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El regreso al Septiembre mentiroso

Gerardo G. Sánchez Ruiz

Voy a cortar, ese septiembre mentiroso que viene castrando a mi pueblo

Voy a cortar, el resto de días sombríos que vienen cegando a mi pueblo

Voy a sembrar un año nuevo, donde mi pueblo pueda

prender sus nuevos recuerdos, sus recuerdos… verdaderos…

Voy a escarbar, el calendario de los muertos que viene llorando mi pueblo

Voy a escarbar, el calendario de las luchas que viene perdiendo mi pueblo

Voy a sembrar un año nuevo, donde mi pueblo pueda

prender sus nuevos recuerdos, sus recuerdos… verdaderos

Fragmento de: Septiembre Mentiroso, 1976, grupo On’ta.

La gesta por la independencia, representó la lucha por el poder entre una aristocracia nativa “descendientes de los colonos españoles” denominados criollos, quienes heredaron tierras, fincas y algunos negocios, desde donde ejercían un cierto poder económico y político, no obstante, como apunta Octavio Paz (1950), estaban “en situación de inferioridad frente a los peninsulares” y, por ende, del disfrute de beneficios más amplios. Así lo señala Paz:

La metrópoli, empeñada en una política proteccionista, por una parte, impedía el libre comercio de las colonias y obstruía su desarrollo económico y social por medio de trabas administrativas y políticas; por la otra cerraba el paso a los «criollos» que con toda justicia deseaban ingresar a los altos empleos y a la dirección del Estado.[1]

[1] Octavio Paz, El laberinto de la soledad. 1994, Obras escogidas Tomo 8, México, Fondo de Cultura Económica 1950 p. 126.

Los criollos aspiraban a liberarse “de la momificada burocracia peninsular”, manejar el territorio sin tutela como una premisa para generar nuevas condiciones en la distribución de la riqueza, y comerciar sin trabas; no se proponían “cambiar la estructura social” ―lo cual no les quitó el papel de revolucionarios―;[2] de manera que con la firma del Acta de la Independencia, se perfilaron nuevas contradicciones para la otrora Nueva España, dado el empeño de los distintos grupos por hacer valer sus proyectos;  por lo que, desde su pertenencia conservadora o liberal, dieron paso a un cúmulo de enfrentamientos políticos y armados, y consecuentemente a décadas de inestabilidad.

[2] Idem.

En efecto los desacuerdos lamentablemente abonaron para que, en 1836 Texas declarara su independencia, una década después se consumaría la invasión norteamericana con la pérdida de más de la mitad del territorio al firmarse los Tratados de Guadalupe Hidalgo en 1848 (Ver Mapa) ―lo cual significó para las élites perder propiedades heredadas de los españoles― y; que se sucediera la intervención francesa (1862-1867) con la instauración del Segundo Imperio encabezado por Maximiano de Habsburgo (1864-1867).

México y los nuevos territorios de USA, 1849. Library of Congress.

Había que agregarle elementos al proceso que permitiría el acceso a otro nivel de desarrollo. La restauración de la República con el triunfo de los liberales ante los conservadores junto al fortalecimiento del Estado, ofreció posibilidades para un proyecto de conjunto y aprovechar cualidades del territorio, pero se requerían más elementos. Concretar una nueva condición para el mutilado territorio, requería insistir en aspectos ideológicos consolidaran a un Estado para la defensa de propiedades entre grupos sociales y ante otros Estados, lo cual no era sencillo.

Se requerían nuevas ideas entre la población, crear condiciones que coadyuvaran a desarrollar al país y encaminarlo al progreso, labrar sentimientos de apego al territorio independizado, generar lazos que forjaran un cierto orgullo e identidad con éste e impulsar formas de pensar y actuar comunes; para de ese modo defender a un ya mutilado territorio, defender sus riquezas y tal cual como lo plantearon los peninsulares para el disfrute en particular de las elites. Era necesario actuar en las ideologías, situación que ya ocurría antes de iniciada la revolución de independencia.

De ahí los discursos del presidente de México en turno al dar el grito del 15 de septiembre, mismos que han buscando afianzar y reciclar el “cariño a la patria”, por supuesto, manteniendo estables los beneficios a élites, situación que se convirtió en norma del PRI, pero de la que no escaparon el PAN y ahora Morena. Y en efecto, pese a discursos de defensa de los recursos del país y los apoyos con dinero —que ahora se utilizan electoralmente—, los beneficios a antiguos y nuevos grupos empresariales continuará, y ahí está AMLO con su exaltación a Carlos Slim y apegado al modelo neoliberal.

Entonces este 15 de septiembre, se visualiza una arenga patriotera dados los desatinos en cuestiones de corrupción, impunidad, inseguridad y la peligrosa militarización que, entre otras cosas se suceden pese a promesas de AMLO de desaparecerlas. Al grado de él mismo mencionar —con el fin de incrementar la asistencia al Zócalo­— la participación nada más ni nada menos que de los Tigres de Norte. Los septiembres mentirosos continuarán con los discursos que a cada régimen convenga, por el momento: las prácticas prianistas se reciclan.


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