M. Alejandro Gaytán Cervantes
Trabajaba en Control de Calidad del IMSS, cuando me habló el Arq. Carlos Fiscal, en ese entonces jefe de Planeación Inmobiliaria del Instituto, para invitarme a platicar con él. En la reunión me dijo:
Mira Alejandro, sé que no sabes nada de planeación Inmobiliaria, pero también conozco tu disposición al trabajo. Te quiero invitar a ser parte del equipo responsable de la planeación de los edificios médicos. Si aceptas te tienes que preparar intensamente para ello.
Claro que acepté e iniciamos el trabajo con mi jefe directo, el Ing. Eduardo Ramírez Fabela, gente de una gran acción laboral. Empezamos a definir tablas de levantamiento de las unidades médicas existentes en cada estado, donde se señalaba su nivel, capacidad, población que atendía, así como sus unidades de referencia y contrarreferencia. Además, contamos con la estadística de los últimos cinco años sobre las atenciones prestadas en todos los servicios existentes en cada una de las unidades médicas del Instituto, independientemente al nivel que corresponden.
Con ello, empezamos por las unidades de primer nivel, Unidades de Medicina Familiar, UMFs, y con la población que en ese momento era atendida en cada una de ellas, proyectamos el número de habitantes que requeriría de estos servicios en los próximos cinco años y que estaría inscrita en los servicios de consulta externa en cada UMF, para los próximos cinco años, de acuerdo con el crecimiento que había presentado en los pasados cinco y con los datos obtenidos; así consideramos la capacidad que necesitaría para ese tiempo, así como el mayor personal, nuevos espacios, equipos y mobiliario.
Después, con datos semejantes, pero ahora para cada uno de los servicios de los Hospitales, estudiamos cada uno de los servicios de consulta externa en medicina de especialidades, hospitalización, los servicios auxiliares del diagnóstico y tratamiento, así como sus requerimientos de servicios generales, etcétera. De esta forma hacíamos la proyección sobre las necesidades del segundo y tercer nivel, a los próximos cinco años.
Pero era un trabajo muy lento y engorroso, así que Ramírez Fabela nos dijo:
-Debemos diseñar un modelo matemático que nos permita realizar este trabajo de una manera automática; lo haremos de la misma forma, basados en la estadística médica y en los levantamientos que hemos realizado.
Iniciamos el trabajo con intensidad para aplicarlo rápidamente hasta que un día Eduardo me dijo:
-Tú hoy manejas la operación de la Jefatura, pues no se puede detener el barco, así que prosigue con todo lo que se necesite en el Instituto; mientras yo continuaré en el modelo matemático con el apoyo de la licenciada Margarita y de la arquitecta Alejandra.
Así que de esta manera dejé de formar parte del equipo que realizaba el modelo matemático. Debo añadir que en estas dos profesionistas era notoria su resistencia a mi participación.
Después de un tiempo Eduardo me comentó que el modelo estaba terminado; cuando le pedí que me lo explicará, dijo.
-Perdóname, pero ahora estoy muy ocupado; en este momento voy a una reunión con el área médica y así estaré todos los días. Pero, dile a Margarita o a Alejandra que te lo expliquen; ellas ya lo estudiaron y lo conocen muy bien.
Me dirigí a ellas y las dos me respondieron lo mismo:
-Mira Alejandro, estamos con mucho trabajo, pero cuando nos desocupemos te lo explicaremos; esto nunca pasó.
De esa forma me encontré con que el documento que sería la base de los nuevos diagnósticos sobre el comportamiento de todas las unidades médicas del instituto no lo conocería, aunque esa era mi obligación. No sabía qué hacer ante la actitud egoísta de las compañeras y ni modo de decirle a Eduardo que las colegas no me lo quisieron revelar.
Pensé que hacer, hasta que por fin encontré una solución. Era la tarde de un viernes; le hablé al encargado del equipo de fotocopiado para solicitarle dejara una persona encargada de sacar unas copias ya muy entrada la noche, pues el jefe de todos, las necesitaba con urgencia.
Esperé a que la totalidad de los compañeros de nuestra oficina se retiraran; Saqué los planos y los documentos del modelo, de las oficinas de Eduardo y los llevé a copias. En un tiempo por demás rápido me entregaron el duplicado. Regresé los documentos a su lugar en perfecto orden a como los había encontrado y me llevé las copias a mi casa.
Desde esa noche estudié con detenimiento cada paso que contenía el documento; lo hice esa noche, todo el sábado y domingo, hasta que logré entender y conocer a profundidad cada uno de los elementos que componían el sistema, de cómo operaba en su aplicación.
El lunes inicié mi trabajo como cualquier otro día; recorrí los lugares en los que trabajaban los compañeros de nuestra área hasta llegar a donde se encontraba Alejandra, que estaba verificando los datos obtenidos con la aplicación del modelo sobre una región del país. Me acerqué, analicé desde cierta distancia el producto de la aplicación del Modelo; ella ni siquiera hizo el intento de mostrarme en lo que estaba trabajando; se hizo la distraída y continuó en lo que estaba realizando. Afortunadamente con lo que aprendí el fin de semana, entendí como estaba aplicando el modelo y encontré un sustancial error en su uso.
Entonces le dije:
– No Alejandra, lo estás haciendo mal, así no es; debes realizar el siguiente procedimiento; y se lo anoté en una hoja, lo que le causó una enorme sorpresa. Se paró, fue a ver a Margarita, quien le expresó que no había hablado conmigo nada que tuviera que ver sobre el funcionamiento del modelo; entonces fue a ver a Eduardo a quien le expresó.
– Fíjate que estaba haciendo esta verificación de una región y llegó Alejandro y me anotó esto.
– Pues está bien lo que te escribió.
– ¿Tú le explicaste el modelo?
– No, no he tenido tiempo.
– Pues nosotras tampoco. Entonces ¿Cómo le hizo?
– Quien sabe, pero ustedes prosigan con el trabajo, porque debemos entregar ya el plan a escala nacional.
De esa forma continué mi labor e intervine ya en forma directa y total en la aplicación del modelo matemático para el diagnóstico y propuestas sobre todo el sistema médico del IMSS; modelo que, al conocerlo los médicos, pusieron el grito en el cielo diciendo que no servía, pero al poco tiempo reconocieron sus ventajas y obviamente también lo aplicaron.
¿Qué pasa hoy con el Modelo? ¡No lo sé!