UNAM, llevaron a los estudiantes y profesores, por medio del Comité de Arquitectura en Lucha (CAL) y el Colegio de Profesores, a convocar a la asamblea plenaria para solucionarlos desde ahí: los días 11 y 18 de abril de 1972, en ambas asambleas plenarias, se destituyó a las autoridades de la ENA y a los pocos meses ese movimiento adoptó el nombre de Autogobierno e hizo suyo, por medio de un concurso organizado por el CAL, el símbolo de la espiral plasmado por Ricardo Flores en la portada de conclusiones del Seminario de Evaluación de la Enseñanza de 1968.

El símbolo, según él mismo lo relató, es la transcripción de una de tantas piedras que hay en el estado de Michoacán y que muestran una espiral labrada en una de sus caras. Mostraba la foto de esa piedra que le había servido de modelo para ello. Efectivamente, como podemos observar en otras fotos tomadas por nuestro amigo Melesio Ávalos en Michoacán, éstas existen de manera importante en distintos lugares apreciándose en ellas distintas espirales labradas en sus superficies.

Como ven, son espirales que partiendo del centro giran hacia el exterior hacia la izquierda. Lo que propuso Ricardo Flores, en 1972, fue la espiral azul con fondo rojo girando a la derecha, como si fuera un trazo realizado con un brochazo. Sobra decir que los autogobiernistas lo adoptaron sin retraso alguno y lo plasmaron en cuanto espacio pudieron, convirtiéndolo en un símbolo que motivó a pensar en un movimiento que no tiene principio ni fin; que su continuidad es permanente. Fue, y es todavía, una de los emblemas de más tradición en la lucha por democratizar la UNAM.

Logotipo del Autogobierno, 1972. Autor: Arq. Ricardo Flores Villasana

Producto de las amplias discusiones que se dieron en esos meses de 1972, el Autogobierno acordó cuáles eran sus objetivos académico-políticos mismos que se plasmaron en dibujos pensados y realizados por la comunidad que había apostado por un futuro sin condiciones: Totalización de conocimientos, Praxis, Diálogo crítico, Autogestión, Crítica–Autocrítica y Conocimiento de la realidad nacional.

En ese año, 1972, el Autogobierno también produjo una serie de representaciones gráficas para llamar a la discusión, al análisis y la toma de conciencia sobre lo que estaba sucediendo en la ENA. Fue un momento donde la base, principalmente estudiantil, se expresó libremente y con una creatividad indiscutible que cualquier pretexto sirvió para trazar un cartel, hacer una caricatura o recrear, a la manera de Andy Warhol, cualquier marca comercial dotándola de sentido político y plasmados en los carteles que se producían uno a uno tapizando las paredes de la ENA.

Cartel Piensa (Pepsi Cola), 1972. ENA-Autogobierno.

Vinieron después tiempos más complicados para la UNAM, pues surgió la idea creciente de crear el sindicato de los académicos: el SPAUNAM (Sindicato del Personal Académico de la UNAM). El Autogobierno hizo suya esa demanda, sumándose masivamente a las movilizaciones elaborando su propia propaganda impresa y algo que no se había hecho en Ciudad Universitaria con tanta calidad: murales de impecable calidad de apoyo al SPAUNAM y otros relativos a temas de gran combatividad. Desafortunadamente, las autoridades, por medio de su brigada gris, se encargaban rápidamente de cubrir con pintura gris cualquier expresión en muros y pisos como parte de su guerra sucia en contra de los movimientos democratizadores.

Las expresiones se extendieron a las colonias y pueblos donde el Autogobierno trabajaba en proyectos arquitectónicos y urbanos. Las mantas en marchas fue un apoyo de indiscutible valía para los habitantes de esos asentamientos. Así, en plena “guerra sucia” el Autogobierno se hacía visible en muchos lugares arriesgando todo por acompañar a quienes se consideraba aliados de clase.

La espiral autogobiernista ganó entonces presencia y cierta popularidad al ser impresa en aquellos banderines color naranja y estampada también en playeras del mismo color. No había marcha sin banderines, ni compañer@s sin su playera.

Otro tipo de expresión, obviamente política e ideológica, fue el dotar a los auditorios de cada escuela o facultad con un nombre de alguna persona sobresaliente en las luchas de sus pueblos. Al de Filosofía y Letras se le nombró “Che Guevara”, al de Economía “Ho Chi Minh”, al de Medicina “Salvador Allende”, al de Ciencias “Miguel Enríquez” y al de Arquitectura “Genaro Vázquez Rojas”.

Vino, hacia finales de los años 90 la larga huelga del Consejo General de Huelga (CGH), conformado por la mayoría de las escuelas y facultades de la UNAM que defendieron, con todo a su alcance, la embestida neoliberal que pretendió privatizar la Universidad. Las expresiones utilizadas para mostrar plásticamente las demandas, quedó en la memoria de la comunidad de la Facultad de Arquitectura que se sumó a esa heroica lucha. Sus muros resguardan celosamente esos expresivos momentos.

Un caso, por demás especial, fue el apoyo para la presentación de los 43 estudiantes  de la Normal Rural de Ayotzinapa, Gro., desaparecidos en septiembre de 2014 por el Estado mexicano. La gran actividad desarrollada por el Taller Uno-Autogobierno se realizó sobre el acceso principal a la Facultad de Arquitectura desde la explanada de Ciudad Universitaria.

En todos los casos, la expresión plástica del Autogobierno de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, no se explica suficientemente si no se incluyen todas las modalidades que éste utilizó para mostrar la realidad sobre la que surgió y las propuestas de solución que se plantearon para superar dicha realidad. Como movimiento, sujeto a todas las riquezas y contradicciones de cualquier corriente universitaria, impulsó por necesidad y principios que las ideas se difundieran por todos los medios que se encontraron al alcance de sus miembros.

Todas las expresiones posibles, se enriquecieron con la tradición de elaborar carteles conmemorativos de aniversario para recordar al Autogobierno. La década de los 80 se impregnó de esa expresión: carteles impresos en serigrafía de alta calidad. A cada año de aniversario, un cartel distinto con una espiral como tema central. Al Taller Gráfica Espiral, se debe la impresión profesional de muchos de ellos.

Carteles de aniversario para diferentes años. Autoría: Ricardo Flores Villasana y Víctor Arias.

Según nuestra muy particular interpretación, se vivió en el Autogobierno uno de los mejores momentos de los movimientos estudiantiles de la segunda mitad del siglo XX en las instituciones de educación superior en México al haber alcanzado, por méritos propios, un alto nivel autogestivo que llevó a sus miembros a elaborar sus propios planes de estudio y de gobierno. Y aunque las experiencias, como la del Autogobierno no se volverán a repetir igual, queda en el ambiente universitario la necesidad de voltear al pasado para, cuando menos, no repetir los mismos errores y dar legitimidad a todo aquello que se considere útil para alcanzar la utopía universitaria: su democratización.

Con un último ejemplo, terminamos con esta apretada exposición para conmemorar los 50 años de autogestión. Nos referimos a las expresiones verbales, que coreadas por la multitud crean un ambiente de mayor riqueza en la espontaneidad de las expresiones de los movimientos y sus repercusiones en la sociedad. ¿Recuerdan aquel grito de ¡DAME UNA A…! ¡DAME UNA U…! …

¿Saben de dónde viene? ¿Recuerdan el festival de Woodstock de agosto de 1969? Creemos que hay relación con ello. En éste hay una pieza cantada por Country Joe Mc Donald (I feel like I’m fix in to die rag), denunciando la guerra en Viet Nam, que se propagó por muchos rincones allende las fronteras de USA y que inicia con una arenga al estilo de las animadoras de fútbol americano, y que el Autogobierno la adoptara a su manera para entonar ese grito que le imprimió un sello bastante particular y alegre.

Para finalizar esta apretada exposición: el Autogobierno fue expresión de una época, cuya realidad histórica se ha guardado en la memoria de much@s, por lo que su expresión plástica debe ser entendida y estudiada a partir de esa realidad.

Mural “50 años en 24 principios” para conmemorar los 50 años del Autogobierno. Abril de 2022. Autores: Oscar y Damián Albores González.

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La trayectoria cultural, social, histórica, politica y económica siempre presente en el Centro Histórica

Rubén Cantú Chapa

Centro Histórico, corazón y cerebro de la Cuarta Transformación

Durante más de tres décadas en el Centro Histórico se protagonizaron severas críticas al Estado neoliberal con los ascendentes movimientos sociales de base urbana. 

Aparece con este proceso social un Centro Histórico, sociedad y territorio, que criticó duramente al Estado mexicano desde antes de 1968 en un ambiente socio urbano, cultural, político, patrimonial de identidad nacional. Surgió un espacio actor de los problemas sociales locales y nacionales. 

Afloró un rescate político y social del Centro Histórico distinto al criterio oficial y a la visión de las academias de preservar el área urbana central. Emergió del espacio tradicional de poder: el rescate por las clases y sectores sociales en un ambiente socio urbano democrático inédito. 

Este lugar de la metrópoli progresaba como espacio crítico del sistema imperante porque cuestionaba el estatus de varias décadas para convertirse en crisol de los movimientos político, social y cultural del país. 

Hoy el espacio patrimonial cultural y político del Centro Histórico, en un acontecimiento nuevo de las últimas décadas, germinó el “Zócalo Democrático” como el corazón y cerebro de la Cuarta Transformación (4T) nacional y del perseverante e incansable presidente Andrés Manuel López Obrador.

Centro Histórico, siempre espacio crítico

En el espacio patrimonial y cultural del Centro Histórico capitalino, se han presentado diversos acontecimientos en las décadas recientes. Se ha desenvuelto un hecho histórico relacionado con la impugnación al sistema político y al modelo de desarrollo neoliberal. Este espacio asume la categoría de ambiente sociourbano: territorio de manifestación cultural, patrimonial y de identidad nacional que protagoniza los problemas sociales y políticos.

Se presenta como un lugar difícil de rescatar, salvaguardar y restaurar, acorde con las recomendaciones de los organismos nacionales e internacionales. Sin embargo, aparece un rescate social y político del Centro Histórico distinto a la visión de las academias; un criterio oficial de espacio tradicional de poder. El rescate de la sociedad civil reveló un ambiente sociourbano inédito.

El quehacer crítico del Centro Histórico tiene su origen al cuestionar al urbanismo y demás disciplinas del conocimiento, porque da seguimiento a la gestión ambiental de los valores políticos, sociales, económicos y culturales. Es crítico porque cuestiona el estatus de varias décadas y presenta la posibilidad de alternativas que mejoren las condiciones de vida del país mediante la real participación social y organización política de la sociedad. El Centro Histórico seguirá siendo siempre el mayor espacio crítico.

Reitera el poder político de las mañaneras

El poder político de las conferencias mañaneras desde el Centro Histórico de la Ciudad de México ha demostrado ser un valladar infranqueable contra los intentos de regresar al pasado conservador de 36 años de duración, más que la etapa porfirista que se creía superada. El Centro Histórico ha sido un espacio crítico clave de la vida política y económica del país. 

El periodo neoliberal de gobierno de más de tres décadas creó su contrario con la puesta en venta de los bienes de la nación conseguidos por la Revolución de 1910 y la Constitución Política de 1917, con actos de corrupción, rematando las propiedades de la nación y dando lugar a la impunidad de manera inédita. Este hecho de descomposición social y quebranto económico y político de la República gestó la necesidad de renovación y reconstrucción nacional mediante la Cuarta Transformación, después de las anteriores: la Independencia, la Reforma y la Revolución. 

Estas fueron violentas en todo el país, de igual forma se desenvolvió en el territorio nacional, pero de manera pacífica, como se está afianzando desde el corazón y cerebro de Centro Histórico, y consolidando con el poder de convocatoria a nivel nacional de las mañaneras, donde a unos pasos tuvieron lugar grandes concentraciones populares.

Los edificios contribuyen a la contaminación

La degradación del medio ambiente urbano no sólo es un problema físico, sino también social. Existe una relación entre la actividad inmobiliaria y el ambiente existente, lo mismo sucede con el cambio climático.

La actividad física inmobiliaria tiene determinado vínculo con la vida humana. Mientras más elevados sean los edificios, bien en el Paseo de la Reforma o alrededor de Santa Fe, más aumentan los índices de contaminación del aire.

Pareciera que la elevación de las nuevas catedrales del capital financiero marca los niveles de polución atmosférica del valle de México, y su dimensión territorial está en la cantidad de municipios conurbados.

El cambio climático también tiene varias expresiones en la vida de la metrópoli, como en el resto de las grandes ciudades. Lo físico impacta en lo social en la medida que aumenta la urbanización; modifica el clima como sucede con el ambiente sociourbano por la aglomeración humana. Exhibe sin reserva los nuevos templos del capital y su impacto en el ambiente climático como se muestra en el resto del mundo. Habla por sí sola la feroz competencia del mercado y continúa la carrera de un centro urbano inmobiliario.

La historia pasada y presente, como la arquitectura y el urbanismo, pasan necesariamente por el Centro Histórico, lugar de identidad de la nación mexicana.

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Después de la calma, a la ciudad llegó la tormenta.

Gerardo G. Sánchez Ruiz

Disminuido el Covid19, después de casi un año de calma en la ciudad los capitalinos empezaron a salir de sus refugios y la tormenta empezaba; hoy después de dos años y medio de semi encierro todos ante la urgencia de salir, trabajar en presencial —quienes realizaron trabajo en línea—, pasear y encontrarse con familiares y amigos vino la tormenta total.

Sobre todo durante el primer año de la irrupción del maléfico virus mismo que generó hasta el momento según datos oficiales 330,043, y extraoficiales el doble, calles y avenidas mostraron una gran tranquilidad, al reducirse la circulación de automóviles, camiones, motocicletas, etcétera; y por supuesto, los peatones. En el semi encierro los días se mostraban tranquilos e invitaban a salir, se salía, pero sólo para respirar, caminar, hacer compras o algún trámite y seguir soportando el confinamiento. El semi encierro permitió reducir contaminantes dadas las bajas en consumo de combustibles —que registraron disminución en precios— residuos gaseosos de aquellos, contingencias ambientales, ruido, y por supuesto, las aglomeraciones, había calma.

Pero vino la tormenta, las actividades se incrementaron, quienes trabajaron en línea como el caso de las escuelas de todo nivel, oficinas públicas y aún privadas retornaron a sus trabajos de manera presencial, hubo que llevar a los niños a las escuelas, los jóvenes se desplazaron a sus aulas, y todos los trabajadores retomaron las rutinas hacia su oficina, comercio, fabrica o aula, por lo que la circulación de automotores regresó a su nivel y con ello residuos gaseosos, ruido, etcétera.

Así como se ha venido actuando contra gases contaminantes, los gobiernos de las ciudades en el presente tienen la tarea de actuar sobre los niveles de ruido, por los efectos que genera en la población, en particular por el estrés que induce en cada habitante. Habrá que exigir a esos gobiernos que actúen para que las fábricas produzcan automotores silenciosos, por supuesto muchos automóviles están en esa línea,pero trailers, autobuses y motocicletas no.

Ya los urbanistas de principios del siglo XX, llamaban a atender el problema del ruido, en nuestro país en los años setenta del mismo siglo, hicieron sus intentos, el Plano Director de 1976 por ejemplo pretendíapromover más el uso del transporte colectivo. En el presente en el caso de la ciudad de México el problema sigue sin atenderse como es debido. ¿Las autoridades estarán esperando a que el cuerpo humano se adapte a ese ruido, siguiendo una afirmación de Ramón Aguirre Velázquez? Y es que éste como jefe del Departamento del Distrito Federal de 1982 a 1988, al cuestionársele respecto a los problemas de contaminación atmosférica que agobiaban a la ciudad en esos años señaló esa posibilidad. 

Y es necesario aminorar la actual tormenta de contaminantes, para disfrutar ambientes menos agresivos; la salud de los citadinos es importante, un habitante con buenos niveles de salud es más amigable, menos agresivo, y si se quiere, más productivo.

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50 años de autogestión. Participación social colaborativa en 1985

Por José Víctor Arias Montes

Cómo olvidar los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985, si han sido de los más devastadores en el centro, sur y occidente del territorio nacional. A partir de cifras oficiales, se cuantificaron entre 6 mil y 10 mil muertes y más de 50 mil familias que perdieron sus hogares. La información extraoficial ofreció datos mucho más desgarradores de lo sucedido en ese año.

La Ciudad de México vio, por primera vez, emerger una amplia participación autogestiva ante la tardanza del gobierno de Miguel de la Madrid para organizar los trabajos de rescate y ayuda en las zonas más dañadas por esos fenómenos naturales impredecibles.

Sin alarmas sísmicas de por medio, como hoy día, a todos nos tomó por sorpresa. La inmensa mayoría quedó varada en su propia vivienda, escuela, transporte o lugar de trabajo, sin poder moverse. Tuvimos que soportar la zozobra del tiempo que transcurría y que parecía eterno. Muchos emprendimos el regreso de los hijos que ya estaban en sus escuelas y reunirnos con otros vecinos para conocer un poco más de lo que había sucedido.

Los comentarios e informaciones de algunos eran alarmantes, y otros con más precisión sobre ciertas zonas de la ciudad no dejaban lugar a dudas de la gravedad. Unos hablaban de edificios derrumbados y de muchos muertos. Sólo a lo lejos escuchamos el sonido de algunas sirenas de ambulancia y otros que por el acompañamiento de la campana supusimos que eran los de bomberos.

Quizás por la ubicación de nuestra vivienda, alejada de la zona centro de la ciudad, no percibíamos con claridad la magnitud del desastre. Pero en cuanto conseguimos las pilas y sintonizamos la radio nos empezamos a dar cuenta de lo que había sucedido, y aunque todavía no había recuentos detallados las noticias realmente eran pavorosas.

Después de un largo rato, la energía eléctrica se reestableció lo que permitió sintonizar el televisor, aumentando la angustia por las noticias que indicaban una situación trágica. Las primeras imágenes que pudimos observar resultaban también devastadoras: Tlatelolco, Centro Médico, Hospital General, Televisa… Tanto en la radio como en la televisión las recomendaciones se centraron en sugerir que si no se tenía a qué salir no se hiciera, y que no se trasladaran a los lugares de mayores derrumbes para no entorpecer las labores de auxilio.

El mismo 19 por la tarde-noche, los talleres del Autogobierno de la Facultad de Arquitectura de la UNAM decidieron suspender sus actividades académicas y conjuntar diferentes informaciones de la magnitud de la tragedia y que llevó inicialmente a ubicar los lugares que requerían de ayuda inmediata para la búsqueda y rescate de personas que se presumía estuvieran entre los escombros de edificio dañados. La voz se corrió tan rápido que ya para la noche platicábamos cómo distribuirnos en brigadas hacia las zonas dañadas, donde cada una de éstas se conformaba por estudiantes, trabajadores y académicos. La coordinación general del Autogobierno y las coordinaciones de los talleres se convirtieron, desde esos momentos, en algunos de los centros de enlace más importantes de la UNAM desde donde se ofrecía ayuda técnica y humana para asegurar la vivienda o bien para remover escombros y buscar sobrevivientes.

Para el siguiente día, 20 de septiembre, las reuniones en el Autogobierno crecieron en número de participantes y talleres. Nos concentramos en las reuniones del Taller Seis, donde laborábamos, para crear un grupo de apoyo técnico, mismo que decidimos trabajara en la colonia Guerrero pues era ahí donde había mejores condiciones por los trabajos que con anterioridad se realizaron en diferentes vecindades. Se hizo un plano, se ubicaron los lugares y se organizaron los equipos para trabajar en los sitios que por información de los propios vecinos eran los más afectados. La coordinación general del Autogobierno concentró tanto la información de solicitudes de colaboración como las donaciones, principalmente de herramientas, para realizar trabajos de remoción de escombros distribuyéndolas a los diferentes equipos en los talleres.

El resto de talleres autogobiernistas se organizaron de igual manera, entregándose a las labores que cada sitio exigió en esos dramáticos días. La autogestión académica se sumaba así, sin diferencia alguna, a la autogestión vecinal de la Ciudad de México ante la ausencia de la organización gubernamental que había quedado muda, paralizada y sin respuesta inmediata.

Ello sirvió para que el Autogobierno de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, una expresión académica autogestiva surgida en abril de 1972 mostrara, en los trabajos desarrollados en distintas colonias de la Ciudad de México, que sí es posible el trabajo autogestivo amplio en labores de rescate, organización vecinal y proyectos participativos de gran envergadura, sin quedar sujetos a los lentos designios burocráticos de la autoridad.

Fotografías: Entrega de proyectos en la colonia Guerrero de la Ciudad de México. Asesores: Víctor Arias, Octavio Barreda, Beatriz Sánchez y Bruna Anzures.

De algunos de estos trabajos autogobiernistas quedó constancia en el programa de Renovación Habitacional Popular, creado en mayo de 1986, y que financiara proyectos de vivienda por distintos rumbos de la ciudad. Para el caso, la Universidad Autónoma Metropolitana-X y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, editaron dos años después el libro Alternativas de vivienda en barrios populares donde quedaron registrados esos trabajos y los de otras organizaciones profesionales y académicas. También quedó registro en la revista número 6 de Diseño UAM, de septiembre de 1987.[1]

[1] Puede verse en: https://fa.unam.mx/editorial/wordpress/wp-content/Files/raices/RD09/revistas/uam_06.pdf

De algunos de estos trabajos autogobiernistas quedó constancia en el programa de Renovación Habitacional Popular, creado en mayo de 1986, y que financiara proyectos de vivienda por distintos rumbos de la ciudad. Para el caso, la Universidad Autónoma Metropolitana-X y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, editaron dos años después el libro Alternativas de vivienda en barrios populares donde quedaron registrados esos trabajos y los de otras organizaciones profesionales y académicas. También quedó registro en la revista número 6 de Diseño UAM, de septiembre de 1987.La autogestión exige compromiso, y los autogobiernistas asumieron, en 1985, esa responsabilidad. A tod@s l@s participantes nuestro infinito reconocimiento.

“Reconocimiento Nacional 19 de septiembre” al Autogobierno de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, otorgado por el Gobierno de la República. Febrero de 1986. Lámina en la exposición conmemorativa de los 40 años del Autogobierno. Fotografía: Víctor Arias


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@. . . . . ¡POR SUPUESTO!

Ramón Vargas Salguero

. . . . . Por supuesto! que hay razones, más que de sobra, para felicitarnos porque Arquitectura ante la 4t”, publicación llevada adelante por no más de un pequeño grupo de 6 u 8 colegas arquitectos, haya llegado ya a los 100 artículos. Gracias a este esfuerzo, las temáticas historiográficas, estéticas, teóricas y políticas tradicionales, así como las actuales, están encontrando espacio para invitar a los lectores, preferentemente estudiantes y profesionales del ramo, a continuar atentos a los avatares por los que atraviesa el ejercicio profesional. 

Día con día nos llegan noticias referentes a problemas habitacionales de distinta índole. Tanto los ocasionados por efectos naturales, como los que han sido causados por descuidos en el proceso productivo, podrían solventarse mejor si se contara con un conocimiento más preciso de estas problemáticas que nos permitiera, anticiparlas o solventarlas cuando ya han acontecido.

El apoyo que los artículos de Arquitectura ante la 4T prestan a la docencia y en general, a los arquitectos actuando en el ejercicio de la profesión, están fuera de duda, particularmente para el caso de la historiografía y de la teoría de la arquitectura, materias curriculares que no están coadyuvando de mejor manera a la formación de nuevos profesionistas, por desorientación de los profesores acerca del carácter de estas materias. ¿En qué consiste la historiografía? ¿Cuál es el de la teoría? Preguntas ambas que son de difícil respuesta por falta de actualización de los profesores y que debieran ser objeto de cursos para allanar este déficit. 

Una situación similar la hemos observado y puesto en evidencia por lo que toca a la estética, a la que una y otra vez, igualan con la teoría, como si los nombres y contenidos fueran intercambiables. El colmo de estas faltas de precisión en lo referente a la formación de los estudiantes de arquitectura e incluso de los ya titulados, consiste en la incapacidad de definir la palabra, en definir la profesión. Todavía en este momento se sigue utilizando el tipo de definición que estipuló Aristóteles, sin caer en la cuenta de que con él no se puede definir la palabra arquitectura, porque se incurre en una definición dicotómica: esto es arquitectura o no es arquitectura. 

Pues bien, son estos huecos en la formación del arquitecto que Arquitectura ante la 4T lleva ya 100 artículos poniendo su grano de arena para coadyuvar a subsanarlos. ¡POR SUPUESTO!

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100 de a 100 por el país

Gerardo G. Sánchez Ruiz

La transformación de un país no es cosa fácil, y para el caso, lo que se ha intentado en el país en un pasado cercano y en particular desde los años sesenta aún con sus alzas y bajas, presenta significativos avances. No han sido pocas las luchas desarrolladas en el campo, en las ciudades, desde las escuelas, incluso blandiendo métodos que llevaron a muchos a poner en peligro su vida, o lamentablemente perderla; esas luchas por supuesto, contribuyeron a la posibilidad planteada por la 4T.

Muchos abrazamos esa posibilidad que se construía, participando en marchas, plantones, cercos, pero también desde las trincheras que pudimos utilizar como fueron los periódicos o revistas, donde dependiendo de los espacios que se nos abrieron hubo posibilidad de analizar y proponer ante la nueva situación.

De manera particular, un grupo de profesionales, académicos y activistas unos con amplio y destacado camino andado con sus escritos en libros, periódicos, revistas, incluso con apoyos directos a movimientos revolucionarios en otros países, y para el caso, relacionados con la arquitectura y el urbanismo, vimos en la WEB la oportunidad de difundir lo que nos emocionaba, inquietaba o enojaba del proceso que tomó fuerza hace cuatro años, por lo que fuimos reuniéndonos cada quince días los jueves, utilizando los medios digitales ante la irrupción del Covid19, lo cual finalmente llevó a  la creación de la Arquitectura ante la 4T.

Nunca será fácil una transformación cuando la cultura política no mira hacia objetivos colectivos, dada la existencia de ambiciones, oportunismos y desatinos dentro de partes importantes del movimiento y aún de la cabeza, pero además acicateada por su aún inserción dentro de un contexto que no deja su condición neoliberal, pese a buenos deseos y acciones plausibles. Pese a esa esa realidad que de pronto apabulla, hoy llegamos a la salida 100 en este nuevo medio.

Dada la amplitud del mundo de la internet, no es sencillo atraer gente interesada en temas arquitectónicos, urbanísticos, ambientales, económicos, etcétera, sin embargo, lo hacemos con el mejor propósito.  Es cansado escribir cuando tenemos que realizar tareas que nos encargan nuestras instituciones, pero nos queda cuerda para manifestar lo que, desde cada uno de nuestros puntos de vista y con el mayor respeto, creemos puede contribuir a lograr un México mayormente democrático, y por supuesto: más justo. Son 100 escritos, pero saben de 100 cada uno, por la intención respecto al país.

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4T

 M. Alejandro Gaytán

Lo importante de los 100 documentos presentados por 4T es su intención de hacer parte integrante a sus lectores, de este horizonte que se está abriendo, en un gran sitio que se está conformando para la integración de todos los mexicanos con objetivos semejantes como es la igualdad en todos los sentidos, olvidándose de los enormes márgenes que hoy existen y que en los tiempos recientes agudizaron los problemas, las distinciones.

En esta labor es necesario continuar, pero abriendo las puertas de acuerdo con nuestros ideales a las nuevas generaciones que estudian, trabajan y forman parte de este gran país. Busquemos caminos de apertura, de integración profesional y hagamos 4T en todas las especialidades:

Especialidades profesionales, laborales, en la ciudad y en el campo. Busquemos a esas mentes abiertas al diálogo, al conocimiento, a la igualdad y hagamos con ello un gran centro de acción, de pensamiento.

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100 presentaciones de la Arquitectura ante la 4T

Rubén Cantú Chapa

Unas de las razones por la que apareció la Cuarta Transformación en el ámbito nacional, como un movimiento social e histórico, fue por el agotamiento del modelo neoliberal, en el proceso productivo y de consumo, que impactó en todos sectores y clases sociales, tanto en la actividad física como intelectual.

Nuestro gremio no fue la excepción, por lo que un grupo considerable de arquitectos y urbanistas asumió la responsabilidad de expresar, después de deliberad ampliamente y dada lo arquitectónico como entidad histórica, de exponer y sentirse comprometido con los valores sociales y éticos de la arquitectura. Considerando, además, la trayectoria de arquitectos que nos antecedieron como prototipos y ejemplos a seguir.

La inoperancia de la etapa neoliberal, detonada por la corrupción, hizo ineficaz el libre mercado que fundamenta la economía del sistema existente, en su forma razonable y equitativa de proceder, amén de la ausencia de credibilidad de la administración pública, sumida en un desprestigio jamás tenido.

De ahí el valor social e histórico de manifestarse como arquitectos ante la necesidad de participar, no solo en explicar la situación, sino en transformar la realidad con el Movimiento de la Cuarta Transformación.

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100 ejercicios para la transformación

J. Víctor Arias Montes

En noviembre de 2020, un grupo de arquitectos con poco más de 50 años de amistad decidimos crear un espacio de reflexión para, en el contexto de la Cuarta Transformación, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, adentrarnos en los avatares de lo que sucede en los ámbitos arquitectónico y urbanístico en esta novedosa etapa de la historia de México.

En el tiempo transcurrido hasta la fecha, hemos llegado a las 100 apariciones en este blog que decidimos llamarlo La Arquitectura ante la 4T. Los días jueves han sido los escogidos para publicar nuestras reflexiones. Mantener ese ritmo no ha sido fácil, pues no solo nos hemos enfrentado a nuestras propias creencias políticas e ideológicas sino también a nuestras experiencias en el campo profesional, especialmente el académico.

Provenientes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), nos ha preocupado recoger la experiencia histórica de la Arquitectura y el Urbanismo en México para interpretar este conflictivo presente y tratar de bosquejar un futuro deseable que permita un ejercicio profesional más comprometido con los cambios que se están llevando a cabo en el país.

En la presentación de este blog, al iniciar sus aportaciones, escribimos: “Nuestras reflexiones periódicas serán críticas y autocríticas, propositivas y posibles; no buscan destruir, sino construir una nueva patria. Nuestros ámbitos: el urbanismo, la arquitectura y su enseñanza…”

Para lograr este cometido, se han abordado aspectos que estamos seguros son del interés de nuestro gremio. Al hacerlo, también nos hemos confrontado con nuestras propias ideas que en variadas ocasiones no son coincidentes entre nosotros mismos y, en otras más, coincidimos plenamente en los principios fundamentales. Y es precisamente en ese ambiente en donde las divergencias y coincidencias enriquecen el ejercicio reflexivo sobre la realidad nacional.

A veces quisiéramos que los cambios fueran más rápidos, que se instrumentaran de la manera más certera garantizando los derechos de todos y que no se volviera, ni por asomo, a los tiempos en que el prianismo nos llevó a un abismo del que ahora vemos lo difícil que resulta remontarlo.

Los cambios siempre son necesarios cuando se busca el bien común, y por ello mismo no cejaremos en nuestro interés de participar en ellos con toda la vehemencia posible. Nadie nos quitará ese derecho que para nosotros es una obligación.

Hoy son 100 ejercicios para la transformación, mañana serán muchos más.

Ahí estaremos.

J. Víctor Arias Montes

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INCRUSTACIÓN

M. Alejandro Gaytán Cervantes.

Te conocí casualmente en ese viaje a Bélgica donde, en el vestíbulo del aeropuerto coincidimos, Y lo mismo pasó con el hotel, en el que cada uno, por su lado, nos hospedamos; así fue también en el restaurante donde desayunamos.

Tu sonrisa y ojos vivaces, alegres, me entusiasmaron hasta el punto de que olvidé mi propósito de participar en el certamen para el que llegué invitado. En forma casual inicié una conversación, que aceptaste y nuestras miradas, expresiones, ademanes, se entrelazaron; las cuales continuaron en esa mañana y tarde, que, como nunca me había sucedido, se convirtieron en un instante. Las horas que pasé a tu lado han sido las mejores en mi existencia.

Apenas me acerqué a ti y en lo más parecido a un instante, te abracé, besé, paladeé tu cuerpo. Cuando no encontrábamos iniciando lo que creía sería un romance perecedero; de pronto, todo cambió.

Un grupo de personas llegó por ti, y ante tú y mi sorpresa, sin alcanzar siquiera a despedirte, a decirme quien y de donde eras, partiste de mi lado para un sitio desconocido.

No he vuelto a saber de ti. No sé dónde vives, ni siquiera como te llamas; ¿eres soltera, casada? ¿Te volveré a ver?

Sin embargo, hoy sólo existes como un recuerdo incrustado en mi mente. O apenas un fantasma que un día encontró un hueco en mi cerebro, donde se encajó, para no salir ya nunca, y desde entonces dejarme sin libertad de pensamiento y obra. ¿Existes? ¿Eres? ¿Estás? ¿Estuviste?

Los días se inician a las dos de la mañana, cuando despierto con un sobresalto y al abrir los ojos, apareces. Pareciera que estuvieras presente.

Te introduces en la soledad de mi alma y con ella, también en la de mi recamara. Te adueñas de sus espacios, te expandes como un globo y todo lo colmas. Ya no puedo pensar en otra cosa que en tenerte en mis brazos.

¿A que lugar del planeta debo ir para encontrarte nuevamente?

Sin embargo, tu recuerdo es sumamente vago, pues no te puedo palpar; pero no puedo pensar en otra cosa. Así, eres tú la tirana de mi alma.

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El regreso al Septiembre mentiroso

Gerardo G. Sánchez Ruiz

Voy a cortar, ese septiembre mentiroso que viene castrando a mi pueblo

Voy a cortar, el resto de días sombríos que vienen cegando a mi pueblo

Voy a sembrar un año nuevo, donde mi pueblo pueda

prender sus nuevos recuerdos, sus recuerdos… verdaderos…

Voy a escarbar, el calendario de los muertos que viene llorando mi pueblo

Voy a escarbar, el calendario de las luchas que viene perdiendo mi pueblo

Voy a sembrar un año nuevo, donde mi pueblo pueda

prender sus nuevos recuerdos, sus recuerdos… verdaderos

Fragmento de: Septiembre Mentiroso, 1976, grupo On’ta.

La gesta por la independencia, representó la lucha por el poder entre una aristocracia nativa “descendientes de los colonos españoles” denominados criollos, quienes heredaron tierras, fincas y algunos negocios, desde donde ejercían un cierto poder económico y político, no obstante, como apunta Octavio Paz (1950), estaban “en situación de inferioridad frente a los peninsulares” y, por ende, del disfrute de beneficios más amplios. Así lo señala Paz:

La metrópoli, empeñada en una política proteccionista, por una parte, impedía el libre comercio de las colonias y obstruía su desarrollo económico y social por medio de trabas administrativas y políticas; por la otra cerraba el paso a los «criollos» que con toda justicia deseaban ingresar a los altos empleos y a la dirección del Estado.[1]

[1] Octavio Paz, El laberinto de la soledad. 1994, Obras escogidas Tomo 8, México, Fondo de Cultura Económica 1950 p. 126.

Los criollos aspiraban a liberarse “de la momificada burocracia peninsular”, manejar el territorio sin tutela como una premisa para generar nuevas condiciones en la distribución de la riqueza, y comerciar sin trabas; no se proponían “cambiar la estructura social” ―lo cual no les quitó el papel de revolucionarios―;[2] de manera que con la firma del Acta de la Independencia, se perfilaron nuevas contradicciones para la otrora Nueva España, dado el empeño de los distintos grupos por hacer valer sus proyectos;  por lo que, desde su pertenencia conservadora o liberal, dieron paso a un cúmulo de enfrentamientos políticos y armados, y consecuentemente a décadas de inestabilidad.

[2] Idem.

En efecto los desacuerdos lamentablemente abonaron para que, en 1836 Texas declarara su independencia, una década después se consumaría la invasión norteamericana con la pérdida de más de la mitad del territorio al firmarse los Tratados de Guadalupe Hidalgo en 1848 (Ver Mapa) ―lo cual significó para las élites perder propiedades heredadas de los españoles― y; que se sucediera la intervención francesa (1862-1867) con la instauración del Segundo Imperio encabezado por Maximiano de Habsburgo (1864-1867).

México y los nuevos territorios de USA, 1849. Library of Congress.

Había que agregarle elementos al proceso que permitiría el acceso a otro nivel de desarrollo. La restauración de la República con el triunfo de los liberales ante los conservadores junto al fortalecimiento del Estado, ofreció posibilidades para un proyecto de conjunto y aprovechar cualidades del territorio, pero se requerían más elementos. Concretar una nueva condición para el mutilado territorio, requería insistir en aspectos ideológicos consolidaran a un Estado para la defensa de propiedades entre grupos sociales y ante otros Estados, lo cual no era sencillo.

Se requerían nuevas ideas entre la población, crear condiciones que coadyuvaran a desarrollar al país y encaminarlo al progreso, labrar sentimientos de apego al territorio independizado, generar lazos que forjaran un cierto orgullo e identidad con éste e impulsar formas de pensar y actuar comunes; para de ese modo defender a un ya mutilado territorio, defender sus riquezas y tal cual como lo plantearon los peninsulares para el disfrute en particular de las elites. Era necesario actuar en las ideologías, situación que ya ocurría antes de iniciada la revolución de independencia.

De ahí los discursos del presidente de México en turno al dar el grito del 15 de septiembre, mismos que han buscando afianzar y reciclar el “cariño a la patria”, por supuesto, manteniendo estables los beneficios a élites, situación que se convirtió en norma del PRI, pero de la que no escaparon el PAN y ahora Morena. Y en efecto, pese a discursos de defensa de los recursos del país y los apoyos con dinero —que ahora se utilizan electoralmente—, los beneficios a antiguos y nuevos grupos empresariales continuará, y ahí está AMLO con su exaltación a Carlos Slim y apegado al modelo neoliberal.

Entonces este 15 de septiembre, se visualiza una arenga patriotera dados los desatinos en cuestiones de corrupción, impunidad, inseguridad y la peligrosa militarización que, entre otras cosas se suceden pese a promesas de AMLO de desaparecerlas. Al grado de él mismo mencionar —con el fin de incrementar la asistencia al Zócalo­— la participación nada más ni nada menos que de los Tigres de Norte. Los septiembres mentirosos continuarán con los discursos que a cada régimen convenga, por el momento: las prácticas prianistas se reciclan.


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50 años de autogestión. Ganando legitimidad

Por José Víctor Arias Montes

Pues sí, efectivamente, para febrero de 1973 parecía que el Autogobierno se encajonaba en un callejón sin salida. Todo parecía confuso, dando la impresión de que la Rectoría ganaba la partida. Así lo creyeron muchos, después de que el 19 del mismo mes la Junta de Gobierno designara al arquitecto René Capdevielle Licastro director de la Escuela Nacional de Arquitectura quien dos días más tarde, para su toma de posesión, se hizo acompañar de un nutrido grupo de “porros”.[1]

[1] Universal y Excélsior, 22 de febrero de 1973, p. 17 y p. 1, respectivamente.

La utilización de estos grupos fue un rumor que días antes generó alarma y temor a la vez que enojo. Unos señalaban que se tenían “informaciones” de que ya se había reclutado un numeroso grupo para asegurar la toma de posesión y reabrir los locales de la dirección, que para entonces continuaban cerrados. Otros decían que no se atreverían a tanto pues la Rectoría corría el riesgo de que la respuesta fuera proporcional pero en sentido contrario, ya que los comités de lucha habían ofrecido abierto apoyo para rechazar cualquier intento de utilización de estos grupos. De cualquier manera se previno el escenario más violento para organizar la protesta.

La violencia fue inevitable. Al momento de la “toma de posesión” en el vestíbulo principal de la escuela, presidida por Sergio Domínguez Vargas, Secretario General de la UNAM, los jaloneos, empujones y gritos se transformaron en una batalla campal, cuando los “porros” blandieron palos y cadenas y empezaron a golpear.

El mayor número y mejor organización y coraje de los que protestaban por esa espuria toma de posesión, mayoritariamente del Autogobierno, obligó a que los “porros” se replegaran hacia el pasillo al estacionamiento para, por fin, no resistiendo más los golpes, salir corriendo por la rampa al circuito. Hasta allá salió el “nuevo” director, corriendo con su “grupo de apoyo”, profiriendo amenazas y anunciando que “mañana regresaría”. Los presentes se reagruparon nuevamente en el vestíbulo. Algunos gritando de júbilo y otros más llamando a la organización contra los “porros”, para después trasladarse a una de las aulas cercanas y prepararse para el otro día. La sorpresa sería la mejor arma. La consigna era evitar lo más posible la violencia y el contacto cuerpo a cuerpo para impedir los golpes.

Toma de posesión del arquitecto René Capdevielle Licastro, 22 de febrero de 1973, Excélsior. Archivo: JAVM

Toma de posesión del arquitecto René Capdevielle Licastro, 22 de febrero de 1973, El Universal. Archivo: JVAM

Efectivamente, al otro día regresó; sólo que ahora la organización e indignación eran mucho mayores. Ya no habría concesiones. Llegó temprano, acompañado claro está, de su “grupo de apoyo”; entrando por el corredor del edificio perpendicular al circuito escolar y justo en medio del camino se plantó la masa inconforme. Se juntaron los dos grupos, pecho con pecho, empujando poco a poco, de un lado a otro. Las palabras altisonantes de ambos surcaban los vientos. Pero la voz opositora se hizo cada vez más unánime y unitaria.

—¡No pasarán! ¡No pasarán! ¡No pasarán! —Gritaban los de acá, opacando a los contrarios.

De pronto, a una señal, se empujó con más fuerza para, en un instante, apartarse y retroceder unos pasos. En ese momento, de atrás, salió un pequeño grupo de autogobiernistas lanzando jitomates y gritando ensordecedoramente: ¡Órale hijos de rectoría…! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

La confusión cundió en el grupo del director, por lo que en unos instantes la fuerza del otro grupo se concentró dirigiéndose a tropel contra todos ellos. Al ver tal decisión, el director no tuvo más alternativa que correr nuevamente hacia el circuito escolar. Hacia allá salieron todos, perseguidos por la indignación de quienes veían burlada su decisión colectiva y que ahora, ejerciendo su legítimo derecho, rechazaban la intrusa presencia de ese homínido grupo disfrazado de universitarios.

Reunión del Consejo Sindical con Rolando Cordera y Hugo Gutiérrez Vega, entre otros, con el rector Soberón, 22 de febrero de 1973, Excélsior. Archivo: JVAM

La indignación también llegó a los grupos y organizaciones democráticas de la unam. Los representantes del Autogobierno y el Consejo Sindical, en una reunión con el rector Guillermo Soberón, exponían los hechos ocurridos reprobando la utilización de “porros” para golpear a los alumnos inconformes, exigiéndole, desde ese momento, la renuncia del arquitecto Capdevielle.

Para esos momentos, la Rectoría había orquestado una campaña de desprestigio contra los movimientos democráticos, señalando, por su propia voz que “…los cogobiernos y autogobiernos son anarquizantes… Se admiten cambios, pero no mediante la violencia ejercida por minorías activas…”[2] ¿Minorías activas? ¿Cuándo las autoridades les habían otorgado a las verdaderas mayorías el carácter de mayorías? ¡Nunca! Siempre, en cualquier movimiento, la posición de autoridad engañaba a la opinión pública para hacer creer, lográndolo casi siempre, que “minorías activas” trataban de imponer su voluntad por medios violentos. El lobo se ponía la máscara del cordero. La hipocresía hecha discurso ideológico para engañar a todos y a sí mismo. Por eso, la difusión amplia del conflicto en los medios escritos y electrónicos, resultó un buen antídoto para la manipulación fascista de las autoridades. Así que la derrota infringida a los “porros” levantó la moral de los autogobiernistas y aumentó la presión sobre Rectoría. Ahora, la exigencia de renuncia del director se convertía en punto central y la cercanía de la sesión del Consejo Universitario alentaba aún más a la base a mantenerse firme en sus principios, decidiendo participar en ésta y exigir, ahora, el cumplimiento de esta nueva demanda.

[2] Excélsior, 22 de febrero de 1973.

En asamblea plenaria se decidió asistir en masa a la sesión del Consejo y manifestar el rechazo a la designación de René Capdevielle y el uso de grupos de choque para amedrentar a la comunidad y explicar el problema de Arquitectura y ofrecer alternativas de solución. Ahora, la decisión tomada de tiempo atrás de participar en las elecciones para consejeros universitarios dio la ventaja al Autogobierno, pues los propuestos eran miembros del cal y estaban de la mano con el movimiento. Se garantizaba, con ese detalle, contar con voz y voto en el Consejo y ahora se debía hacer efectiva.

Sesión del 27 de febrero de 1973 del Consejo Universitario. Fotografías: JVAM

El 27 de febrero sesionó el Consejo Universitario. La sala, pequeña de por sí, ubicada en el tercer piso de la Rectoría, se abarrotó con la presencia de la base más combativa del Autogobierno, así como de sus más distinguidos líderes. Los gritos y banderines inundaron los pasillos y la galería. Unos sentados y otros de pie, distribuidos por todos lados para que el espíritu hablara por la raza. La consigna fue clara y contundente: un magnífico orden combativo sería la mejor expresión de una comunidad que quería ser escuchada y considerada en sus propuestas, y con ello nadie podría callar y minimiza su presencia.

El orden del día contemplaba la toma de protesta como consejero director al arquitecto Capdevielle, y un punto donde se trataría la problemática de la ena. Sobre el primero, su protesta fue acompañada de gritos y silbidos que reprobaban su designación y su actitud violenta frente al conflicto; sobre lo segundo, se puede decir que fue una sesión sorprendente por los argumentos ofrecidos en torno a la democratización no sólo de la ena sino de la Universidad misma. Dichos argumentos, en voz de algunos miembros del Autogobierno y de otros consejeros simpatizantes, no significaban palabras huecas o sin sentido, por el contrario, lo que ahí se escuchaba era la voz de una parte de la Universidad que mostraba no sólo su legítimo interés por los cambios sino una sólida noción de cómo lograrlos, recibiendo a cambio, el trato despótico de unas autoridades que se aferraban a su puesto sin siquiera permitir cuestionamiento alguno ni ofrecer una sola sugerencia para destrabar los conflictos.

Sesión del 27 de febrero de 1973 del Consejo Universitario. Fotografías: JVAM

La sesión fue larga y cansada, pero rica y variada en participaciones y argumentos y en ideas y propuestas. De los que tomaron la palabra por parte del Autogobierno sobresalen Germinal Pérez Plaja y Carlos González Lobo. El primero con su hablar lento, contundente y en ocasiones sarcástico ofreció lo mejor para explicar por qué había surgido el movimiento y la importancia de generalizarlo a toda la ena; el segundo, con una locución extremadamente emotiva, remató con la exigencia del respeto a la experiencia que se había preocupado por resolver las necesidades de amplios sectores sociales. Ambos se ganaron un largo aplauso que casi no termina. Después hablaron los representantes de los talleres que apoyaban al director impuesto, redundando en sus argumentos neolegalistas y exigiendo el uso de los espacios de la ENA, ya que habían sido expulsados físicamente de las instalaciones. Para rematar tomaron la palabra, entre otros, los doctores Ricardo Guerra, director de Filosofía y Letras, y Víctor Flores Olea, director de Ciencias Políticas y Sociales. Sus argumentos, alejados de las posiciones de Rectoría, se centraron en bosquejar que efectivamente la Universidad requería cambios, pero que todos ellos tendrían que darse en el marco legal y que lo que hoy sucedía en la ena podía tener cabida en la legislación sin modificarla. La sorpresa fue general. La actitud mediadora de dos de los personajes más sobresalientes de la estructura universitaria, había señalado una posible salida al conflicto.

Y así fue. El pleno, una vez escuchadas las voces disidentes y amigas, acordó conformar una Comisión especial para que analizara y presentara recomendaciones para solucionar la problemática en la ena.[3] Un atronador aplauso selló el término de la sesión, mientras que los presentes gritaban una y otra vez: ¡Dame una A…! ¡Dame una U…! ¡Dame una T…! …

[3] La comisión quedó conformada por: Dr. Juan Casillas García de León, Lic. Víctor Flores Olea, Dr. Fernando Salmerón Roiz, Lic. José Luis Ceceña Gámez y el Dr. Ricardo Guerra Tejada; y Edgar Sánchez Ramírez, Laura Calderón Grajales (consejera de la ENA), Abel Mendoza Trejo (consejero de la ENA), Miguel Ángel Fernández Molina y Nieves Martínez de la Escalera.

Desde luego que este acuerdo se consideró como una victoria para el Autogobierno. Nunca antes se había logrado algo parecido en la Universidad. La máxima autoridad universitaria decidía que lo mejor era buscar una salida que a nadie perjudicara y a nadie dejara fuera. Esa noche hubo fiesta de saludos, abrazos y palabras estimulantes, porque se valoró que lo acontecido abría el camino para avanzar unitariamente, aunque ya se auguraba que la ena quedaría dividida.

Las movilizaciones continuas con marchas a través del circuito de Ciudad Universitaria y la difusión del problema en distintos ámbitos y por variados medios, la solidaridad de los comités de lucha, del Consejo Sindical y de algunos consejeros universitarios, así como de diversas organizaciones populares, habían mantenido la moral en alto y dado impulso a una posición radical pero dispuesta a la negociación con tal de no perder lo ganado. Nada, en esos momentos, podía destruir los principios por los que se había luchado por casi un año y que se habían mantenido a pesar de las tempestades que azotaban a la ENA y a la Universidad.

Marchas por el circuito escolar de Ciudad Universitaria. 1973. Fotografías: JVAM.

Para concretar lo aprobado, la Comisión especial nombrada por el Consejo Universitario convocó a las dos partes a dialogar y conocer en detalle las propuestas de cada quien; cosa que se discutió, decidiéndose unánimemente asistir y ofrecer, nuevamente, los argumentos necesarios para que se entendiera el por qué se había llegado a esta situación y el por qué ya no podía haber marcha atrás. Así se hizo, se asistió a las reuniones, se dialogó y se argumentó cuanto se pudo sobre la enseñanza de la arquitectura, presentándose todo lo que se había perfilado hasta entonces con un excelso comportamiento que motivó la confianza de los comisionados. Mientras, la delegación de la otra parte, la de los talleres de letra, seguía en su afán de exigir respeto a la legalidad como argumento principal sin presentar algo coherente que permitiera suponer algún proyecto académico que involucrara al taller integral y sus posibilidades para enriquecer los procesos de enseñanza-aprendizaje. Las actitudes de bloqueo y retraso, no mostraban más que una cosa: su anacronismo político y académico, por no decir más.

Informe de la Comisión del H. Consejo Universitario. Gaceta UNAM, 28 de marzo de 1973. Archivo: JVAM

Un mes después, la Comisión Especial rindió su informe al Consejo Universitario así como su propuesta para solucionar el conflicto, misma que se aprobó por consenso. En ella se destaca:

La Comisión considera que los planteamientos y objetivos académicos expuestos por la corriente llamada autogobierno, encierran una serie de posibilidades como vías del desarrollo de la arquitectura en México en sus aspectos universitario y social dignos de ser experimentados…

Algunos de los aspectos básicos que necesariamente tendrán que regularse y precisarse son los siguientes:

a) La enseñanza «integrada» de las materias constitutivas del plan de estudios, que debe sistematizarse según los niveles. Para ello, es fundamental la asesoría se pedagogos y técnicos en didáctica y en nuevos métodos de enseñanza.

b) La determinación de indicadores y pruebas objetivas que permitan evaluar correctamente el trabajo de los estudiantes, en lo individual y por grupo.

c) La organización del servicio social y de la práctica profesional a lo largo de la carrera, y su integración a los conocimientos te6ricos, y viceversa.

d) La definición de las distintas alternativas para presentar el examen de grado, y su reglamentación.

e) Eventualmente la revisión de los planes de estudio en función de los nuevos métodos de enseñanza que se propongan.

f) Como necesario complemento a estos ajustes académicos, la formulación de un plan de formación de profesores y el incremento del profesorado de carrera en la ENA.

…La Comisión considera que las modalidades de la organización académica y administrativa que propone el autogobierno, son susceptibles de adecuarse a las normas y principios básicos de la legislación universitaria.

…Se recomienda, por tanto, que las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México hagan los arreglos necesarios para que en la ENA puedan desarrollarse eficazmente, en un ambiente de concordia y de sana competencia académica, las distintas corrientes de opinión y se busquen los mejores caminos para que las formas de organización se adecúen a los principios legales que rigen a la Universidad. Para esto, resulta indispensable:

a).- La independencia de los talleres en su organización académica interna, de modo que sea posible en la ENA la presencia de formas de trabajo alternativas, que permitan a maestros y alumnos la libertad de optar entre varias posibilidades, de acuerdo con sus propios puntos de vista sobre lo que debe ser la enseñanza de la arquitectura.

b).- Deberán establecerse requisitos mínimos que mantengan la unidad de la ENA como institución docente y de investigación y aseguren su superación académica. Por ejemplo: 1) el trabajo de todos los talleres sobre la base de un mismo plan de estudios, al menos en sus materias básicas; 2) la proporción entre el número de alumnos y de maestros en cada taller, que haga posible la comunicación necesaria para las tareas pedagógicas (lo que supone la redistribución de los maestros con pleno respeto de las libertades académicas que garantizan las leyes universitarias; 3) la asignación, en la medida de las posibilidades presupuestales de la ENA, de los recursos económicos y técnicos necesarios a todos los talleres para el cabal cumplimiento de sus funciones.

c).- El servicio social de los pasantes o de los estudiantes de los semestres finales, habrá de organizarse, de ser posible, en grupos interdisciplinarios con alumnos de otras facultades, para que la labor de los arquitectos pueda resultar socialmente más eficaz y a la vez de mayor provecho en su formación estrictamente profesional.

d).- Para la solución inmediata de los problemas académicos y administrativos pendientes (regularización de cursos, exámenes, inscripciones, nombramientos, etc.) se sugiere la integración de una comisión especial representativa de los sectores interesados.[4]

[4] “Informe de la Comisión del H. Consejo Universitario sobre el problema de Arquitectura” en GACETA UNAM, tercera época, Vol. V, No. 36, 28 de marzo de 1973, pp. 1-3.

Estas recomendaciones, aprobadas en su totalidad por el Consejo Universitario en sesión plenaria del 17 de marzo de 1973, fueron tomadas por el Autogobierno como un inobjetable triunfo de la razón y la democracia sobre la irracionalidad y el autoritarismo. Ahora quedaba clara la  existencia de dos corrientes dentro de la ENA en el ámbito académico con diferencias tan notables en lo político que difícilmente se podía coincidir en lo académico y sobre todo en la manera en que se había planteado dirigir y estructurar la ena. Por lo pronto, el Autogobierno ganó legitimidad y legalidad ante la comunidad universitaria y la opinión pública lo que produjo una cobertura extraordinaria para continuar desarrollando los postulados iniciales y las ideas que sobre el taller integral se venían practicando.

Mítin de apoyo a los gobiernos democráticos en la UNAM. Ca 1974. Fotografía: JVAM.


Destacada

La aparición del Centro Histórico mostró su carácter crítico

Rubén Cantú Chapa

Desde la aparición del Centro Histórico como tal, dio muestras de su carácter como espacio urbano crítico y se explayó en todas las formaciones sociales existentes, pues llevó implícito el lugar de las contradicciones sociales y del propio Estado. A cada avance de la sociedad, el sitio patrimonial protagonizaba nuevos hechos, al matizar el lugar más que la armonía sociedad- territorio, expresó el conflicto en sus múltiples y variadas formas.

El sistema imperante que dejó de atender a los sectores y clases sociales mayoritarias del país, para abrir más la brecha a las grandes desigualdades en la población, es ahora negado en el espacio de gran valor patrimonial, cultural y depositario de la historia, el Centro Histórico. Este espacio atestigua su carácter crítico al objetarse ahí las políticas económicas y las prácticas políticas desde el último tercio del siglo XX. La crisis de la ciudad de México y la función crítica del Centro Histórico son también la crisis del trabajo; de un sistema productivo que opera con grandes dificultades de sobreproducción que, al abarrotar el mercado sin la salida correspondiente en el consumo, provoca una reducción de la ganancia de las empresas que repercute en la extensión del desempleo y subempleo, de los que se desencadenan múltiples efectos, cuyo escenario es la ciudad ampliada al campo y la región. El deterioro del sistema es el deterioro de las relaciones productivas en el que la parte más débil, el trabajo, es el que sucumbe antes que el capital, no sin mostrar en los espacios productivos, de consumo y circulación, la irregularidad del sistema, de su medio natural, el medio urbano y el ambiente social en problemas.

El Centro Histórico de la ciudad de México ha sido el espacio urbano crítico de los actos y actitudes antidemocráticas de los órganos del Estado, de todas las campañas negras y guerras sucias promovidas en décadas pasadas y recientes. Ha protagonizado todas las luchas sociales de la historia de México. Ha reivindicado las demandas sociales más sentidas de la población del país y ha escrito en sus páginas los problemas nacionales más amplios.

El ensayo que ahora se propone, de manera breve, pues se extiende en un documento más amplio, presenta la visión y carácter del Centro Histórico Crítico en el marco de una ciudad también analítica. Asimismo, se expone una interpretación del ambiente en cuestión del lugar más antiguo de la ciudad de México. El análisis es el relacionado con el protagonismo crítico del Centro Histórico, la misión urbana del lugar y las transformaciones de estos espacios urbanos centrales de la metrópoli.

Inmediatamente se exponen los ambientes del Centro Histórico en su aspecto sociourbano, desde fines del siglo XX, ya como espacio crítico y la crisis metropolitana y la institucional. En este mismo apartado se presenta un esbozo del ambiente social, su malestar y crecimiento metropolitano con las rupturas sociales. También aparece en este tercer punto una visión del ambiente urbano, mediante la reestructuración de la ciudad en el siglo pasado y el correspondiente ambiente sociourbano del Centro Histórico.

Luego se presenta el medio ambiente y desarrollo en Centros Históricos, a través de la exposición del proceso urbano del Centro Histórico en el ámbito del desarrollo, la difícil sustentabilidad metropolitana y la morfología socio- urbana del Centro Histórico de la ciudad de México. Acto continuo, del ensayo se abordan la economía y ambiente sociourbano en el Centro Histórico de la ciudad de México. En seguida, en el apartado se exponen las políticas sociales y los espacios públicos.

En la parte final se hace una aproximación de los problemas sociales en los espacios patrimoniales históricos y por último, se hace alusión a las rupturas de la clase política en el Centro Histórico a partir de las polémicas de la clase política en la capital, la magnitud de la crisis urbana, los problemas de control político de ciudad, el liderazgo urbano de la izquierda con la propuesta de la Cuarta Transformación. 

Para más información se propone la lectura del libro “Centro Histórico crítico. El ambiente sociourbano en la Ciudad de México” 3ª ed, Plaza y Valdés. 

Destacada

Conocer historia de la ciudad y algo de ingeniería para entender fallas en edificios.

Gerardo G. Sánchez Ruiz.

Ahora que se mencionan fallas en la estructura de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, conviene recordar algunos pasajes históricos de la manera en que la capital del país se fue desarrollando y entender por ejemplo, por qué los sismos afectan ciertas partes de ésta con mayor intensidad o por qué vemos edificios con una cierta inclinación o de plano con fallas, donde por supuesto no sólo son las condiciones del suelo sino se conjugan otros determinantes.  

Algo de historia. Había que imaginarse el panorama brindado por el sistema de lagos y la serie de montañas que bordeaban al Valle de México, resultado de la naturaleza y la serie de pueblos desplegados en tierra firme como eran los casos de los señoríos de Xaltocan, Tenayuca, Azcapotzalco, Culhuacán, Xochimilco, Xico y Acolhuacan, señoríos a los que en su peregrinar se unieron los aztecas para formar otro asentamiento, quienes disputarían ese bello pero problemático territorio.

Debe reflexionarse que, para poder establecer un asentamiento en el Valle, dadas las condiciones del lugar y lo poco desarrollados sistemas constructivos de la época, los nuevos habitantes hubieron de desplegar la inventiva y desarrollar tecnologías que permitieran ganarle espacio a las aguas de los lagos; lo anterior aunado, al aprovechamiento de su carácter guerrero con lo que se hicieron de parte de la mano de obra requerida para erigir la ciudad y extender la ciudad sobre agua y pantanos.

El Valle de México a mediados del siglo XVI.[1]

[1] Luis Espinosa, “Descripción oro-hidrográfica y geológica del Valle de México” en Junta Directiva de las Obras del Desagüe del Valle de México. Memoria histórica. técnica y administrativa de las obras del desagüe del Valle de México 1449-1900, volumen I, Tipografía de la Oficina Impresora de Estampillas, México, 1902.

Y hubo que construir por ejemplo importantes diques para proteger a la ciudad de las crecidas de agua, delimitando zonas y regular niveles de aquella. Francisco de Garay (1888) sostiene que desde que se inició el asentamiento, los tenochcas “comenzaron a construir diques y calzadas para moderar el flujo de las aguas de los lagos y de los ríos en el contorno, de la capital”. Las primeras fueron la de Tlacopan o Tacuba, Nonoalco y Chapultepec, las cuales se construyeron cuando los acolhuas de Azcapotzalco ejercían el poder sobre los tenochcas, siguiéndoles las “de Tepeyac y de San Antonio Abad (Coyoacán), y multitud de bordos y diques menores que de seguro subdividían los vasos, formando verdaderos polders al estilo de los holandeses”.[2]

[2] Francisco De Garay, El Valle de México, Oficina Tip. De la Secretaría de Fomento, México, 1888, p. 13.

No obstante una de las obras más importantes emprendidas por los tenochcas, fue la del Albarradón de Nezahualcóyotl, González (1902) rescatando a Fr. Juan de Torquemada, señala que Moctezuma posterior a una gran inundación, solicitó ayuda al Rey de Texcoco sabedor de su “mucha razón y buena inventiva”, para que “acudiese a dar alguna traza para que la Ciudad no se acabase de anegar, porque ya estaban arruinados y caídos muchos de sus edificios”, y que en efecto, Netzahualcóyotl acudió al llamado proponiendo “hacer una cerca de madera y piedra, que detuviese la fuerza de las aguas, para que no llegasen á la Ciudad, y aunque pareció caso dificultoso, […] húbose de tomar el consejo, y poner en ejecución la cerca”.[3]

[3] Luis González Obregón, “Reseña histórica del desagüe del Valle de México” en Junta Directiva de las Obras… Op. Cit., p. 38.

Para concretar la obra, se pidió ayuda a Tototihuatzin, señor de Tlacopan; á Xilomatzin, señor de Culhuacan, á Cuitlahuatzin, señor de Itztapalapan, y á Chimalpopoca, señor de Tenayucan”, con lo que se inició “la construcción de la albarrada”. El mismo de Garay señalaba que el dique “partía de Atzacoalco al Norte, se dirigía en línea recta al Sur hasta Iztapalapa al pie del cerro llamado de la Estrella, de Garay aparte de resaltar las características de la obra, hizo una semblanza de la manera de cómo quedaron divididos los lagos junto a efectos en el valle, mismos que marcarían el desarrollo de la ciudad a través de los tiempos, al señalar:

Esta obra admirable, construida de piedra y barro y coronada de un fuerte muro de mampostería, se hallaba defendida por ambos lados, por una fuerte estacada que rompía las olas y tenía una extensión de 16 kilómetros. Mediante ella el gran lago quedó dividido en dos partes, la mayor al Oriente, tomó el nombre de lago de Texcoco, por hallarse esa Ciudad en su margen; la menor al Poniente se llamó lago de México, por tener á la Capital envuelta en sus aguas por todos lados. Pero de esta combinación resultó para México un conjunto de bienes inapreciables […] como los lagos de agua dulce del Sur vertían su excedente sobre el lago de México por el estrecho de Culhuacan y Mexicaltzingo, esas aguas se extendían en el lago Occidental o de México, y lo llenaban por completo, separadas del lago salado por el gran dique de Netzahualcóyotl. De este modo el vaso de agua dulce se convirtió en vivero de pescados y en nido de toda clase de aves acuáticas. Las chinampas cubrieron su superficie, separadas por “espejos” que podían surcar canoas ligeras, y todos los barrios de la encantadora capital eran vergeles floridos.[4]

[4] Francisco De Garay, El Valle de México, Op. Cit., pp.13-14.

El Albarradón “se ejecutó por el año de 1450”, siendo la principal mano de obra utilizada la de “20,000 texcocanos, aunque es una realidad que dada la primacías ejercida por los tenochcas en la región, seguramente recibió trabajadores de otros pueblos. Habrá que imaginarse la manera de controlar las aguas, y los esfuerzos que tenían que desplegarse, de acuerdo a de Garay las compuertas “permanecían abiertas durante la estación de seca, y entonces las aguas dulces vertiente libremente en el lago de Texcoco. Cuando las aguas saladas crecían hasta superar las interiores al dique […] entonces se cerraban las compuertas, y los lagos quedaban aislados el uno del otro”.[5]

[5] Ibid, p. 14.

A la construcción del Albarradón, deben agregársele otras obras para controlar las aguas de los lagos, como los diques y compuertas habilitadas para impedir la llegada tumultuosa “de las aguas del Sur en Mexicaltzinco y en Tláhuac” para lo cual la época registra la división del “lago de esta región en dos, conocidos con los nombres de Chalco y Xochimilco”.[6]

[6] Luis González Obregón, “Reseña histórica del desagüe del Valle de México” en Junta Directiva de las Obras… Op. Cit., p. 40.

En este punto, hay que situarse en la época para entender los problemas afrontados por los constructores para concretar obras de tal magnitud, González Obregón, apunta que el Albarradón de Netzahualcóyotl tuvo “el mérito de las dificultades que hubo que superar para su construcción, pues los indios texcocanos, tuvieron que hacerlo dentro del agua, y en muchos lugares á profundidad grande”. De igual modo había que imaginarse los rudimentarias métodos y técnicas utilizados para generar estructuras que resistieran los embates del agua y, paso a paso poder concretarlas.

Por supuesto, el análisis de problemas y la visión respecto a su posible tratamiento le otorgaron a la ciudad una cierta protección de ahí la expresión de González: “La gran Tenochtitlán, dominando todo con su poder que cada día aumentaba más, llegó a enseñorearse de los lagos, como lo había hecho con los señoríos, y tranquila gozó de las ventajas que le proporcionaban las obras hasta allí ejecutadas para conjurar el peligro de las inundaciones”.[7]

[7] Ibid, pp. 40-41.

Lastimeramente, esas obras con “la imprudencia del rey Ahuitzotl”, quien, en su intención de dotar de un mayor volumen de agua a la ciudad, ordenó la construcción de un dique para traer agua de manantiales del área de Coyoacán, lo que a pocas semanas de abierto, provocó la inundación de 1489 misma que afecto a la ciudad en casas y templos al grado de tener que reconstruirla por supuesto en gran parte con la mano de obra proporcionada por pueblos bajo dominio de los tenochcas.

De acuerdo con de Garay, el Albarradón de Netzahualcóyotl fue apoyado “con los primeros diques de San Cristóbal Ecatepec y el de Zumpango, para templar en sus compuertas las avenidas del Norte, dividiendo las ciénegas del Valle en varios vasos”. Sin duda como sostiene el mismo de Garay, el Albarradón y los otros diques dieron paso a caminos y posteriormente a algunas avenidas que definieron zonas de la ciudad.

De igual forma se pueden entender, las condiciones en que se desarrolló la ciudad de México en años posteriores como efecto de esas obras, donde destacan las chinampas que dominaban los rededores del pueblo de Iztacalco y las que aún existen en Xochimilco, mismas que en su momento fueron grandes productores de flores y de vegetales. Y segundo, la existencia de zonas salitrosas y proclives a los hundimientos en grandes zonas de la ciudad, y en mayor medida en el oriente y nororiente de la ciudad, donde ahora se sitúan municipios como Nezahualcóyotl, Ecatepec y las alcaldía Venustiano Carranza y Tlahuac, donde actualmente en particular los asentamientos populares dominan y, los cuales han sido y son afectados por los cambios sucedidos siglos atrás.

Ante esa parte de la historia de la ciudad, no se puede negar la negligencia que puede existir en la construcción de cualquier obra, sean casas, edificios, puentes, vías del metro, túneles, etcétera; pero se tiene que considerar que los edificios al erigirse se calculan considerando situaciones del momento; pero pueden variar sus comportamientos por otros factores como el sometimiento a usos distintos para los cuales fueron calculados, el cambio en la consistencia del suelo ante extracción de agua, falta de mantenimiento minando su estructura, anexión de otros edificios motivando otro comportamiento en éstos, etcétera.

Edificio con fallas en la colonia Roma. Gerardo G. Sánchez, 2021.

Aquí lo negativo del asunto como como en los casos de la Línea 12 del Metro y ahora la Terminal 2, es que en lugar de que dominen criterios ingenieriles, predomina el manejo político por parte del gobierno, el que casi por acuerdo o decreto, dictamina el origen de las fallas.


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50 años de autogestión. El camino de la lucha legal

Por José Víctor Arias Montes

Iniciaba agosto de 1972, y la lucha interna no decaía. Mientras que los ocho talleres integrales del Autogobierno consolidaban su trabajo académico encabezados por sus vanguardias naturales y sus estructuras de gobierno mismas que, a su vez, reforzaban la estructura común por medio de la asamblea general y la asamblea de delegados, en cada uno de ellos se consolidaban también diversas corrientes autogobiernistas con su propia idiosincrasia. Esto llevó a una temprana diferenciación de cada taller, no solo por su orientación específica sino por su manera de practicar los objetivos emanados desde aquel 11 de abril.

Sin embargo, esas iniciales diferencias no fueron obstáculo para que de común acuerdo se mantuviera la decisión de la asamblea plenaria de que el director había sido destituido, incluso, por una asamblea convocada por él mismo, por lo que la demanda se mantuvo inamovible. No tuvieron valor alguno los llamamientos del director para solucionar los conflictos y de estar abiertos a toda renovación, pues la decisión de la mayoría no se alteró en lo más mínimo.

El 9 de septiembre de ese año, el arquitecto Ramón Torres Martínez presentó a la Junta de Gobierno su renuncia, misma que le fue aceptada y comunicada el 3 de octubre, nombrándose al arquitecto Jesús Aguirre Cárdenas director interino.

Como culminación de este momento, el Autogobierno nombró en esos mismos días a su primer Coordinador General: arquitecto Jesús Barba Erdmann, por medio del sistema de insaculación aplicado a todos los talleres. Sin duda, un sistema novedoso en el ejercicio directo de la democracia en el que de los ocho talleres, seis apoyaron directamente al arquitecto Barba, otro a tres arquitectos de los cuales uno era el mismo arquitecto y otro más apoyaría cualquier resolución. Con esa información, la Asamblea de Delegados ratificó la insaculación nombrando al arquitecto Jesús Barba coordinador general de los talleres integrales de la ENA.[1]

[1] “Acta informativa del proceso para seleccionar coordinador de la Escuela Nacional de Arquitectura”, ena-unam, 6 de octubre de 1972, 4 pp.

Este proceso, el primero que vivía la Escuela Nacional de Arquitectura en su historia, elevó la lucha democratizadora a niveles superiores y, con ello, ahora se estaba decidido a defenderlo todo. Y todo significaba no sólo la estructura democrática, sino el emergente proyecto académico de una nueva visión de la enseñanza-aprendizaje de la arquitectura.

Arquitecto Jesús Barba Erdmann, primer coordinador general del Autogobierno. Fotografía: JVAM

Así, se esbozó un proyecto autogestionario que nadie atinaba en asegurar su éxito. Un proyecto que integraba, esquemáticamente, los ámbitos académico, administrativo e ideológico-político, con algunas ideas más doctrinarias que teóricas y un efervescente activismo que amalgamaba unitariamente todas las incipientes corrientes.

El proyecto estaba esbozado, ahora faltaba lo más difícil: mantenerlo con vida, con vida propia. Para vivificar las ganas de vivir apareció el grito ensordecedor que clamaba ¡Dame una A! ¡AAA! ¡Dame una U! ¡UUU! ¡Dame una T! ¡TTT! […] ¡¿Qué dice?! ¡Autogobierno!

Pero para mantenerlo vivo creció la necesidad de darlo a conocer a la opinión pública y que ella se involucrase en el proyecto, y que mejor que hacerlo en el periódico, a página completa y en domingo para que mucha gente la viera y conociera sus principales ideas apoyadas por 4,203 firmas. Aquí inició la lucha en el ámbito legal universitario plagado de autoritarismo y prácticas disuasivas para movimientos reivindicativos que sugerían cambios importantes en una escuela al borde del colapso. Así, se realizó rápidamente la colecta, y con diseño del arquitecto Ricardo Flores Villasana y con una redacción realizada por una comisión que se llevó al diario Excélsior para su publicación, en el que:

DECLARAMOS:

Que esta comunidad: estudiantes, profesores y empleados, hemos aprobado desde meses atrás, a partir de un amplio proceso de proposiciones, de análisis, debates abiertos, etc., una nueva estructura que replantea la participación directa de las decisiones; la formación de talleres integrales con todas las cátedras a modo de instancias autónomas internas federadas alrededor de objetivos comunes y precisos, bajo aspectos administrativos, académicos y pedagógicos generales que ha sido presentada con suficiente antelación a las autoridades correspondientes de la UNAM debidamente signada con las firmas de quienes desde aquella ocasión la aprobamos, con la finalidad de encontrar caminos estatutarios que legalizaran esta estructura. Hoy nuevamente ratificamos aquella resolución general de asamblea…[2]

[2] “A la comunidad universitaria”, desplegado del 8 de octubre de 1972, Excélsior.

Contar sólo con una idea o proyecto de cómo construir algo, no asegura la consecución del mismo. Las reivindicaciones requieren claridad en las ideas y formas organizativas para lograrlo y, claro, ciertas condiciones para que todo cuaje. Pero además, es necesaria y fundamental, la actitud consciente y comprometida de quienes le otorgan una dimensión humana a las reivindicaciones haciendo posible su concreción. Sin el factor humano no hay posibilidad de cambiar y mantener los cambios, de hacerlos suyos, de defenderlos. Por eso mismo, en ese desplegado, no sólo se ratificó la decisión del 18 de abril de 1972, sino que también se alertó a la Junta de Gobierno, tras la renuncia del arquitecto Ramón Torres, de una burda imposición de otro director que no respetase dichos acuerdos por lo que, además, se reconfirmó la estructura de autogobierno que la comunidad había adoptado para hacer viables los cambios en la ENA y alcanzarlos con la participación de todos.

Como parte de la reorganización académica y administrativa, se levantó entonces una demanda contundente: reconocimiento de la necesidad de un cambio estructural en la ENA y la implantación del Autogobierno en el conjunto de la escuela. Así inició otro momento en la lucha: la aprobación y defensa del proyecto planteado en el campo legal universitario.

Obviamente que las destituidas autoridades y sus grupos de apoyo no cedieron en su afán de exigir “respeto a la legalidad”, mediante la manipulación del también destituido Consejo Técnico y de la formación fantasma de la Unión de Profesores, para contraponerla al combativo Colegio de Profesores, donde se demandaba desde tiempo atrás “…que en vista de los graves acontecimientos delictuosos que han ocurrido ya… ante la evidente falta de garantías que atenta abiertamente contra la libertad de cátedra, solicitamos de ese Consejo Técnico, que entre tanto no se logre la normalidad y se restituya el orden (reinstalando) a las autoridades legales en sus locales oficiales… se suspendan las actividades académicas y administrativas…”[3]

[3] “Un eslabón más en la cadena de las provocaciones contra la ENA”, ENA-UNAM, Órgano Informativo de la Asamblea, junio 23 de 1972, 1p.

Ni con estas amenazas se pudo amedrentar o mediatizar al movimiento. Por el contrario, la moral de la comunidad se elevó en forma considerable y la movilización, como arma de resistencia, se desarrolló con más soltura y efectividad en el campus universitario.

A pesar de que el Autogobierno insistía en la necesidad de un cambio total, en el que todos participaran, éste se empezó a ver entorpecido por las actitudes irracionales y oportunistas de quienes no estaban de acuerdo con ello, pues al promover la violencia se polarizaron ambas posiciones a extremos irreconciliables.Pero, además, el ambiente político en la UNAM se enrareció por completo hacia fin de año llevando a la renuncia del rector González Casanova y a la designación en los primeros días de 1973 de Guillermo Soberón Acevedo como nuevo rector de la UNAM.

En ese tenor, el 12 de febrero de 1973 se presentó al Consejo Técnico la terna para la dirección de la ENA, conformada por los arquitectos Jesús Barba Erdmann, René Capdevielle Licastro y Benjamín Méndez Savage. Nadie creyó, en esos momentos, de la imparcialidad del Rector y de la Junta de Gobierno; daba la impresión de que todo era una farsa, a pesar de la “auscultación” realizada por sus miembros que se apersonaron personalmente en las asambleas generales. Y efectivamente nadie les creyó.

El haber aceptado participar en el ámbito legal llevó al Autogobierno, en apariencia, a un callejón sin salida. Pero la cohesión política entre el Comité de Arquitectura en Lucha y el Colegio de Profesores, produjo una de las más extraordinarias respuestas al poder central universitario.

La movilización no cejó, las asambleas tampoco y la discusión, de frente a las autoridades, le dio al movimiento un giro tan sorpresivo que ni ellas mismas sabían cómo enfrentar a esta corriente autogestiva que tendía, de manera espontánea, a expandirse a otros espacios universitarios.

Así, el Autogobierno ganó, en el campo legaloide, las mejores posiciones en un juego que auguraba una larga competencia. Se abría, entonces, una nueva etapa en la democratización de la ENA y en las negociaciones con la Rectoría soberonista.


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50 años de autogestión. 1972, el ambiente allende las fronteras nacionales

Por José Víctor Arias Montes

A poco más de tres meses de iniciado el movimiento autogestionario en la Escuela Nacional de Arquitectura (ENA), al que se le dio el nombre de Autogobierno, se entregó un documento al rector Pablo González Casanova para que atendiera las exigencias que se hacían desde la ENA, mismas que incluían una sugerencia de una nueva estructura para la ENA que pretendía democratizar la vida interna en ésta.

Transcurría así, el mes de julio de 1972, extensamente agitado por todo lo que sucedía en la UNAM y que sirvió de pretexto para que Castro Bustos y Mario Falcón tomaran la Rectoría de la UNAM. Hechos que desembocarían en le renuncia del Rector por el implacable asedio a la Universidad.

En el orbe, las fronteras resultaron una frágil barrera para contener las noticias de aconteceres mundiales de amplio interés para otros países. Los medios de comunicación dieron cuenta de muchos de estos al estilo que cada uno de ellos había adoptado para difundir todo lo que tuviera que ver con los movimientos sociales de cualquier signo y que por la situación de los años 60 e inicios de los 70 eran merecedores de ensalzamientos o del escarnio ideológico y político, según el caso, en un ambiente donde predominaba la guerra fría de un sistema envalentonado en su dominio en gran parte del mundo.

En ese ambiente, se presenciaron diversos acontecimientos que alimentaron el espíritu libertario y revolucionario o, cuando menos, la creencia de que muchas cosas tenían que cambiar para hacer de este mundo algo más justo y humano. Así se conocieron, entre otros más: la Revolución Cubana; las revueltas estudiantiles en la universidades estadounidenses; la guerra de Viet Nam; la muerte del Che Guevara; los homicidios de los hermanos Kennedy y de Martin Luther King, luchador de los derechos civiles en Estados Unidos; la Revolución Cultural China; el mayo francés; la primavera checoeslovaca; las luchas de liberación africanas; las guerrillas latinoamericanas; el ascenso de la democracia chilena; en fin, aconteceres de amplia trascendencia por lo que significaban para infinidad de movimientos civiles de indudable importancia social y política que alentaron la continuidad de los mismos en sus países de origen.

Todo ello fue la expresión de una época donde todas esas muertes y todos esos movimientos, revueltas y revoluciones, nutrieron extensamente el espíritu de esa época que cimbró al mundo entero y que de diversas maneras se convirtieron en antecedentes de importantes reformas en todos los continentes.

En el ámbito cultural amplio, también esa época creó uno de los paradigmas más extensos de lo nacional-universal. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, el surgimiento de la novela latinoamericana que se reconoció como uno de los grandes aportes a la literatura universal o de cómo la música se transformó en una expresión de lucha política al acompañar ésta las protestas sobre diversos temas incluyendo además, muy especialmente, la creación de infinidad de piezas musicales con letra e instrumentos propiamente nativos? Latinoamérica se alzó como una región pletórica de raíces culturales en todos los ámbitos de la práctica social.

En la plástica, los prototipos sobran de cómo en esos años se conformaron distintos movimientos para continuar con los trabajos emprendidos desde años atrás y otros para superar el pasado y adentrarse a los nuevos tiempos con expresiones propias.

De distintas maneras las expresiones culturales se hicieron presentes cristalizándose con las aspiraciones de la juventud, participando de amplias relaciones entre las naciones y generando una de las más dilatadas influencias contextuales en una época que elevó el espíritu libertario e insurgente a niveles extraordinarios.

La gráfica espontánea y razonada se hizo parte de todos los movimientos sociales, creando una expresión propia en cada uno de ellos. La manta, el cartel, la pinta o el simple volante mimeografiado se acompañaron de expresiones gráficas sin paralelo. La imagen del Che Guevara, por ejemplo, inundó manifestaciones, mítines y reuniones populares que reivindicaban justicia e igualdad en las formaciones sociales que, como la mexicana, mostraban un gran contraste entre sus clases sociales enfrentadas históricamente.

Los movimientos estudiantiles, a partir de 1968, intercambiaron y se apropiaron de lo mejor de esos ámbitos culturales, reproduciéndolos de diversas maneras de acuerdo a sus propias circunstancias. La protesta contra la hegemonía cultural y la resistencia enarbolando lo propio, se entrelazaron férreamente mostrándose en cualquier acto cuyos motivos se consideraban comunes.

Por todo esto, no hay duda de que 1972 resumió el espíritu de toda una época de contrastes nacionales y universales, de protestas y resistencias y de reivindicaciones estudiantiles que se orientaron a cambios estructurales profundos en sus instituciones.

La ENA, y el naciente Autogobierno, copartícipes de todo ello, no escaparon a la influencia de ese espíritu dibujándole un nuevo rostro que nadie, en ese mes de julio, podía reconocer y mucho menos pronosticar hacia dónde se dirigía.

Los cambios tocaban a la puerta.

Volante convocando a mitin para conmemorar el 2 de octubre en la explanada de Rectoría de la Ciudad Universitaria de la UNAM, Comité de Lucha de la Escuela Nacional de Economía. Archivo: JVAM

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Altamente recomendable para quienes se sienten viejitos

Jesús Tamayo Sánchez

La reflexión, dice:

“Cuenta una leyenda que al matemático griego Tales de Mileto, se le acercó un día un filósofo, quien tratando de confundirlo, le hizo 9 preguntas para probar su sabiduría:
¿Qué es lo más antiguo?
Dios, porque siempre ha existido
¿Qué es lo más bello?
El universo, porque es obra de Dios
¿Cuál es la mayor de todas las cosas?
El espacio, porque contiene todo lo creado
¿Qué es lo más constante?
La esperanza, porque permanece en el hombre después que lo ha perdido todo
¿Cuál es la mejor de todas las cosas?
La virtud, porque sin ello no existiría nada bueno
¿Cuál es la más rápida de todas las cosas?
El pensamiento, porque en menos de un minuto nos permite volar hasta los confines del universo
¿Cuál es la más fuerte de todas las cosas?
La necesidad, porque es con lo que el hombre enfrenta a todos los peligros en la vida
¿Cuál es la más fácil de todas las cosas?
Dar consejos
Por fin, la última pregunta, que dejó atónito al filósofo, quien no logró entender la respuesta de Tales de Mileto:¿Y cuál es la más difícil de todas las cosas?
El sabio respondió: «conocerse a sí mismo».
Un extenso  estudio en  U.S.A, encontró que  la  edad  más  productiva  en la  vida  del  ser  humano es  entre los  60-70 años  de  edad.         
La   2a. etapa  más  productiva  del ser  humano   es  de  los 70 a los  80  años  de  edad.
La  3a. etapa  más  productiva  es  de  los  50  a  los  60  años  de  edad.
La edad  promedio  de  los  ganadores  del  PREMIO  NOBEL  es  de  62  años .
La  edad  promedio  de los presidentes  de las  compañías  prominentes  en  el  mundo  es  de  63  años.
La edad  promedio  de  los  pastores de  las  100  iglesias  más  grandes  de  U.S.A  es  de  71  años.
La  edad  promedio  de los Papas  es  de 76 años.
Esto  nos  dice  de  alguna  manera  que  se  ha  determinado  , que  los  mejores  años  de  tu  vida   son  entre  los  60  y  los  80  años.
Un  estudio  publicado  en NEW  ENGLAND  JOURNAL  OF  MEDICINE, encontró  que  a  los   60 años,  llegas a  la  CIMA de  tu  potencial  y esto continúa  hasta  los  80.
Por  lo  tanto, si  estás  entre los  60 -70   o   70-80  estás  en  el MEJOR  y  el  2o.  nivel de tu  vida.
Les hago llegar esta información para que re-piensen cuando digan que ni están viejitos… amigos, este paseo llamado vida, apenas empieza”

Autor anónimo

¡A disfrutar la vida!

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VIAJE EN EL METROPOLITANO

M. Alejandro Gaytán Cervantes

A esta hora, en el atestado metro de Nueva York, viaja una muchedumbre compuesta por una diversidad humana en la que las mujeres elegantes con portafolio de fina piel que hace juego con su lujosa vestimenta y hombres con su máquina portátil, se confunden con señoras obesas y sudorosas; viejas con vestidos coloridos, ancianos de corbata y saco,  jóvenes punks, darketos; además; se esparcen en los vagones, los olores, colores y vestimentas de diferentes culturas: chinos, musulmanes, hindúes, africanos, judíos, latinos…

El Rabino Abraham, de riguroso negro, ataviado con sus caireles, peiot, sombrero de ala delgada y un gran abrigo que cubre sus vestimentas religiosas, viaja ensimismado con su libro sagrado del que nunca se despega; en silencio reza sus oraciones. No parece ser parte de esa Babel; nada lo inmuta, no pierde la concentración en su lectura. 

Afuera, en la ciudad, el calor, de cerca de 40 grados, derrite las fachadas de los elevados edificios, el asfalto de calles y avenidas y a la gente; que, aunque se suba al metro con aire acondicionado, por largo tiempo siente el impacto de la temperatura exterior. Pero el hebreo, aún con su pesada vestimenta de judío ortodoxo no parece sentirlo. 

En la siguiente estación, el metro se detiene y abre sus puertas, baja y sube un tumulto de personas; entre estas se distingue una joven hermosa, de un cuerpo atractivo, con sus jeans y una playera blanca de tela muy delgada, que hace notoria la ausencia de ropa interior; su cuerpo está sudado, por lo que su indumentaria se le adhiere; tiene un hermoso rostro y joviales ademanes. 

La joven se acomoda, de pie, cerca del rabí y se afianza de uno de los tubos con las manos por atrás, con el movimiento del tranvía se bambolea a su ritmo. En esa posición sus pechos resaltan aún más. Sin desearlo, en un enfrenón, estos quedan a centímetros del rostro del Rabí.

Lo intempestivo del momento, provoca que Abraham levante la cabeza y tropiece con una visión maravillosa. Su rostro casi toca los senos de la joven. La belleza de la perspectiva lo hace quedar con la boca abierta por una eternidad, hasta que recapacita y la cierra. Lo mismo hace con sus ojos; para no ver esa demoniaca, siniestra y maligna tentación; fuerte, fuerte, los enceguece.

Cuando se atreve a abrirlos nuevamente, ve a la joven que baja del carro; su corazón late explosivamente, por eso, sin pensarlo, apresurado, hace lo mismo; ella camina rápido; él va detrás sin detener el paso, vuela sin que su mirada pierda por un instante la cadencia de las caderas de la joven. 

Lo que está haciendo, su forma de perseguirla, lo saca de quicio, nunca le había sucedido algo semejante. Pero aunque avanza con su paso más rápido, ella transita velozmente, por lo que él cada vez se aleja un poco más. Adelante, al llegar a un bloque de vivienda, su hermosa perseguida sube los pocos escalones y se pierde al cerrar la puerta.

Abraham hace una pausa, se detiene tratando de respirar, de pensar a su ritmo normal, sin perversos pensamientos; pero al prenderse una luz en el piso superior, pierde la compostura, pues lo que más desea es acercarse a ella. Entonces mueve los pies con gran fuerza y como si estuviera ascendiendo en una gran escalera eléctrica, por su gran ímpetu comienza a elevarse poco a poco, hasta llegar, en el aire, a la ventana de su anhelada desconocida. 

Su silueta lo enloquece, al mirarla en el contraste con los muros de la recamara llenos de extravagantes pinturas; todo eso la ilumina y se marca aún más su figura; se desviste. Al quitarse la playera y presentarse en plenitud, la desea más que otra cosa. Necesita acercarse más y más; por ello pedalea sus piernas aún con mayor energía, hasta llegar a la ventana; Pero al chocar con su resistente cristal, su postura se pierde y comienza una caída vertiginosa en un abismo sin fin; cae y cae sin saber dónde o como será su impacto. 

De pronto, un fuerte golpe en el cuerpo, producto del freno del vehículo, lo obliga a abrir los ojos. Continúa sentado en el metro. Descubre que ya se pasó tres estaciones de donde acostumbra descender. Al abrirse las portezuelas, sin perder la compostura apresura el paso para salir lo más pronto posible, tomar el metro de regreso y llegar a la cena donde lo están esperando.

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Sobre el lenguaje (2): la palabra “tecnología”

José Alfonso Ramírez Ponce

Las mal llamadas “tecnologías alternativas”

ni son tecnologías ni son alternativas.

Como es sabido, la palabra tecnología se utiliza tanto en el lenguaje común, como en el lenguaje académico. Es una palabra un poco extraña, pues se diferencia de las demás, como veremos líneas adelante. Pero empecemos por el principio, por sus raíces etimológicas. Consultando, como siempre, a Joan Corominas la palabra tiene 2 raíces: la primera es tékhne “arte, industria, habilidad, expediente, destreza”, y la segunda es logos “discurso, palabra, razón, argumento, conocimiento”. De donde tecnología, en nuestra definición, es un conjunto de conocimientos en torno a un arte, a un hacer determinado. Para complementar lo anterior, anotemos otras definiciones: “conjunto de conocimientos propios de una técnica” y “conjunto de instrumentos, recursos técnicos o procedimientos empleados en un determinado campo o sector” (Oxford Language Dictionary). El Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (por sus siglas, CYTED) define a la tecnología como “conjunto de conocimientos y procedimientos que sirven para producir objetos y procesos, ya sea físicos o sociales”. También, R.S. Merril, en su libro Tecnología y su Desarrollo, lo define como “…el conjunto de conocimientos, habilidades y procedimientos para la fabricación, el uso y la ejecución de cosas útiles”.

De lo anterior, tenemos que tanto la tecnología como la ciencia son conjuntos de conocimientos. Ambas se diferencian sólo por su finalidad: la de la ciencia es saber, explicar, y conocer, y la tecnología es aplicar los conocimientos para satisfacer necesidades humanas.

Como podemos observar, las raíces de tecnología no definen la tékhne, es decir el tipo de conocimiento. Si observamos palabras parecidas como biología, antropología, etiología, vemos que ellas especifican los conocimientos correspondientes sobre la vida, sobre el hombre, sobre las causas de las cosas, respectivamente.

¿Qué sucede con nuestra palabra? Sucede que necesita una segunda para definir el tipo de conocimiento, la raíz tékhne a la que se refiere. Por ejemplo: tecnología educativa o de la educación, tecnología médica o de la medicina, tecnología arquitectónica o de la arquitectura y un largo etcétera. En el ámbito académico, la palabra no sólo se usa en forma parcial, sino, en algunas ocasiones, en forma equivocada. Por ejemplo, en el campo de la construcción, cuando ésta se refiere a la utilización de materiales como la madera, la piedra, la tierra, el adobe, el ladrillo, el bambú, entre otros (materiales que ahora los llamamos sostenibles), se suele decir que empleamos “tecnologías alternativas”. En este caso, la palabra “tecnología” se confunde con la palabra “técnica” que, aunque comparten la misma raíz (tékhne), sus significados son muy diferentes. La primera, como ya vimos, significa un conjunto de conocimientos, y la segunda significa formas de hacer y, en este caso, formas de construir. Ésta es la visión inmediata de la técnica, pero en su sentido profundo, en su sentido filosófico, las técnicas son formas de descubrir lo cubierto, desocultar lo oculto, hacer visible lo invisible. Por tanto, las mal llamadas tecnologías alternativas no son ni lo uno ni lo otro, son técnicas propias porque nos han pertenecido desde siempre, pues las hemos utilizado durante siglos.

Pondré otro ejemplo. En el plan de estudios de la Licenciatura en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aparecen los conocimientos divididos en 5 áreas: teoría, proyectos, tecnología, urbano-ambiental y extensión universitaria. Vemos aquí la contradicción, pues la tecnología, tal y como lo hemos dicho, no es una parte de los conocimientos, sino que es el todo. Esto, dicho en otras palabras, significa que el área llamada tecnología es un nombre inapropiado. Entonces, ¿cómo debería llamarse esta área del conocimiento?. Si recordamos al que hemos llamado el Proceso de Producción de las Obras Arquitectónicas (PPOA, por sus siglas), vemos que a la etapa del Proyecto le sigue la etapa de la Construcción. Éste sería el nombre del área citada. Tendríamos, así: el área programática o de teoría, el área proyectual o de proyecto y el área constructiva o de construcción. Ante una posible y futura revisión del plan de estudios, espero que estas ideas puedan ser útiles.

En resumen, el tema de la tecnología está íntimamente relacionado con las técnicas y las actividades transformadoras, y las fases o etapas del que hemos llamado PPOA. Aquí lo hemos citado tangencialmente, pero para profundizar y descubrir las dos existencias de la arquitectura -tema discutible entre los especialistas-, tendremos que elaborar un próximo artículo.

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El contenido y cambios del Centro histórico

Rubén Cantú Chapa

Nunca una visita al Centro Histórico de la ciudad de México está ausente de una intención social, de un compromiso relacionado con el trabajo, la gestión administrativa o el comercio. También, al sitio se le ve a manera de reconocimiento, por el interés de sentir y recordar el pasado legendario y tradicional mediante las imágenes urbano-arquitectónicas testigos de la historia. Más todavía, se asiste al lugar en busca de revelaciones mediante la adquisición de publicaciones o mecanismos e instrumentos de computación para lograr la demanda social de información y el conocimiento.

El visitante no omite el contexto del lugar central para su estancia o como medio para orientar la dirección rumbo a otros sitios de la metrópoli. Es el punto de referencia y ambiente geográfico, social, político, económico, histórico y cultural de la ciudad y la nación. Están ahí las raíces históricas de identidad nacional que no logran ni conseguirán someter la globalización liberal y neoliberal, que recorre desde hace algunas décadas el mundo contemporáneo.

Desde el último tercio del siglo XX, el Centro Histórico de la ciudad de México se ha caracterizado por ser el espacio urbano actor de las demandas sociales más sentidas, tanto de la metrópoli capital del país como de las diversas entidades federativas y de la nación. Ahí se ejerce el uso público de la razón, la legitimidad de los movimientos sociales y la crítica al orden establecido, como la mayor expresión local medio ambiente global que trajo consigo el neoliberalismo del sistema mundial.

Como sitio depositario de la historia, de gran valor patrimonial y cultural se han manifestado una y otra vez las vastas dificultades de la economía y la política. Es ahora y desde hace más de tres décadas, el Centro Histórico Crítico que enfrenta e impugna al sistema imperante. Así lo muestran las incesantes movilizaciones y conflictos sociales ahí expuestos aunados al ambiente sociourbano, aparecido poco antes de terminar el milenio.

El carácter crítico se revela por la conjunción de la sociedad civil y el espacio urbano-histórico cultural de identidad nacional como en ningún otro lugar de la ciudad, con singular impulso en épocas de crisis, por la historia que representa el lugar de gran connotación nacional, que estimula a la vez tanto la identidad de la organización social como la política solidaria en los diversos movimientos sociales.

La naturaleza del Centro Histórico Crítico forjado por las actividades reivindicativas y contestatarias en ascenso de la sociedad civil extendió su impugnación a los diversos poderes de la nación; lo mismo al Poder Ejecutivo, como al Legislativo y al Judicial. La esencia protagónica del espacio patrimonial de las demandas sociales, de manera inédita, es un acontecimiento que forma parte de la historia y es el juicio censor permanente que las clases y sectores de la población hacen al Estado pues no sólo describe la realidad, también la crea y la expresa, y a la vez la objeta. El escenario urbano-arquitectónico testigo de la historia, es el lugar donde se realiza la vasta oposición e impugnación a las políticas de la administración pública cada vez más alejadas de la sociedad. El Centro Histórico es historia y hace la historia por la sociedad civil que ahí escribe sus inquietudes sociales, económicas, políticas y culturales.

El escenario más antiguo de la ciudad de México puso al descubierto la insustentabilidad del sistema y la ineficiencia de la macroeconomía, así como el deterioro de las políticas públicas del Estado mexicano. Su mayor protagonismo, metafóricamente dicho, fue la exhibición de la carencia de legitimidad del Estado, pues los diversos poderes se alejan cada vez más de sus representados. Es el espacio urbano de los últimos tiempos, donde se revela la más grande de la crisis del Estado que raya cada vez más en la ausencia de legitimidad, pues ésta se expone en cada acto de protesta, en cada marcha y manifestación de ideas por las avenidas y calles de la ciudad. Ahí se expresaron los resultados sociales derivados de la desregulación de la economía y la privatización de la mayor parte de las empresas estatales y la disminución sustancial del gasto social en sanidad y educación. Es el resultado del proyecto neoliberal de “reducir el Estado y privilegiar el mercado” e incrementar la dependencia del exterior.

El ambiente consagrado en el sitio histórico es su valor ético al criticar las políticas económicas de marginación social, de desempleo y subempleo crónico, que obligan a millones de mexicanos a emigrar a Estados Unidos. La carga moral de idealismo que llevan las manifestaciones sociales muestra el ambiente de relaciones sociales y de carácter político de las concentraciones humanas que asume el hecho histórico de expresión social.

Al escenario anterior, cargado de un contexto de descomposición social expresado en la corrupción, simulación e impunidad de la casta gobernante durante más de tres décadas, no la soportó la población en su conjunto. Las diversas clases sociales decidieron un cambio severo de manera pacífica por una transformación mediante la votación contundente en 2018 que inició una etapa histórica, ahora en proceso. Con el 70 y 80 % de apoyo social; los actuales gobernantes modificaron y homogenizaron la geografía urbana con magnas obras, principalmente en el centro y sur de la nación y con ello el Centro Histórico, tratando de lograr la Cuarta Transformación. De esto escribiremos más adelante.

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90 años de la creación del Instituto Politécnico Nacional: 1932-2022.[1]

(Tercera de tres partes).

Gerardo G. Sánchez Ruiz

[1] Este es un resumen del trabajo: Sánchez Ruiz, G. G. (2014). “La autonomía de la UNAM y la creación del Instituto Politécnico Nacional, dos expresiones de la lucha ideológica por la educación en México”. CIAN-Revista De Historia De Las Universidades17(2), 195-221. Disponible en: https://e-revistas.uc3m.es/index.php/CIAN/article/view/2336

En este pequeño recorrido histórico, y por las pretensiones del trabajo, debe abordarse la cuestión “del año oficial” de creación del Politécnico situado en 1936 en tanto desde este punto de vista, es uno de los muchos equívocos o malformaciones que existen en la historia no sólo de la institución sino de México. Es una realidad que en la época de Lázaro Cárdenas, no hubo un decreto de creación y no podía haberlo porque el IPN ya estaba creado, y con una orientación popular, pues en sus aulas, talleres y laboratorios estaban educándose hijos de pequeña burguesía, de campesinos y obreros.

Casco de Santo Tomas, 1947. http://www.mexicomaxico.org/IPN/CronoIPN.htm.

Entonces, señalado el origen del Politécnico cabe preguntarse: ¿Por qué se considera su fundación en 1936 y no en 1932 pese a que los documentos lo señalan? Tal vez la respuesta puede encontrarse al reflexionar tres situaciones:

Primera, la Politécnica en 1932 tenía la estructura y la filosofía que la caracterizaría como el Politécnico en subsecuentes años, y aunque en ese año sólo estaba conformadas por la preparatoria técnica, la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica y, la Escuela Superior de Construcción, los discursos de Luis Enrique Erro y el diagrama de “Organización de las Escuelas Técnicas para Varones agrupadas bajo la Dirección del Departamento de Enseñanza Técnica Industrial y Comercial”, eran claros al señalar el proceso de expansión que seguiría la nueva institución, pues en el señalado diagrama quedó determinado el espacio a ocupar por las escuelas superiores que se agregarían al proyecto, donde cabe señalar, ya se consideraba la integración de la Escuela Superior de Comercio y Administración.

Segunda, si se estaba solidificando este espacio alternativo de enseñanza, había que ser enfáticos en el nombre, las escuelas superiores no podían estar dentro de otra escuela, para el caso: si se exceptúa el apéndice de nacional, la Escuela Politécnica Nacional no establecía una jerarquía frente a las escuelas que fue agrupando, de ahí seguramente la aparición de la designación de Instituto al nuevo conjunto educativo. Los documentos consultados —hasta el momento—, no permiten situar de manera clara el cambio de nombre de la Institución.

Sin embargo, el cambio de denominación de Escuela Politécnica Nacional a Instituto Politécnico Nacional fue adoptado entre 1933 y 1934, si se considera que en el número 1 de septiembre–octubre de 1934 de la revista Edificación editada por la Escuela Superior de Construcción (ESC), se afirmaba de la ESC:[2] “es una de las escuelas que integran el Instituto Politécnico Nacional dependiente del Departamento de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial, de la Secretaría de Educación Pública” [3]―Mas abajo se anexan tres páginas de ese número―.

[3] Escuela Superior de Construcción. “Información de la Escuela Superior de Construcción en Edificación No.! Tomo 1, 22-23.

 Más aún considérese que ese No. 1 de la revista Edificación, es anterior al Programa de Educación Pública de Lázaro Cárdenas fechado el 2 de diciembre de 1934, donde de acuerdo con Calvillo y Ramírez (2006) se apuntó la necesidad de fundar “una Politécnica Nacional”.[4]

[4] Calvillo Velasco, Max y Ramírez Palacios Lourdes Rocío, 60 años de historia del Instituto Politécnico Nacional, Tomo I, México Instituto Politécnico nacional, 2006, p. 120.

Y tercero: cuestiones de índole político pudieron haber influido en el no reconocimiento de los verdaderos fundadores del Instituto, ya que por la actitud del expresidente Plutarco Elías Calles de continuar decidiendo en la vida del país al imponer presidentes, el presidente Lázaro Cárdenas en 1936 comisionó precisamente a Narciso Bassols para solicitar a Elías Calles su salida del país, situación que se acordó y ejecutó, sólo que después de cumplir su encomienda presentó su renuncia como secretario de Hacienda y Crédito Público al general. Jesús Silva Herzog quien vivió la situación, refiere que en esa ocasión Bassols dijo: “El general Cárdenas me ha pedido que siga en la Secretaría de Hacienda. Yo me he negado a aceptar por lealtad al general Calles”.[5]

Entonces pese al reconocimiento que le hizo Cárdenas, y la fe que tenía respecto a su trabajo, Bassols fue enviado como ministro de México a Londres iniciando una carrera diplomática, lo cual desde este punto de vista disminuyó la presencia de Bassols en el Politécnico y resaltó la de Cárdenas —indebidamente—, lo cual fue determinante en el cambio de año de fundación, y en el relego que se hizo de la historia conjunta de la hoy UNAM y del IPN.

[5] Jesús Silva Herzog, “Introducción”, en Alonso Aguilar (Comp.), Narciso…, p. XIII.

Unidad Profesional de Zacatenco, 1967. Archivo, ICA.

Una reflexión final

La Revolución Mexicana se expresó antes de las batallas iniciadas en 1910, durante las batallas y después de las batallas, ésta se expresó como un proceso de ruptura y continuidad que recogió lo avanzado en lo económico y en lo social por el porfirismo, a la vez de generar nuevas condiciones en el país con el fin de colocar a la sociedad mexicana en otros niveles de progreso y dentro una nueva modernidad que ya recorría el mundo.

Y en efecto, al concluir las batallas, la Revolución se mostró como un proceso que modificó de una o de otra manera todos los ámbitos de la vida de México: la economía, la música, la pintura, el urbanismo, la arquitectura, la cultura, y por supuesto, la educación; y en este último rubro, al generar una estructura que intentó llevar educación a todo el país, y donde el Instituto Politécnico Nacional jugó un papel importante.

Lastimeramente y por el decaimiento de las ideas avanzadas y el enseñoramiento de otras, lo cual ocurrió al concluir el régimen de Lázaro Cárdenas, la atención a sectores populares no se condujo con la intención de principio promovida, de manera correlativa, los impulsos sociales que caracterizaban al Politécnico disminuyeron, cayendo junto a la Universidad Nacional en una dinámica donde ahora en la generalidad, se busca cultivar alguna profesión para usufructuarla olvidando orígenes y filosofía, pero además, con una insensibilidad manifiesta ante las carencias sociales; aunque para el caso, don Luis Cabrera también diría: “El capitalismo es el capitalismo”, y el modelo económico que domina en el país es el capitalismo y de corte neoliberal, pese a que AMLO, actualmente presidente de México señale otra cosa.


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50 años de autogestión. El ambiente nacional fuera de la Escuela Nacional de Arquitectura y de la UNAM

Por José Víctor Arias Montes

El contexto en el que se desarrolló la lucha democratizadora de la Escuela Nacional de Arquitectura (ENA) en 1972 con el surgimiento del Autogobierno, estaba impregnada de una actitud abiertamente autogestiva y participativa que se había desarrollado desde los inicios de la década de los setenta y al que no escapaban las universidades, las organizaciones obreras, campesinas y de colonos. Por todo el país ésta se extendió desorganizadamente y en algunos casos fue tan radical que aún entre las propias organizaciones democráticas existía una gran confusión y desconfianza. Pero en todos los casos se daba y se recibía un apoyo solidario por aquello que se consideraba común y de lo que se sentían copartícipes: la lucha autogestiva por democratizar la escuela, la organización profesional, la fábrica, el sindicato, el campo o la colonia.

Y no era para menos, después de la masacre del 2 de octubre de 1968 y de la secuela represiva subsecuente, no existían en el país espacios verdaderamente democráticos que permitieran la participación y la crítica hacia la situación reinante para transformarla para bien. Todo brote de organización fue brutalmente reprimida. Participar en ese ambiente significaba exponerse a la cárcel o a los golpes o, en el peor de los casos, a la desaparición o la muerte. Y aun así, todos esos años dejaron una de las lecciones más significativas para construir una cultura democrática que no había existido con anterioridad.

A partir de entonces, el Movimiento del 68 se conmemoró año tras año para no olvidar esa gesta heroica de los estudiantes. Obreros, campesinos, colonos, estudiantes, profesores, organizaciones profesionales, sindicales y organizaciones políticas, cada cual en su lugar de acción y cada cual con sus limitaciones levantaban con ello su lucha y exigencia por lo suyo y lo de todos: una nueva universidad, un nuevo sindicato, un nuevo país…

Mitin del 1er aniversario del Movimiento Estudiantil del 68, Plaza del Carrillón, Casco de Santo Tomás, IPN, 26 de julio de 1969. Fotografías: JVAM

En ese ambiente, las instituciones de educación superior se convirtieron rápidamente en los centros de crítica hacia el Estado mexicano y sus políticas. Se transformaban en los principales semilleros de un descontento social en constante ascenso y en uno de los pocos lugares en donde la libre reunión, la discusión y la crítica podían ejercerse al amparo de la “autonomía”. Las organizaciones políticas de izquierda que hasta esas fechas se les consideraba constitucionalmente ilegales, encontraron en ellas un refugio para extender su influencia y organización ganando simpatizantes rápidamente.

Mitin del 2° aniversario del Movimiento Estudiantil del 68, Las Islas, Explanada de Ciudad Universitaria, UNAM, 26 de julio de 1970. Fotografías: JVAM

Así que estas condiciones conllevaron a que una gran masa de estudiantes y profesores combatiera con nuevos planteamientos en sus centros de estudio, mismos que se habían acumulado desde 1966 y 1968, y que entre 1971 y 1972 empezarían a emerger con reivindicaciones democráticas y particulares en cada caso.

Obviamente que la ENA no era la única escuela que se encontraba en esta situación. En otras escuelas de la propia UNAM y en otras universidades del país, las demandas por democratizar la enseñanza crecían aceleradamente y en todas ellas la movilización era fundamental.

En la UNAM, la Escuela Nacional de Economía luchaba por la instalación y reconocimiento del cogobierno; la Facultad de Ciencias exigía respeto al proceso democrático para nombrar a su director; Medicina instalaba su Consejo General de Representantes por encima de las autoridades; Trabajo Social y Psicología demandaban reconocimiento a sus planteamientos de autogobierno; Odontología denunciaba las irregularidades en la distribución de los instrumentos de importación que se utilizaban en las prácticas escolares; Derecho instalaba los primeros cuerpos jurídicos de apoyo a las luchas populares; las Preparatorias Populares demandaban su reconocimiento e incorporación universitarias; Ingeniería luchaba violentamente día con día en contra de los porros; los CCH´S libraban una  gran batalla por su democratización y por saber que iban a hacer una vez terminado su ciclo escolar; Artes Plásticas… Fuera de la UNAM, la Escuela de Diseño y Artesanías (EDA) del INBA implantaba el cogobierno con una gran fuerza y claridad y lograba, al poco tiempo, lo que pocas escuelas en esos momentos no habían alcanzado: un nuevo plan de estudios que profesionalizaba por especialidades la enseñanza del diseño con orientación social;[1] mientras, la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) demandaba reconocimiento a las decisiones de sus propios órganos democratizados.

[1] “Propuesta de reestructuración del plan de estudios de la Escuela de Diseño y Artesanía, 1972”, Asamblea de profesores y alumnos de la EDA, septiembre de 1972, 22 pp.

El movimiento se ampliaba sin una coordinación que planteara también una orientación general. El espontaneísmo tomaba fuerza y los centros en donde aparecía la lucha eran hábilmente aislados. Sin embargo, las condiciones particulares de cada centro donde lograban concretarse reivindicaciones propias permitían el inicio de una lucha mucho más organizada y con perspectivas más claras de hacia dónde caminar.

En la UNAM, se creó el Comité Coordinador de Comités de Lucha (CoCo) para tratar de coordinar un movimiento impregnado de una gran espontaneidad, que hacía realmente difícil el avance conjunto por la democratización. Es más, los movimientos en Economía, Ciencias, Medicina, Arquitectura, Trabajo Social, Prepa Popular, CCH Oriente y Psicología se desenvolvían tan hacía adentro, que se mostraban como movimientos reivindicativos tan particulares que en ocasiones parecía que no existía relación alguna de uno con otro y de todos con los movimientos de otras universidades. Sin embargo, a pesar de esta gran espontaneidad y aparente desarticulación el movimiento por la democratización de la enseñanza era un movimiento que ya se había generalizado y en el que todos los participantes, de una forma u otra, plantearon la democratización tanto de las estructuras de gobierno, del proceso de enseñanza aprendizaje y de las políticas de ingreso a las instituciones de educación superior, como puntos centrales del conjunto de sus reivindicaciones. Esto era precisamente lo que los mantenía articulados, lo que los hacía partícipes de un movimiento general, lo que los hacía movilizarse y marchar conjuntamente.

Portada revista Síntesis. Archivo: JVAM

Los movimientos democratizadores que empezaron a desarrollar una alternativa más concreta fueron sin duda los de Economía, Ciencias y Arquitectura. Como ejemplo basta el de Economía, que para septiembre de 1971 había aprobado sus planteamientos democratizadores en una asamblea realizada el 27 del mismo mes y cuyos acuerdos eran dados a conocer masivamente:

…Posteriormente, el documento fue presentado ante el Director de la escuela, Lic. Ernesto Lobato López, quien a su vez respondió con un comunicado que se discutió en las Asambleas del martes 29 y miércoles 30. En vista de que la Asamblea consideró que dicho comunicado no respondía a las exigencias planteadas y que por el contrario se oponía a los intereses actuales de la escuela, se decidió destituir de su cargo al director y llevar a cabo el proceso de democratización y superación académica… La alternativa propuesta tiende a crear una Escuela Nacional de Economía crítica, científica y revolucionaria y representa un paso en la transformación progresiva de las instituciones y estructuras universitarias frente a una reforma oficial que el gobierno pretende imponer…[2]

[2] “Por una alternativa crítica, científica y revolucionaria. A los estudiantes y profesores de la Escuela Nacional de Economía” en Síntesis. Economía, Filosofía, Política. Número 3, septiembre de 1971, suplemento de 8 pp.

En todas esas experiencias se consolidaron básicamente tres cuestiones: la asamblea, como punto de reunión, discusión y decisión; el mejoramiento de la enseñanza y la transformación democrática de la escuela y la articulación con otras escuelas y universidades de dentro y fuera de la UNAM. Aspectos sobre los cuales cada dependencia desarrollaría su propia especificidad.

Pero no solamente la lucha por la democratización de la enseñanza jugaba un papel importante, también lo hacía la lucha contra el porrismo y que en ese momento tomaba giros violentos. Para inicios de 1972 sólo quedaban algunos grupos porriles en la UNAM que, a diferencia de otros años, resultaban igual o más peligrosos que los anteriores. Los comités de lucha, ante la violencia ejercida por los “porros”, habían estructurado formas de defensa que se caracterizaron en “contestar a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria”. Este tipo de política presentó las dos caras de la moneda: de ayuda a los movimientos democratizadores y de desprestigio al movimiento en su conjunto, por las desviaciones izquierdistas y la infiltración de provocadores.

Los comités, tan sólo un año y meses antes, habían incendiado la cafetería de la Facultad de Derecho pues ahí se refugiaban los principales grupos porriles de la UNAM. 1972 fue el año en que inició la desaparición del grupo “Francisco Villa”, principal impulsor, al interior de la Facultad de Derecho y de la UNAM, del porrismo; también lo fue de las novatadas o “perradas” que se practicaban en varias escuelas de la UNAM, en especial en Arquitectura e Ingeniería, en donde se respondió violentamente en contra de los organizadores.

La violencia de los “porros” llevó a Pablo González Casanova, Rector de la UNAM, meses después de un espectacular asedio a la Universidad y a su persona, a asumir una actitud realmente valiente; alertando contra la provocación, decía:

…Estamos convencidos de que se planean acciones ominosas por las cuales se pretende llevar el enfrentamiento de grupos de estudiantes universitarios a terrenos cada vez más dramáticos para la Institución, mediante la intervención de grupos de choque y agentes provocadores que no sólo lograrían la comisión de actos delictuosos de gran magnitud, sino que pretenderían demostrar ante la opinión universitaria y nacional que la unam es incapaz de gobernarse a sí misma…[3]

[3] “A la comunidad universitaria y nacional” en GACETA. UNAM, tercera época vol. IV, número 36, 16 de junio de 1972, p. 1.

Volante denunciando a los grupos porriles en la UNAM. Archivo: JVAM

La violencia llegó a extremos peligrosos e intolerables en algunos casos, en otros, como en Arquitectura e Ingeniería ayudaba a ahuyentar a los “porros”, permitiendo que el movimiento se desenvolviera con más confianza. Pero dentro del texto de ese comunicado apareció una frase que para muchos pasó desapercibida y para otros pareció algo más que las simples palabras provenientes de una autoridad: gobernarse a sí misma.

En Arquitectura, en particular, los comités habían brindado todo el apoyo al movimiento democratizador, al igual que en otras escuelas, que sirvió para erradicar en ese año las novatadas y a los “porros”, que se convirtieron en “aliados” de las  autoridades. Golpes y corretizas, bastaron para ahuyentarlos aunque fuera momentáneamente.

Excélsior, 9 de abril de 1972. Archivo: JVAM

Los encarcelamientos masivos se hicieron casi costumbre y las infiltraciones de provocadores una buena arma El movimiento democratizador ganó una amplia cobertura y ésta se consolidó aún más con el surgimiento de la lucha amplia por la democratización de la enseñanza al interior del país. De las luchas de años anteriores a la de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 1971, siguieron las de Sinaloa, Puebla, Guerrero y Oaxaca que luchaban por implantar leyes orgánicas democráticas; y en otras quedó en un intento fallido pues la represión ya no se hizo esperar. El Estado y sus aparatos represivos actuaron de inmediato para aniquilar cualquier brote de lucha por cambiar las estructuras de gobierno de las instituciones de educación superior. Los encarcelamientos masivos nuevamente se hicieron costumbre y las infiltraciones de provocadores una buena arma para desprestigiar y después reprimir. En este preciso momento la Universidad Autónoma de Sinaloa era la nueva presa:

…Y esta vez tocó el turno a Sinaloa, cuyos alumnos universitarios, con sede en Culiacán, exigían en forma pacífica y razonada desde hace más de dos años, la destitución del rector Gonzalo Armienta Calderón… En vez de recurrir al diálogo, las autoridades contrataron los servicios de esa mercenaria escuadra terrorista paramilitar denominada halcones… Y hace algunos días los voceros de la “apertura democrática”, debidamente respaldadas por el ejército, sitiaron la Máxima Casa de Estudios y abrieron fuego indiscriminado contra jóvenes…[4]

[4] “El rostro asesino del PRI-Gobierno” en por qué?, número 201, mayo 4 de 1972, p. 14.

En algunos casos la lucha tomó un carácter dramático, pero la organización del estudiantado pudo más que la represión sangrienta del régimen.

Pero no solamente estos fueron los años de la movilización estudiantil por la democratización de la enseñanza, lo fueron también de muchos otros sectores que demandaban democracia profesional y sindical, tierra y vivienda, libertades políticas y dignidad ciudadana.

Hacia finales de 1970 los arquitectos, tradicionalmente apáticos a la participación política, estaban agitados por el cambio de directiva del Colegio de Arquitectos de México y porque la crisis profesional había puesto a un importante número de ellos en una situación en la que su carácter de “profesional liberal” los llevó a entrar en una lucha abierta por el trabajo. Algunos decían que en general todas las profesiones, especialmente las llamadas “liberales”, estaban ingresando a un proceso de proletarización, debido al crecimiento explosivo de las demandas sociales con relación a la oferta.

De cualquier forma, esta situación estaba golpeando a los nuevos y jóvenes arquitectos, especialmente a aquellos que no estaban vinculados a las esferas de poder y que habían adquirido un nivel de conciencia respecto a los problemas sociales y profesionales. La distribución del trabajo, que día a día era mayor por parte de las instituciones gubernamentales estaba —como hoy— plagada de un sinnúmero de favoritismos, especialmente hacia los que conformaban precisamente esas esferas. Y el Colegio de Arquitectos, único organismo donde estas cuestiones podían analizarse, estaba también dominado por estas esferas; éste se había convertido en un aparato viejo y anquilosado, parecido a cualquier club de amigos de colonia de ricos.

Esta situación llevó a que un reducido grupo de arquitectos demandara al Colegio una revisión no sólo de su estructura, sino de las condiciones de trabajo prevalecientes en el mercado. Las propuestas, aprovechando el cambio de directiva del Colegio, no podían ser más radicales:

–La delimitación del campo de acción del arquitecto.

–El reconocimiento imperativo de la tabla de aranceles.

–La reglamentación del art. 134 constitucional, para que el diseño de las obras arquitectónicas que emprenden las dependencias estatales o descentralizadas sea puesta a público concurso.

–La integración de los profesionales liberales al sistema del Seguro Social Obligatorio.

–La obtención de la personalidad jurídica necesaria, que permita al propio Colegio:

Intervenir eficazmente en la distribución del mercado de trabajo, para impedir la concentración del mismo en unas cuantas manos.

–Vigilar el cumplimiento de una Ley de aranceles.

Demandar que los puestos públicos que caen dentro del campo de acción de la arquitectura, sean otorgados a arquitectos.

–La derogación del art. 48, Cap. VI, de la Ley de Profesiones, que prohíbe a los Colegios hablar de política y de religión en sus asambleas.

Ante estas demandas terminaban planteando:

Con nosotros, un número cada vez mayor de profesionales, pasantes y estudiantes de la arquitectura, estará pendiente de sus próximas decisiones. De ellos depende el ser o no sus propios sepultureros…[5]

[5] “¿Debe o no modificarse la ley de profesiones?” en Calli. Revista analítica de arquitectura contemporánea, número 49, México, agosto-septiembre de 1970, pp. 14-16.

El sindicalismo universitario resurgía nuevamente. La lucha por la creación de sindicatos universitarios, como la planteara la Coalición de Profesores en 1968, era encabezada por el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM) al interior de la UNAM. La lucha fue dura y desgastante, la renuncia posterior del rector Pablo González Casanova y el endurecimiento de las nuevas autoridades universitarias predecían que la consolidación sindical se llevaría mucho tiempo y que no sería nada sencilla.

El movimiento obrero resurgía también en forma gloriosa. El Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (STERM), transformado poco después en la Tendencia Democrática del SUTERM (Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana), encabezaba la vanguardia del sindicalismo obrero independiente. La derrota de ésta, unos años después, crearía un amplio sentimiento de frustración e incapacidad para continuar la consolidación del sindicalismo independiente.[6]

[6] Una visión, sin duda crítica, veía así el problema: “…Si bien el movimiento de insurgencia sindical, y más específicamente su fuerza aglutinadora: la Tendencia Democrática, identificó correctamente uno de los problemas políticos básicos de la clase obrera, que es la democracia e independencia sindicales, es paso necesario en el proceso de constitución del proletariado en una fuerza capaz de actuar con autonomía de clase y proponer al conjunto de la sociedad un proyecto histórico propio y alternativo al de la burguesía; no comprendió el carácter de clase del Estado y de la Revolución Mexicana, y no logró plasmar coherentemente sus formas de lucha táctica y estratégica. No entender cabalmente estos problemas incapacitó a la TD para encabezar la lucha del conjunto del bloque de los dominados… Esta incomprensión fue motivo también de que la TD sufriera una profunda derrota política, consumada a pesar de las grandes movilizaciones obreras y populares en su favor y a pesar de su presencia innegable; la derrota de la Tendencia Democrática de los electricistas deja un saldo de confusión política e ideológica y marca el punto de viraje en la correlación de fuerzas…” Ver: “1968-1982 etapa de crisis y transición” en Punto Crítico, número 123, México, marzo de 1982, pp. 2-8.

Revista Solidaridad. Voz de la insurgencia obrera y popular, Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana. Archivo: JVAM

Las agudas condiciones de vida en el campo orillaron a los campesinos a, por un lado, organizarse para luchar por el reparto agrario y por el respeto a la posesión de sus tierras y, por otro, a emigrar hacia las grandes zonas urbanas del país en busca de mejores expectativas de vida. Las luchas campesinas ganaron ascenso, aumentando masiva y rápidamente. La mediatización y la represión emprendida por el régimen no fueron suficiente para que el campesinado renunciara a su reivindicación histórica: la tierra.

El gobierno tuvo en muchos casos que aceptar el reparto agrario y modernizar sus aparatos: el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización se transformaba pomposamente en la Secretaría de la Reforma Agraria, encubriendo la demagógica posición de que el gobierno era un “gobierno agrarista”. Se impulsó así mismo, todo tipo de organizaciones burocráticas para “apoyar” al campesino; triste recuerdo de organizaciones mediatizadoras que acabaron en un mar de corrupción: fideicomisos turísticos, forestales, de producción agrícola y ganadera, bancos rurales, etcétera.

Portada revista por qué?, núm. 229, noviembre de 1972 Archivo: JVAM

Por otra parte, los procesos migratorios hacia las grandes ciudades agudizaron la oferta de tierra y vivienda que, en conjunción con las necesidades locales, orientaron a los pobladores a las invasiones masivas de tierra, principalmente en el Distrito Federal —Santo Domingo de los Reyes, como el caso más emblemático por la extensión de la invasión—, Estado de México, Puebla, Monterrey, Chihuahua, Guadalajara, Durango, Zacatecas y Oaxaca. Este fenómeno marcaría el inicio de la lucha de masas independiente, que daría origen a la conformación de los más variados “frentes populares” de cuyos ejemplos más significativos se podrían mencionar: la Coalición Obrero Estudiantil de Oaxaca (COCEO) y la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (COCEI), ambas del estado de Oaxaca; el Frente Popular de Zacatecas (FPZ); el Comité de Defensa Popular de Durango (CDP); el Frente Popular Tierra y Libertad (FPTYL), de Monterrey; el Campamento 2 de Octubre, en Iztacalco, D.F.; el Comité de Defensa Popular de Chihuahua (CDP); el Frente Popular Independiente (FPI), en el d.f.; y de manera sobresaliente, por su combatividad y organización, la Colonia Rubén Jaramillo, en el estado de Morelos.[7]

[7] La lucha de estos movimientos creó la necesidad de una mayor articulación entre éstos para demandar, en forma conjunta, sus reivindicaciones sobre suelo urbano y vivienda. No es sino hasta mayo de 1980 cuando un importante número de organizaciones deciden crear la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP), en un primer encuentro celebrado en la ciudad de Monterrey, N.L. Ver: CONAMUP. Acuerdos y resoluciones, Encuentros nacionales i, ii y iii, OIA, Facultad de Arquitectura-Autogobierno, unam, 1983, 44 pp.

Sin lugar a dudas, la expresión más radical de esos años se encuentra en la aparición de los movimientos armados. Los casos de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos y el de los grupos armados de guerrilla urbana, muestran hasta dónde la radicalidad de un pueblo oprimido puede encontrar formas de lucha que no necesariamente son pacíficas.

Ante la aparición de todos estos movimientos la represión, decíamos, tampoco se hizo esperar. El régimen dirigió todo su aparato represivo a enfrentar todos los movimientos y organizaciones que demandaban justicia, democracia y libertad. A los movimientos universitarios, como a los de Puebla, Guerrero y Sinaloa, se les trató como a los más peligrosos delincuentes; a los sindicatos se les boicoteó, por todos los medios, el derecho a la sindicalización libre e independiente; las regiones rurales más conflictivas fueron sitiadas y reprimidas; a los movimientos de colonos se les mediatizaba en la negociación aislada o se les expulsaba violentamente de los lugares invadidos. En fin, la represión ejercida por el Estado mexicano mostraba que ésta no era más que la contraparte a la organización popular, es decir, parecía ser que a mayor organización mayor represión. No valió nada. Ni siquiera la publicitada “apertura democrática” de un gobierno en decadencia, que impulsó la guerra sucia como el único camino para doblegar a todos los que se atrevieron a promover cambios en un país que los requería urgentemente.

En ese ambiente nacional y foráneo, lo que acontecía en la ENA, con el surgimiento del Autogobierno, estaba cubierto e influenciado por todo lo que sucedía más allá de sus fronteras; nada le era ajeno, más bien era parte de un todo donde conservaba su alicaída identidad, pero con la mirada dirigida a un prometedor futuro.

Cartel del movimiento en la Facultades de Medicina, UNAM, 1972. Archivo: JVAM


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VROLAK

M. Alejandro Gaytán Cervantes.

-Que bueno que llegaron, -nos recibe Vrolak-, son los primeros. Tu amigo Gil, que ayude a las muchachas, así entre los tres, terminarán más rápido. Tú Homero, vente conmigo; vamos a preparar unos brebajes, que mmm… Con solo probarlos, nuestros invitados se van a sentir en otro mundo. 

Tomados de la mano, pasamos por el gran patio sin techo; siempre oscuro por más que haya un intenso sol, a los rayos de luz les da miedo entrar ahí, y no penetran. De la bodega, de un cofre de piel, Vrolak saca unas botellas con líquidos viscosos; son de varios colores, sus contenidos también. Vacía parte de estos en una gran olla de cristal, llena de vino, que colocó en el centro de la estancia. Hace una pausa, dice unas palabras que no entiendo y suelta unos polvos alrededor del perol, mientras lo hace, pone el índice sobre mi cabeza. Y me hace girar. Estoy exaltado. La tomo por su cintura y le doy un beso en la mejilla; traté de dárselo en la boca, pero lo evadió con una sonrisa bien coqueta. Dice: 

-Están tocando, se oye un buen escándalo; la reunión estará de primera; ven vamos a abrir. ¿Te pido un favor? En toda la noche, no te separes de mí. 

Son más de quince chavos y chavas. Artistas, gente de la farándula, jóvenes medio intelectuales y cuates desmadre. Hablan de política, películas, literatura, arte; bromean, gritan, se carcajean. 

En el mero escándalo, en medio del salón, se planta Vrolak, que dice: -Esta reunión, es para conocernos mejor y formar una amistad eterna. Para ello tomemos una copa de las que se encuentran en la mesa del fondo y llenémosla del elixir de la vida, del tránsito de lo terreno a lo sublime; está aquí, junto a mí…De algún lado surgen las cadencias producidas por un instrumento anhelante, suplicante. 

En la gran olla, llenamos nuestros cálices. El momento es solemne. Una de las amigas trae una capa negra con forro rojo, se la coloca a Vrolak, quien se sube en un taburete y dice:

-Estamos aquí para lo mismo; honrar a nuestros cuerpos. Levantemos nuestro cáliz y brindemos por la grandeza de lo humano, que es lo divino, por la magia y el hechizo.  Se alzan las copas de los presentes; unos parecen jugar, otros lo hacen en serio, inclusive con aire solemne. Vrolak brinda: 

– ¡Potencia, caudal y pasión! 

Los presentes decimos lo mismo y bebemos nuestra copa. Vrolak se queda quieta, cual Afrodita; como ella, diosa griega del amor y la belleza, Nadie se mueve. Después de este instante eterno, levanta la mirada y dice:

-Ahora todos hagan lo mismo que yo. Nos despojaremos de nuestras pertenencias mundanas. Vrolak, deja cada prenda, como parte de un rito; despacio, ceremoniosamente. Los demás hacemos lo mismo. Ahora todos estamos al natural. No puedo despegar mi vista de ella. ¡Que hermosa es! 

Su figura delgada, bien formada, su cintura, sus caderas, esos pechos pequeños y altivos, adhieren mi mirada. Al darse cuenta, sonríe, me toma de la mano y me lleva con cada uno de los presentes, sea hombre o mujer, les damos un abrazo y repetimos las palabras del brindis: ¡Potencia, caudal y pasión! El brebaje inicia su secuela. 

Los reunidos forman parejas, tríos, y con mirada de iluminados se acarician, ríen, lloran, confiesan sus perversiones, se besan. Gil está en un rincón, sólo mirando. 

Vrolak me aleja del grupo. Llegamos al gran patio oscuro; entramos. 

Cada átomo de mi cuerpo se convulsiona en forma diferente y pierdo el control de mi mismo; ello me da placer e incertidumbre; sin embargo, poco a poco se ubican mis órganos en su lugar. Aparte de la extraña música cuyos sonidos abarcan la casa entera, el patio se llena de oleajes olfativos que arrebatan el sentido. En el espacio aparecen pequeños e intensos rayos de colores que surgen de ninguna parte. Sus gamas, no conocidas, recorren toda partícula de nuestros cuerpos.

Nos apostamos en el centro, donde ya no irrumpe ninguno; algo invisible los corta a centímetros de nuestra piel; aún así, los rayos lumínicos se mueven a nuestro ritmo. 

Una fuerza incorpórea nos levanta y tiende en una cama invisible, resistente, pero mullida, que nos acerca hasta hacernos uno solo. Recorro con mis labios y manos cada milímetro de su piel, lo saboreo. Vrolak y la cama se deleitan. Ambas vibran, gozan mi pasión.

Penetro en la más prodigiosa de las oquedades y el universo se aniquila a mis orígenes. Un terremoto vibrante nos estremece y la eternidad es parte del movimiento continuo. Pasan milenios de deleite y efervescencia. ¡La derrama de vida es coincidente y el esplendor irradia nuestros núcleos!

Terminamos tomados de la mano, Vrolak me acaricia el cabello. Inicia un beso en mis pies y sus caricias suben en intensidad por mi cuerpo; llega a lugares donde se convierten en algo no concebido; me hipnotiza. Después sube por mi vientre, tórax, hombros, labios. Se detiene, su respiración se agita, su mirada, de frente, es súplica anhelante. Muerde mi cuello. Es doloroso: ¡No importa! Me succiona: ¡Que bueno, así también se impregna de mí! Absorbe mi sangre hasta el hastío ¡Soy una piltrafa feliz! ¡Dormimos acurrucados en el aire! 

Después de una eternidad salimos del patio. La luz del día lastima nuestras pupilas. Tardamos en acoplarlas a tanta intensidad. Nos encontramos un cementerio: Hombres y mujeres están en el mismo estado que yo, con dos perforaciones en el cuello, pero ellos están derrumbados. 

Veo pasar a las amigas de Vrolak, a quienes da instrucciones. Con un gotero reaniman a los durmientes. Al descubrirse a sí mismos, se confunden; se visten y salen despavoridos. 

-Gil se acerca y me dice muy quedo: Sabías que esto iba a pasar ¿Verdad? Y corre hacia afuera. 

-Vrolak refiere: 

-No creas que la relación de nosotros fue como la de los demás. La nuestra es sólo entre tú y yo. Mis amigas hicieron lo que ves, con un propósito distinto. Por mi parte, te necesito junto a mí.

Desde siempre he creído que eras lo metafísico para mí; anoche descubrí: Lo eres. ¡Serás mi pareja durante nuestra muy larga existencia! 

Con las pocas fuerzas que aún me quedan, la abrazo, beso sus orejas mientras apenas alcanzo a murmullar:

-Lo que quieras, como quieras, cuando quieras. ¡No tengo voluntad! 

Sonríe, me entrega un brebaje amargo y pastoso. Lo bebo sin chistar. Parece que poco a poco renace mi energía. Me toma de la mano para retornar al patio ennegrecido. Sus deseos de perpetuar el trayecto al olimpo se intensifican. 

¡La convulsión vibrante continuará por una eternidad! ¡Será un claro reflejo, de nuestra inmortalidad! ¡Mía y de ella!

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EL DESARROLLO SOCIOURBANO EN ÁREAS CONURBADAS Y LA SOBREPOBLACIÓN RELATIVA

Rubén Cantú Chapa

La caracterización de las áreas marginales conurbadas de la ciudad está determinada por las condiciones de vida de la población, su tasa de crecimiento y el ambiente sociourbano que identifica el espacio citadino. Los habitantes del lugar lo constituyen fundamentalmente la sobrepoblación relativa, surgida del proceso productivo cuya dinámica se rige tanto por la estructura socioeconómica como por las relaciones que emanan de las políticas estatales.

El surgimiento de la sobrepoblación relativa, caracterizada por el desempleo y el subempleo en la ciudad y en el campo, tiene su origen en la naturaleza del sistema económico como acontecimiento natural de la economía de mercado; fenómeno to- lerado por la administración gubernamental bajo el amparo de las políticas públicas del Estado. Con la sobrepoblación relativa aparece el ambiente sociourbano en la metrópoli distinto al existente en las sociedades precapitalistas; esto es, emergen las condiciones de vida contradictorias en la ciudad a partir de la crisis cíclica del trabajo asalariado enajenado. Una sobrepoblación derivada de la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia inherente al sistema capitalista, es el que se manifiesta social y económicamente con regularidad en las formas de vida de las zonas conurbadas de la ciudad mediante la autoconstrucción; también en los espacios públicos cívicos y patrimoniales de la ciudad, que con frecuencia se expresan en las plazas cívicas o en los Centros Históricos, bien como demandas sociales más sentidas o como exigencias en el ámbito político.

La sobrepoblación relativa como fuerza de trabajo enajenada o empeñada y además como mercancía, expresa su externalidad como una fase del capital variable en el proceso económico sobreproducida, y corre la misma suerte que los demás productos del mercado. Se rige también por la oferta y la demanda y es la ganancia la que determina en última instancia las formas de su existencia sociourbano o socio ambiental  

 Cuando la tasa de ganancia lleva la tendencia hacia la baja en las múltiples uni- dades productivas del modo de producción capitalista, no sólo surge la sobrepoblación relativa que se expresa mediante la crisis del trabajo materializado con el desempleo, también impacta tanto en la magnitud y el crecimiento físico espacial desordenado en las áreas marginales de la ciudad como en el ambiente sociourbano. Esto es, la caída tendencial de la ganancia, la enajenación del trabajo en el marco y con el sustento en las políticas públicas, determinan las características y la extensión del uso del suelo de la ciudad, su urbanización y las expresiones marginales de conurbación, así como las condiciones sociales de vida citadina como ambiente sociourbano; así mismo, deja su estela contradictoria en la organización territorial de la población, como sucede con los distintos niveles en la calidad de la urbanización. Por un lado, aparece la pobreza de la vivienda caracterizada por la autoconstrucción; por el otro, emergen los conjuntos residenciales signando los altos ingresos económicos en sectores determinados de la población. Con esto, surge el desenvolvimiento socioambiental de la metrópoli y su región como expresión material de una de las determinaciones del sistema de competencia constituido por la naturaleza de las leyes del mercado.

En el ensanchamiento denominado “proceso de urbanización”, es el desarrollo material desigual y combinado de la ciudad a semejanza del sistema. Como resultado también de la industrialización y de la actividad terciaria de la economía, aparece con ese crecimiento urbano, tanto la sobrepoblación relativa como la “relativa población” beneficiada con la composición orgánica del capital en los términos de la acumulación del capital en nuestro país y en no pocas naciones “en vías del desarrollo”. La ciudad del capital lo es del capital constante (instrumentos y medios de producción) como del capital variable (sueldos y salarios); urbaniza el capital inmobiliario por un lado y por el otro la autoconstrucción del capital variable que representan los trabajadores. El proceso de urbanización sin las condiciones de vida suficientes y una racionalidad de equidad en la distribución de la riqueza generada, no es más que la expresión material de la caída tendencial de la tasa de ganancia de la industrialización, aunada al proceso de tercerización de la economía en el ámbito del desempleo y subempleo. Por un lado, es la forma sociourbana como se contrarresta la baja de la tasa de ganancia que se traduce en cinturones de miseria alrededor de la ciudad, con áreas marginales conurbadas a donde llegan la sobrepoblación relativa, población superflua del sistema y por el otro, los conjuntos residenciales conurbados de quienes se apropian del plus-trabajo o plusvalía durante la acumulación del capital.

La tendencia a la baja de la tasa de ganancia y la acumulación acelerada, “formasdiferentes e inherente a toda empresa determinada por las leyes del mercado” en la esfera del sistema imperante, trae como resultado la aparición y dimensión de más fenómenos sociales de la sobrepoblación relativa, esto es, la “población superflua, promueve la sobreproducción, la especulación y las crisis”[1]. De esta sobrepoblación se derivan en mayor o menor grado, tanto la descomposición social que sigue diversas formas de expresión y que asuela a la sociedad en su conjunto, como la creciente y desordenada urbanización del territorio, así como el entorno sociourbano en la ciudad, que tienen su origen en los vastos problemas sociales, políticos, económicos y culturales. Los resultados más severos de la descomposición social que presenta la superpoblación relativa es la depredación humana cuando se involucra en la economía criminal. En nuestro país, la violencia en este medio ha dejado una huella inédita de víctimas al terminar la primera década del siglo xxi y que aún continúa en los siguientes años. Las ganancias para quienes están detrás de esa economía criminal, superan todo tipo de rentabilidad en las inversiones productivas o improductivas en la economía globalizada como nunca antes. La enajenación del trabajo se vuelve sobreexplotada, insegura y de una violencia que supera las anteriores expoliaciones de la naturaleza humana y del medio natural, que ambos configurados en el medio ambiente sufren una depredación contemporánea inédita.[2]

[1]  Carlos Marx, El Capital, T-III, Vol. 6, Sigo XXI, México, 1984, pp. 309-310

[2]  Rubén Cantú Chapa, Centro Histórico, ciudad de México, medio ambiente sociourbano, Plaza y Valdés, México, 2000. “Separados los conceptos medio y ambiente, se pueden aplicar al aspecto ecológico y a la naturaleza. Unidos ambos términos, medio ambiente suele llamarse y emplearse a la suma de factores y procesos sociales, económicos, políticos y culturales en relación con el ser social. Medio Ambiente no sólo es la suma de todas las determinaciones, sino la relación y articulación entre ellas”.

Las mismas causas que originan la sobrepoblación relativa, esto es, la que las que se ubican en las áreas conurbadas marginales, resultan del proceso de competencia que promueve el incremento de nuevas tecnologías y el aumento del equipamiento industrial, pero excluyentes de mano de obra, van en paralelo con las distintas formas de eliminación del trabajo, mediante el desempleo (sin la reposición correspondiente de nuevos empleos), o el empleo hacia la corta existencia del hombre en la economía criminal. De manera similar sucede con la sobreproducción de mercancías, origen de la crisis del sistema económico, una crisis inherente a este modo de producción que la resuelven con nuevas formas de acumulación y la consecuente destrucción de vastas fuerzas productivas.

La mano de obra-mercancía, desempleada y subempleada, tiene el mismo destino que los demás artículos de consumo y bienes de capital sobreproducidos en el capitalismo, esto es, forma parte del fenómeno de las crisis de sobreproducción consustancial al sistema. La crisis de sobreproducción de mercancías, no podemos dejar de recordar, llevó a dos guerras mundiales devastadoras del medio ambiente, destruyó el medio natural como también la naturaleza humana y su obra construida, esto es, el ambiente urbano y regional de la sociedad.

En la ciudad como en la sociedad, así como en la naturaleza y el pensamiento, nada surge si no lleva el nacimiento de su contrario. Mientras el capital, en su aparición, acontece el fenómeno a condición de crear su contrario, que es la clase obrera, de similar forma, a la ciudad del capital también le surge el espacio socioterritorial donde reside su contraparte, esto es, la “no ciudad”. Son los suburbios habitacionales en la periferia y también al interior de la metrópoli, carentes de servicios y equipamiento urbano y de empleos, como vecindades de la “no ciudad” donde generalmente se ubica la sobrepoblación relativa. Pero en el desenvolvimiento de la ciudad, tanto el capital como la clase subalterna, dejan vestigios de expresiones ambientales sociourbanas y de conurbación en los espacios y periferias de la metrópoli, por donde se establecen, habitan y circulan. Llama la atención tal ambiente sociourbano por la vasta variedad de imágenes y modo de vida que signan la ciudad y su entorno citadino, que rebasan todas las formalidades edificadas, pues no logran ir en paralelo con el diseño anticipado de la construcción de la metrópoli, ni en la vivienda, el trabajo, la circulación y el entretenimiento.

La imagen de la ciudad donde residen los sectores dirigentes del Estado y el ca- pital es distinta a la que configuran las clases subalternas en sus formas de vivir y ocupar el espacio público y privado. La variación del paisaje urbano lo determina el “panorama” social mediante los ingresos familiares, fenómeno que se expresa en todas las formaciones sociales; más aún con la aparición de la propiedad privada y con ésta el surgimiento del espacio público. La segregación urbana es la misma se- gregación en lo social, una discriminación visualizada en la perspectiva urbana que corresponde a la exclusión social expresada de igual forma en el espacio público.

Autoconstrucción en el norte de la metrópoli (Gustavo A, Madero, Ecatepec)

Crecimiento inmobiliario en el sureste, Santa Fe


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LA TIGRA I

M. Alejandro Gaytán Cervantes.

La tigra, mujer llegando a la plena madurez, huraña y silenciosa, recorre la selva como animal enjaulado, en un mundo repleto de fascinación y hechizo construido por ella y sus antepasados. Ahí nació, igual que sus ancestros, salvo un soldado irlandés, desertor del ejército americano, quien pintó los ojos de verde a toda su descendencia.

De mirada penetrante como el plomo dentro del agua, atormenta, si lo desea, a quien se la dirige. Su voz, calmada y potente, tan grave como una tuba de Wagner, resuena en los oídos de quien escucha sus entenderes. Sus ropas no importan, aunque siempre son amplias, largas, frescas, blancas, negras o de múltiples filigranas.

La tigra, alta, fuerte, seca, morena, de verde y profunda mirada, habla en lengua, aunque sabe español y el inglés que les enseñó el abuelo.

Su pensamiento, transporta lo real, a su mundo de chamanes y nahuales; con ellos transforma las realidades en mitos, en cosas ajenas a lo que aparentan ser.

En el cielo busca la estrella que guiará sus pensamientos y sus pasos. Arriba, también están las cosas que la ligan con el tigre, con el jaguar, y la hacen su pareja, como varias veces lo ha sido en otras dimensiones.

Ella, como sus antepasados, vive alejada de la gente, aunque todos la respetan y saben que estará junto a ellos cuando necesitan alguna cosa no posible para los humanos. Su vivienda es una choza perdida en el monte; nadie la conoce, pero cuando la solicitan en cualquier parte, de repente se aparece.

Fedra, la Tigra tiene una hija, para quien ha hecho los conjuros necesarios con el fin de darle poder y ofrecerle una vida como ya estaba escrita que ésta debería de ser. La quiere, cuida y enseña con esmero aquello que debe saber, porque siente próximo el momento de darle su vida propia, su espacio natural.

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Después de la pandemia deben remarcarse cambios que vienen 

Jesús Tamayo

En un artículo anterior (Pandemias, arquitectura y urbanismo) exploramos la relación entre algunas pandemias que ha sufrido la humanidad en la historia y sus efectos en la arquitectura y en algunos avances urbanos que hoy utilizamos consuetudinariamente.[1] Interesa ahora aquí explorar algunos posibles efectos urbanos de la reciente pandemia global de Covid 19

[1] Como las redes urbanas de aguas residuales.

Es sabido que el virus del Covid se transmite de individuo a individuo a través de las partículas que expelemos al hablar: así, las concentraciones humanas son vistas como escenarios de contagio. Por lo tanto, ante el Covid, los gobiernos han cerrado las puertas de escuelas, auditorios y escenarios similares. Los empresarios, por su parte, de mala gana, pero han obedecido a las autoridades y cerrado oficinas y fábricas.

Así, en el periodo reciente, nuestras ciudades se han visto vacías, las calles y avenidas se han vaciado de automóviles, muchas personas prefieren hacer las compras necesarias via internet y mensajeros y este servicio se ha multiplicado en los centros urbanos.

Y en tanto aparentemente la curva creciente de contagios “se ha aplanado”, las autoridades ya autorizan la apertura de numerosos establecimientos comerciales; pero lo que ha quedado claro para los ciudadanos es que las medidas sanitarias que hemos aprendido a tomar, muchas de ellas, debieran  quedarse.

Y en el mismo sentido de lo que recientemente publicó en Londres  THE ECONOMIST, (ThE) en lo que sigue especulamos un poco acerca de cómo será la vida urbana después del Covid en distintas áreas; por ejemplo, en materia de trabajo, de educación, en la vida doméstica y en las  comunicaciones físicas intra- urbanas.

En materia de trabajo, ThE nos dice que, en el futuro, buena parte de las actividades del trabajo tendremos que hacerlas “en línea”, incluidas juntas y congresos.

En tanto numerosos procesos de trabajo inevitablemente necesitan de la presencia humana, es claro que los empresarios ya están tomando las medidas sanitarias del caso; pero numerosos procesos de trabajo pueden realizarse en el domicilio de los trabajadores y ello ya está transformando desde ahora numerosas oficinas. Inclusive se tiene noticia que, en algunos países, lo anterior ha inducido a la migración de trabajadores (es el caso de San Francisco en USA) hacia ciudades vecinas, ciudades pequeñas, más amigables y con más contacto con la naturaleza.

En este sentido, los núcleos centrales urbanos, atestados de oficinas, tenderán a palidecer, al menos a declinar. ThE apunta que los grandes edificios de oficinas se convertirán en elefantes blancos y terminarán desapareciendo o cambiando de función. También prevé el declive de edificios como cinematógrafos, centros de entretenimiento y gimnasios, inclusive de edificios religiosos. Ello podría estar anunciando el agotamiento de la gran ciudad.

Es claro que la movilidad humana urbana se reducirá significativamente y ello hará innecesarias las grandes vialidades metropolitanas que semivacías, no serán más necesarias. En contrapartida, el transporte individual (en dos ruedas) crecerá, el colectivo declinará y quizá nuestras calles y avenidas serán mas disfrutables. 

En materia de educación, cuyos soportes están tradicionalmente constituidos por aulas que congregan diariamente a medio centenar de niños o jóvenes, se duda de su pertinencia sanitaria. 

y si bien la experiencia educativa completa requiere de presencia social, cognitiva y docente, resulta difícil pensar que permanecerá sin cambios en el futuro.

Si bien alguna parte del trabajo escolar puede resolverse a distancia, es claro que se requerirán nuevos trucos, mecanismos o recursos para poder mantener la atención de niños o jóvenes sobre el educador durante varias horas.

Al respecto se nos dice que “existen muchos factores involucrados en la enseñanza exitosa y efectiva “en línea”: desde el diseño del curso, las actividades, el contenido, la presencia docente, la interacción entre estudiantes y el maestro, la autonomía del estudiante e incluso la gestión del tiempo.”

En suma, a mi ver, en materia de educación los cambios tardarán todavía buen tiempo en encontrar las rutas adecuadas, pero el cambio parece será inevitable. Al respecto, ThE nos dice que “Todavia no es claro como serán las nuevas escuelas y si la educación seguirá siendo presencial o se impondrá el estudio online”.

En materia de vida doméstica, la obligada presencia “en casa” de los integrantes de las familias, hasta hoy parece haber incrementado los conflictos domésticos. Por otra parte, es claro que las viviendas deberán equiparse mejor para esta nueva era; me refiero a la disponibilidad de equipamiento para trabajar “en línea”, y de espacios internos para cada uno de los integrantes. De otro modo, la competencia por espacio y equipamiento derivará en conflicto.

Es claro también que nuestra vida, doméstica o no, si orientará cada vez más hacia la preocupación por el medioambiente. Ello, seguramente se reflejará en algunas actividades domesticas, como la separación de los desechos para su mejor aprovechamiento.

A nivel comunitario, me parece que la enseñanza del Covid conducirá a una mejor vida comunitaria, de mas solidaridad Y mayor cooperación interfamiliar.

A mi juicio, algo aprenderemos de la pandemia, la higiene y la limpieza deberán volverse recurrentes, y se deberá generalizar el manejo adecuado de los desechos. Nuestra preocupación por el respeto a la naturaleza, a nivel de los gobiernos comunitarios, deberá reflejarse, por ejemplo, en la desaparición de filtraciones en las redes de agua potable, en la multiplicación también de sistemas locales de tratamiento de aguas residuales o en la multiplicación de fotoceldas para la producción domestica de energía.

En suma, aprenderemos de la pandemia y ello cambiará a el perfil de nuestras ciudades, el ambiente urbano mejorará, seremos mejores ciudadanos y nuestras autoridades también mejorarán. Y, por supuesto, espero no equivocarme.


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Sobre el lenguaje (1). Las palabras “medio” y “ambiente”

José Alfonso Ramírez Ponce

Este par de palabras, como sabemos todos, se presentan diariamente en todos los medios de difusión: radio, prensa, televisión e, incluso, en las llamadas ahora “benditas” redes sociales, sobre todo ahora con el tema del Tren Maya. Se presentan sin la conjunción intermedia: “medio ambiente” y, en algunos textos, como una sola palabra: “medioambiente”.

En realidad, son palabras diametralmente opuestas, en cuanto a la definición de sus significados. Por una parte, la palabra “ambiente” es perfectamente precisa, viene del latín ambiens, “lo que rodea”, y del verbo ambere, “rodear, cercar”. “Ambiente”, en su etimos, en su “palabra verdadera”, significa “lo que nos rodea”. Por otra parte, la palabra medio es sumamente ambigua, tiene más de una treintena de significados que van desde lo obvio: “medio es la mitad de algo”, hasta lo específico: “medio es el jugador de futbol que se ubica entre el ataque y la defensa” o “medio es el dedo que está entre el índice y el anular”. Del alud de significados, encontramos el que nos interesa: “medio es el conjunto de condiciones y circunstancias en las que se desarrolla la vida de las personas”. Es decir, medio es lo que está alrededor de nosotros, lo que nos envuelve, lo que nos rodea. Entonces, de lo anterior concluimos que “medio”, en una de sus acepciones, es lo que nos rodea, y “ambiente”, también, es lo que nos rodea. Además, encontramos discursos hablados o escritos donde se suele decir: “…el medio ambiente que nos rodea”, esto es “lo que nos rodea, nos rodea y nos rodea”. Estamos, evidentemente, ante una repetición innecesaria de palabras, es decir, esto lo definimos en nuestro idioma como un pleonasmo o, también, como una tautología -no en el sentido matemático, de toda proposición verdadera-, sino en el sentido común de una “repetición innecesaria de palabras”.

Anotemos que partimos de la idea de que toda persona tiene la libertad irrestricta de hablar con las palabras que mejor le convengan, pero en el caso de los maestros y profesores, entre otras profesiones, esta libertad tiene que matizarse, tratando de utilizar las palabras más precisas y necesarias para brindar la mayor claridad posible. También, aquí cabe la idea de la brevedad citada en el adagio, vigente en nuestros días, del escritor español Baltasar Gracián: “Si lo bueno breve, dos veces bueno”.

Cuando hablamos de pleonasmos, surgen los más evidentes y conocidos como: “subir  arriba” o “entrar adentro”, que al oírlos en personas preparadas y cultivadas, no dejamos de sentir un poco de pena ajena. Si revisamos la expresión analizada en otros idiomas, encontramos que en varios de ellos siempre es una palabra, por ejemplo: “environment”, en inglés; “environnement”, en francés; “umfeld”, en alemán; “huánjìng”, en chino, y “ambiente”, en italiano, este última, creo yo, es la única palabra que deberíamos emplear en nuestro idioma.

Si ustedes me lo permiten, concluyo con una ingenua ironía. En México, tenemos una Secretaría del Medio Ambiente. Creo que necesitamos otra para que, sumadas las dos, tengamos una secretaría del ambiente entero.