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Reflexiones del espacio público patrimonial; el Centro Histórico

Rubén Cantú Chapa

La reflexión que se pretende con el análisis, el estudio, la investigación critica, intenta mostrar lo que no es evidente. El carácter del espacio público patrimonial del Centro Histórico de la ciudad de México surge a partir del ambiente socio urbano durante el último tercio del siglo XX y lo que va del presente. Se interpreta también la transformación notable en el entorno patrimonial histórico realizada, debido a la participación de la incipiente sociedad civil, exponente activo del ambiente socio urbano, al darle vida renovada al sitio histórico urbano-arquitectónico más allá de la que proporciona la actividad terciaria de la economía en el lugar y del sector social que ahí se aloja. Así mismo, como se mencionó, el espacio público patrimonial histórico, escenario de identidad nacional, ha propiciado la consolidación de la vida cívica contestataria que aparece en el marco de las crisis económica, social y política en las últimas décadas.

La habitabilidad[1] ciudadana del lugar es signada por la vivienda, el trabajo, fundamentalmente en el sector terciario de la economía, pero con mayor rigor la determina y la caracteriza la vida política, la actividad social y la cultural que predomina en el centro urbano metropolitano.

[1]  Cualidad de habitable, y en particular la que, con arreglo a determinadas normas legales, tiene un local o una vivienda

El ambiente socio urbano en el espacio público patrimonial del Centro Histórico, que surgió de las crisis económicas, políticas y sociales, ha ido condicionando el carácter de ciudadano distinto al que forman los demás espacios públicos de la ciudad. Los valores culturales e históricos de identidad nacional ahí depositados por la sociedad en los sitios o centros históricos, han matizado la vida cívica de los últimos tiempos y a una sociedad civil en ascenso; se construye luego al ciudadano y el ambiente sociourbano en paralelo. La ciudadanía que se logra en cualquier lugar de la ciudad no es misma a la que florece donde está depositada el patrimonio histórico, cultural y de identidad nacional. Por otro lado, el área urbana sin vida cívica o escasa actividad política y social o en proceso de formación, es el diferencial ciudadano en suspenso de la urbe que retrasa el desarrollo de la ciudad y sus habitantes.

El cambio político y social que aparece en el lugar y que configura el ambiente sociourbano lleva más de tres décadas y mantiene con vida inexorable al Centro Histórico, como sucede con el comportamiento del ambiente de la naturaleza, del pensamiento y de la sociedad. Ese cambio expresa la existencia de la naturaleza humana en el ámbito urbano-arquitectónico del Centro Histórico de una sociedad que a la vez transformó la naturaleza de donde procede y tiene su existencia.

La particularidad del trabajo que se pretende con el presente ensayo consiste en el análisis del impacto que tiene el ambiente socio urbano en el espacio público patrimonial. Lleva el propósito de mostrar los desafíos que surgen en sitios históricos culturales a partir de las grandes dificultades en las relaciones contradictorias entre la sociedad por un lado y el Estado por el otro. Los retos sociales son vastos en temporadas en las que emergen conflictos antagónicos que tienen como soporte básico territorial el espacio público patrimonial con amplias referencias culturales de identidad nacional. Se trata del rasgo que aparece en la sociedad civil al asumir el Centro Histórico de la ciudad de México el papel de actor urbano ante los desafíos de los grandes problemas de la economía, las crisis políticas y sociales en los últimos tiempos. Esto es, un sitio histórico que protagoniza las vastas demandas sociales surgidas de esas crisis, convertido en crisol de los movimientos sociales, hoy en ascenso tanto en la metrópoli como en el país.

En términos de desafío ambiental, problemática que determina y caracteriza al espacio público, no lo es tanto por el número de automotores que circulan en la metrópoli que contaminan o por las empresas fabriles instaladas en la ciudad. Tampoco lo es por los quebrantos del entorno, ni por la vasta dimensión territorial de la metrópoli o la cantidad de asentamientos humanos conurbados en los límites extendidos del Valle de México, con menos metros cuadrados de áreas verdes por habitantes que las recomendadas por los organismos internacionales en atención a la problemática del medio ambiente. Menos aún lo es por la baja productividad en el marco de la economía de las ciudades globales, aunada a la injusta e inequitativa distribución del ingreso ahí generado. La peculiaridad de los desafíos ambientales se expresa por el sitio patrimonial de identidad nacional de valor histórico crítico, lugar de formación de la real ciudadanía, del ascenso de la sociedad civil y de la construcción del espacio y de la naturaleza humana contestataria. Un desafío que emana del depredado y explotado medio natural, y también de la otra naturaleza, la naturaleza humana, igual o más devastada que aquella, y que ahora cuestiona al Estado y a la ideología dominante.

La peculiaridad del desafío ambiental de la metrópoli de la ciudad de México, que nos proponemos analizar y explicar, es, por un lado, debido al cúmulo de rezagos sociales de la mayoría de la población que la habita, entre los que destacan: el problema del empleo, el subempleo, la descomposición social, los limitados servicios urbanos e infraestructura, las serias dificultades de la vialidad y transporte metropolitano, así como lo relacionado con el equipamiento y la vivienda; particularidad de que dan testimonio las condiciones de vida los sectores y clases sociales en el espacio público de la ciudad, sobre todo en el espacio patrimonial. Emerge luego el otro ambiente de “la naturaleza que es su cuerpo”[2] la naturaleza humana, con los vastos movimientos sociales, expresión peculiar del ambiente socio urbano en el espacio público patrimonial histórico con grandes referencias de identidad local y nacional.

[2] Marx y Engels, citado por Guillermo Folodori et al., en ¿Sustentabilidad? Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable”, uaz- Porrua, 2005, p. 110.

El espacio público del Centro Histórico de la ciudad de México expresa en las últimas décadas los desafíos ambientales más notorios de los sitios patrimoniales: el relacionado con la vida política, la existencia social urbana, los problemas de la economía del país y no menos significativa presencia cultural del sitio en estudio. El lugar de soberanía social y ciudadana, espacio de identidad, comunicación y poder de la sociedad civil, condiciona la existencia de la naturaleza humana citadina. Es también, el espacio público del Centro Histórico una de las dimensiones materiales del ambiente sociourbano que se observa en numerosas localidades nacionales y allende las fronteras del país, en el marco neoliberal de vasto impacto de la economía política globalizada en la era de la información y comunicación electrónica.

La crisis del Estado tiene su extensión material en el espacio público del patrimonio histórico, además de lo que se puede apreciar en el territorio nacional. Esa dimensión, objeto de estudio, es el Centro Histórico. En este sitio patrimonial, concretamente el espacio público patrimonial histórico se muestran las relaciones de intereses como relaciones de poder político, social y económico, creadoras del ambiente sociourbano, tanto porque surge virtualmente del espacio edificado como de los actores sociales urbanos. Estos agentes sociales hacen de los lugares público urbano-arquitectónico espacios protagónicos de los cuales emerge el proceso social de los que definen un sistema complejo de valores y los diversos desafíos ambientales sociedad-naturaleza, esto es, el medio natural y el humano, o sociedad- territorio. Se puede afirmar luego como supuesto de trabajo inicial, que el mayor espacio público histórico patrimonial donde se expresan los intereses o las relaciones de poder es el Centro Histórico, bien como lugar de coerción o de resistencia social y política, o como sitio protagónico y espacio crítico del sistema que configura el desafío ambiental socio urbano de nuestro tiempo.

El análisis del espacio público patrimonial de índole histórico, aunado a los desafíos ambientales que contiene parte de la consideración transdisciplinaria allende las fronteras de las ciencias o arte de la arquitectura, el urbanismo y las ciencias sociales, permite formular enunciados que expliquen el periodo de análisis propuesto. En el espacio público patrimonial histórico han prosperado o en su defecto aplazado (como resultado de actos represivos del Estado), más que en ningún otro lugar, los movimientos sociales significativos e inéditos en el ámbito urbano-político y sociohistórico, bien locales, regionales o ya sea nacionales, hechos que lo distinguen de los demás espacios públicos de la ciudad.

El espacio público en sí no es sólo una categoría de análisis que lleva en su origen la ciudadanización del habitante de la ciudad, es también el lugar de circulación o encuentro de la población para el intercambio de todo tipo de bienes; es a la vez el territorio complejo de inseguridad a raíz del incremento de la descomposición social que trajo consigo el aumento del desempleo y subempleo como resultado de la crisis del sistema capitalista imperante. El sitio público es definido socialmente con mayor rigor por lo que ahí se realiza y crea la comunidad, la historicidad de las acciones y la relevancia política, económica, social y particularmente cultural de los habitantes, sobre todo, lo delimitado por su carácter sociohistórico. El espacio público patrimonial distinguido por la historia, o por los usos y costumbres, tiene una peculiaridad diferente al espacio público existente en el resto de la ciudad, debido a los desafíos ambientales socio urbanos críticos de índole contestataria ahí presentados, esto es, a las condiciones sociales de existencia en el lugar en los periodos medianos y largos de la crisis.

La explicación mediante una de las ramas del conocimiento, como sería el urbanismo o la arquitectura, no resulta suficiente para entender una realidad reiterada en más de tres décadas en metrópolis como la ciudad de México. Tampoco se logra con la simple unión de dos o más de ellas. En la división de las disciplinas y en sí la parcelación de las ciencias que corresponden a las del trabajo, antaña fragmentación mecanicista relacionadas con la rentabilidad de la inversión de capitales, que muestran los cambios en las categorías y los conceptos teóricos de la arquitectura y el urbanismo en paralelo a las ciencias sociales de acuerdo con el desenvolvimiento de la historia, surgen luego en tiempos diferenciados. Si los cambios fueron profundizados y ampliados con la industrialización de fines del siglo XVIII, se ampliaron con el funcionalismo de principios del siglo XX, derivados, por lo tanto, de la etapa de la modernidad fundamentada en la aceleración economía de mercado globalizadora sobre denominado “neoliberal”.

Por otro lado, si las ciencias sociales tienen como objeto de estudio el sujeto, esto es, el hombre, con relaciones entre humanos en sí cambiantes en correspondencia con la etapa histórica en que se desenvuelven, tienen también existencias similares con las categorías del conocimiento y conceptos que las regidas en la arquitectura y el urbanismo, pues en las normatividades de ellas aparece la relación objeto/sujeto con las mismas temporalidades4. Se diferencian de las ciencias naturales porque en estas sus leyes permanecen y sobreviven a los cambios sociales que experimentan las diversas formaciones de desarrollo económico, social y político. Sin embargo, las une el proceso de desarrollo histórico natural en mutua correspondencia. Son fenómeno y desafíos ambientales o condiciones de existencia originarias de la sociedad en tanto que forman parte de la naturaleza, pues aquellas, la arquitectura, el urbanismo y en si las ciencias sociales se nutren y forman parte de ellas, es decir, van “encontradas” con la naturaleza.

Plantear los desafíos ambientales socio urbanos es la parte constitutiva del espectro de los problemas en la que están inmersas tanto las cuestiones locales y regionales como los centros urbanos o metropolitanos, marcan la problemática del espacio público patrimonial.


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