Gerardo G. Sánchez Ruiz
La transformación de un país no es cosa fácil, y para el caso, lo que se ha intentado en el país en un pasado cercano y en particular desde los años sesenta aún con sus alzas y bajas, presenta significativos avances. No han sido pocas las luchas desarrolladas en el campo, en las ciudades, desde las escuelas, incluso blandiendo métodos que llevaron a muchos a poner en peligro su vida, o lamentablemente perderla; esas luchas por supuesto, contribuyeron a la posibilidad planteada por la 4T.
Muchos abrazamos esa posibilidad que se construía, participando en marchas, plantones, cercos, pero también desde las trincheras que pudimos utilizar como fueron los periódicos o revistas, donde dependiendo de los espacios que se nos abrieron hubo posibilidad de analizar y proponer ante la nueva situación.
De manera particular, un grupo de profesionales, académicos y activistas unos con amplio y destacado camino andado con sus escritos en libros, periódicos, revistas, incluso con apoyos directos a movimientos revolucionarios en otros países, y para el caso, relacionados con la arquitectura y el urbanismo, vimos en la WEB la oportunidad de difundir lo que nos emocionaba, inquietaba o enojaba del proceso que tomó fuerza hace cuatro años, por lo que fuimos reuniéndonos cada quince días los jueves, utilizando los medios digitales ante la irrupción del Covid19, lo cual finalmente llevó a la creación de la Arquitectura ante la 4T.
Nunca será fácil una transformación cuando la cultura política no mira hacia objetivos colectivos, dada la existencia de ambiciones, oportunismos y desatinos dentro de partes importantes del movimiento y aún de la cabeza, pero además acicateada por su aún inserción dentro de un contexto que no deja su condición neoliberal, pese a buenos deseos y acciones plausibles. Pese a esa esa realidad que de pronto apabulla, hoy llegamos a la salida 100 en este nuevo medio.
Dada la amplitud del mundo de la internet, no es sencillo atraer gente interesada en temas arquitectónicos, urbanísticos, ambientales, económicos, etcétera, sin embargo, lo hacemos con el mejor propósito. Es cansado escribir cuando tenemos que realizar tareas que nos encargan nuestras instituciones, pero nos queda cuerda para manifestar lo que, desde cada uno de nuestros puntos de vista y con el mayor respeto, creemos puede contribuir a lograr un México mayormente democrático, y por supuesto: más justo. Son 100 escritos, pero saben de 100 cada uno, por la intención respecto al país.