M. Alejandro Gaytán Cervantes
Este cuento lo escribí hace un buen tiempo y pretendía incluir toda las “groserías” existentes en el idioma español de la ciudad de México; pero ahora, parece que muchas de ellas han dejado de serlo, por eso les pido que me ayuden a actualizar los contenidos. Manden sus adiciones Gracias
-Ay pinche Choche cabrón, ¿no ves que esos ojetes no son tiras?, Sólo están de nalga pronta con sus jefes, los dueños del antro ese. Siempre andan de sus arrastrados, de lameculos, por eso, sólo por eso nos jodieron.
-A güevo, Choche, el güey del Güero habla con la pura neta: las chingaderas que nos hicieron, la madriza que nos acomodaron sólo fue porque son unos hijos de la chingada. Y luego nos mandaron con el ese ojete del comandante Albores, que es el más cabrón y lamemierdas de todos.
-Tú también, Moroco culero, no vengas de mamón a decirme porqué nos madrearon, yo sólo preguntaba si eran tiras, porqué nos apañaron en un tres de rapidez.
-Si güey, ¿y eso qué tiene que ver Choche, si son tiras o no? A mí como vieja, me la pelangonearon.
-No Yara, lo que pasa es que estos putos les llegan por atrás a los de la patrulla y hasta a los judas, pero siempre lo hacen con una corta por delante, con un money y pior si son de los verdes d´esos; tonc´s le hacen a uno lo que se les pega su rechingada gana, lo que deseen. Eso me pone de la chingada, da coraje ¿no?
-Lo que pasa pinche Güero güey, es que les cantaste la guacara en pleno festival y por eso te empezaron a madrear. Y luego nosotros, aunque la tocada estaba de pelos ¿cómo cre´s que not´ibámos a defender?
-En eso, ni nada; ustedes, verdá de diosito bimbo, son a todísimas margaritas.
-T´ons que pez, cuando te ves ¿los culeros nos van a soltar, o qué? pinche Moroco. O nos van a encerrar de verdad, porque aquí nomás nos tienen detenidos, pero no presos.
-Me das miedo Choche. Pero si quieres te ayudo con una pinche maldición gitana. Hay les va una pinche abominación bien chingona: Todos esos hijos de la chingada: ¡Que Chinguen a su santísima madre!, si no nos dan nuestra chingada libertad en este instante. Es una chingadera la que nos hacen, que por una pinche chingaderita los cabrones nos chinguen por tanto tiempo. Está mal, ¿no chingao?
-Con una chingada Moroco imbécil, no seas mamerto ni puñetero, como cre´s que nos van a soltar. Lo harán solo que venga la chingada mujer maravilla a sacarnos de aquí, claro, si viene, yo me vengo con ella.
-Hay güey, no mames, sólo a ti te gustan esas pinches putañeras de la telaraña, por eso hablas como una mierda bien cagada, pinche Güero.
-Ah chingao, te sientes muy chingón, ¿no? A huevo que eres puro culey pinche Moroco. La neta, hasta con las chingadas viejas le sacas.
– La verga. ¿Y tú que Chocho, eres muy chinguetas, no güey?
-Ya güey, párenla los dos.
-No güey, si así van a empezar, aquí estoy para que se inicien conmigo.
– ¡Bueno ya güey!, Vamos a hacer algo, ¿no? Yara debe llegar a su casa ya, si no sus rucos se la arrean bien duro. Les diremos a los tiras que ni la conocemos, ni sabemos por qué está aquí. Ella llorará como virgencita inocente y a nosotros será a los únicos que se lleve la chingada.
-No Moroco no puedo dejarlos, como cre´n que me voy a retirar mientras a ustedes los apañan de verdad.
-A gúevo guey, la Yara es a todísimas madres, debían de aprender pinches cabrones ojetes.
-T´ons que hacemos güey. Si nos apendejamos nos van a acusar de la pendejada mas mamona y así no va.
-Propongo que al que le toque el cerillo descabezado la haga de bato loco y con lo que se le pegue su rechingada gana, sin joder al gremio, nos saque de aquí.
-Camarón, órale, ya vas, aquí están las pinches candelas.
-Te jodiste güey, o´ra si te tocó la grande, pinche Moroco…
-Ya no le pienses más Moroco, ¿que tanto escribes?, tú na´más chíngale, no nos estés choreando.
-Cállate Güero pendejo. A ver, Yara, para empezar, te vas con el tira, ahorita y como quedamos le haces a la llorona. Afuera lee este papel, haz lo que ahí dice y después, ya veremos que chingaos pasa.
-Órale Yara, ya llego el tira de turno, hazle al teatro.
-Señor, señor, verdá de diosito, a estos tipos no los conozco, nomás me trajeron por estar en el dancing cerca de ellos. Al rato mis jefes me van a ir a buscar hasta a la Cruz.
-Bueno, ya no jodas, pélate, pero ya no chilles.
-Amanece, lo bueno es que en mi casa están dormidos y nadie se olió mi bronca. Como siempre llego de madrugada. Aquí está el mensaje del Moroco. Voy a hablar a la comandancia de policía, como si estuviera en mi trabajo, como secretaria ejecutiva.
-Buenos días, hablo de parte del señor delegado, haga usted el favor de comunicarme con el comandante Albores, es urgente.
-Un momentito. Comandante, urgentemente lo busca el delegado con urgencia.
-Ah, ah, ah… Perdón que hable así señor, es que se me fue la respiración, vengo corriendo desde los separos.
-Mire comandante, no habla él, lo hago de parte suya: Es muy rápido: Hoy va a tener usted la visita de las autoridades superiores. Necesitamos que todo esté bien, no debe haber detenidos sin una razón fundamentada para estar ahí. Ah, y nada de golpeados. Por ejemplo, al señor delegado le reportaron un pleito anoche en una disco, no se vaya usted a quemar con esas cosas.
-No señorita, ya todos fueron puestos en libertad desde anoche mismo.
-Bueno, pues arregle que todo esté bien y muy limpio, le hablo como en cuarenta minutos, para precisar a que horas estaremos por ahí.
-Como no señorita, gracias, muchas gracias, estoy a sus órdenes, perdone… Cual es su nombre…. Con una chingada, ya colgó la pinche cabrona esa. A ver tráiganme a los pendejos esos que detuvimos anoche en el antro ese.
-Señores…. La ley es justa, por eso este día los vamos a dejar libres sin cargo alguno, sólo tendrán que dar una corta, de acuerdo con sus posibilidades.
-De güey señor comanche ¡Si no hicimos nada!, Como cree que le vamos a soltar nuestros varos, nuestra marmaja a un cuico que nos madreó y sólo nos quiso joder. ¡Mejor esperamos a nuestro abogado!
-Bueno escuincles ojetes sáquense de aquí, ¡Pero ya! Porqué si no, por su pinche bocota los voy a encerrar de verdad.
-De güey lo haría señor tira. Es que no sabe lo chingón que es nuestro abogado. Ah y gracias por su amistad.
Apenas salieron, dieron vuelta a la esquina y pegaron tremenda carrera.