Alejandro Gaytán Cervantes
La clase de representación gráfica del profesor Leopoldo Macías, es magistral, tanto en el uso del lápiz, el carbón, o la tinta. Ahora, la acuarela. Nos dice:
– Además del papel acuarela que traigan bien pegado y restirado sobre su tabla, para la próxima clase necesito pinceles de calidad, de “pelo de marta o de oreja de buey”, de los números tales y tales, deben ser de esos materiales.
Maurilio y yo buscamos en las tiendas de dibujo de la ciudad, en ninguna los encontramos, preguntamos:
¿Tiene pinceles de pelo de marta? – No. ¿Y de oreja de buey? -No.
De lugar en lugar sólo recibimos negativas; recorrimos Lumen, Arte y Material, Universal, Blue and White y otras.
Entramos al último negocio. Comprando, se encontraba un señor enorme con el bigote más grande que hubiera visto jamás. De una manera inconsciente, pregunto:
– ¿Tiene pinceles de pelo de marta? … -No
– ¿Y de bigote de buey?
Antes de recibir la respuesta, me doy cuenta de mi terrible equivocación y suelto tremenda carcajada, por supuesto, involuntaria, que al instante es acompañada por la de mis compañeros, las empleadas de la tienda y los demás compradores.
El gigante, enojadísimo, con grandes zancadas se me deja venir, pero por más que quiero hacerme a un lado, defenderme, o simplemente correr, la risa no me lo permite. Frente a mí el bigotón se detiene. Por su mirada se nota que me va a ir muy mal…
Todos callamos y lo vemos sorprendidos. De pronto, estalla un nuevo ataque de risa colectiva, una inmensa e incontrolable carcajada de todos los presentes, surge arrasadora, inconsciente.
El gigantón, desconcertado, se retira de la tienda. ¡Uf!